martes, 22 de septiembre de 2015

El paranormal pueblo de Ochate



A catorce kilómetros de la provincia de Álava, en pleno corazón del Condado de Treviño (Burgos) y rodeado de montañas alavesas se encuentra Ochate. Una población abandonada a su suerte y deshabitada desde mediados del siglo XIX en la que, según aseguran, curiosos y expertos en el mundo de los fenómenos paranormales se producen todo tipo avistamientos y actividades que poco o nada tienen que ver con el mundo de los vivos. Una serie de misterios nunca resueltos que siguen propiciando que cada año, cientos de personas se acerquen al que muchos han bautizado como "el pueblo maldito".


Leyenda o realidad, Ochate es un pueblo abandonado desde hace décadas del que apenas se conservan la torre de su iglesia, dos casas aledañas a la misma y una ermita que se encuentra en un alto de la localidad, la ermita de Burgondo. Todos ellos dan cuenta de la existencia de una pequeña población en la que en el siglo XVII al XIX vivieron una decena de familias que desaparecieron de la noche a la mañana por una serie de enfermedades que diezmaron la población hasta hacerla desaparecer por completo.


Julio César Rico, periodista aficionado al mundo de lo paranormal y una de las personas que más ha escrito sobre Ochate, explica en declaraciones a Ical que Ochate, u Otxate (en euskera), encierra misterio en su propio nombre, puesto que se traduce del euskera como ‘puerta secreta’ o ‘puerta del ruido’. “En este lugar apenas ha vivido nadie en los últimos 50 años. Algún pastor ha usado como aprisco el lugar, pero sin apenas convivencia humana. Sin embargo, las crónicas históricas sí recogen que hace 180 años el lugar estaba poblado, densamente poblado”.


“Al parecer, y según la teoría de Prudencio Muguruza, primera persona que comenzó a indagar en el misterio de Ochate, y que sostuvo una teoría en un artículo publicado en la revista Mundo Desconocido, ‘Luces en la puerta secreta’, basada en testimonios orales y en leyendas de la zona, fueron varias epidemias de tifus, viruela y cólera, ésta última a mediados del siglo XIX, las que asolaron a la población”, explica Rico. En concreto, Muguruza situó tales desastres en los años 1860, 1864 y 1870, como fechas posibles de esas plagas. “El visionario se atreve incluso a decir que esas epidemias sólo afectaron a Ochate”, añade el periodista.


La teoría de Prudencio Muguruza daría la vuelta al mundo para despertar la curiosidad de los amantes de las fuerzas extrañas. El investigador afirmó en los años 80 haber sido partícipe de una experiencia alejada de lo normal, y en la que afirmó haber avistado una fuerte luz sobre la torre de la antigua iglesia de Ochate. Tal fue el revuelo causado y la importancia que algunos expertos en la materia concedieron a las fotos realizadas por Mugura, que las instantáneas del avistamiento llegaron a la propia NASA que calificó la fuerte luz como un Objeto Volador No Identificado.


Todo comenzó un 24 de junio de 1981, cuando Prudencio Muguruza, empleado de un banco de la capital alavesa se encontraba paseando con su perro por las inmediaciones del pueblo de su familia. Había oído mil y una veces hablar de Ochate y contar historias a las amigas de su abuela sobre el pasado de Ochate, cuando se vio sorprendido por una especie de fogonazo que iluminaba la antigua y derruida ermita de Burgondo. Así lo explicó el joven Muguruza en el famoso artículo de ‘Mundo Desconocido’, precursor de un sinfín de reportajes sobre el misterioso pueblo burgalés.


Pero ¿qué tiene Ochate para que tantas personas hayan coincidido en señalar que en este lugar suceden cosas que no puede explicar la mente humana? “Para un investigador o un curioso de lo paranormal, Ochate lo tiene casi todo: apariciones fantasmagóricas, fenómeno ovni, leyendas míticas, misterio, psicofonías o parafonías que se han grabado en el interior de la torre y en la ermita de Burgondo… todo un lujo para el investigador”, explica Rico.

El periodista indica que son muchas las personas que se han acercado hasta Ochate con una grabadora y se han llevado testimonios “sorprendentes” que en algunas ocasiones se repiten. Son los registros de lo que parecen ser las voces de una niña y una mujer de mediana edad que avisan al transeúnte de que “debe cerrar la puerta” o “marcharse” del lugar. Muchos de ellos forman parte de los registros que almacenan particulares y asociaciones o entidades dedicadas al estudio de los fenómenos paranormales.


El propio Iker Jiménez, periodista e investigador del fenómeno paranormal, se desplazó en dos ocasiones a Ochate y realizó varios programas en la localidad burgalesa con el ánimo de desentrañar alguno de los misterios. No lo consiguió. Tampoco un equipo de la Agencia Ical que pasó las primeras horas de una fría noche de diciembre a la espera de encontrar algo que contar a quien ahora lee este reportaje.


Lugareños y vecinos de poblaciones cercanas coinciden en resaltar que Ochate está marcado por la desgracia “desde siempre”. La teoría de la enfermedad que asoló a los vecinos de este enclave ayudó a alimentar lo que algunos consideran una leyenda y otros afirman que pasó. “Los demás pueblos salieron indemnes, pese a que Aguillo, Ajarte, Sanvicetejo o Imíruri se encuentran tan próximos a Ochate que las fiebres también hubieran acabado con ellos. La única certeza histórica es que la de la gripe de 1918, afectó a la zona, como lo hizo en el resto del Estado y semivacío el pueblo. Sesenta años después sí había más vida, como certifican los registros”, destaca Rico.


La torre de Ochate se ve desde los numerosos caminos que parten desde la localidad de Imíruri. Llegar a ellos en coche es tarea complicada por lo que quien se carga de valor para emprender el viaje a la nada tiene que caminar cerca de 20 minutos hasta alcanzar el núcleo de Ochate. Cercado por una valla, Ochate se presenta al visitante con una estampa difícil de olvidar. La de una torre de 33 metros de altura, lugar en el que algunos afirman haber grabado auténticas psicofonías. En su interior, diversas pintadas dan cuenta del gamberrismo que precedió a las teorías de Muguruza y del poco respeto que algunos han tenido hacia el lugar. Una de ellas se lee claramente: “Ochate está muerto”.


Leyenda o realidad, Ochate es hoy en día un pueblo abandonado en medio de la nada, que de vez en cuando recibe visitas de curiosos y aficionados al misterio. Prueba de ello son los restos de una hoguera y de un botellón que estos días pueden verse a las puertas del famoso torreón. Poco o nada queda de la localidad, ni de la iglesia de San Miguel, construida en el siglo XIII, cuando Ochate acogió a sus primeros vecinos, después de finalizar la Reconquista y la repoblación de estas agrestes zonas del por entonces Reino de Castilla.


En el libro tituado ‘Ochate, realidad y leyenda del pueblo maldito’, de Antonio Arroyo y Julio Corral, se sostiene que la primera referencia escrita sobre Ochate se encuentra en la Nómina de San Millán, del año 1025, momento en el que la localidad se da a conocer como Gogate. Ya en el siglo XIII aparece el nombre de Chochat en algunos documentos, los mismos que indican que el pueblo sufrió un abandono de más de dos siglos hasta el siglo XVI por causas que a día de hoy se desconocen.


El origen y la desaparición de Ochate parten de un mismo punto, un importante camino que atravesó la zona.“Nadie sabe a ciencia cierta por qué desapareció Ochate. Sí se tiene constancia de cómo nació. Esta población estaba en mitad de la ruta que lleva desde los municipios importantes del Condado, Treviño y La Puebla de Arganzón y era paso obligado para llegar a Vitoria. Con la modernidad llegó un acceso más sencillo desde la Meseta por el Puerto de Vitoria y la ruta a la capital alavesa se movió unos kilómetros y los caminantes y ruteros dejaron de pasar por allí”, argumenta Rico.

Sin embargo, son muchos los misterios que rodean a este pueblo fantasma. “La población se desplazó a Imíruri o a Sanvicentejo. Esa es una de las teorías. La otra es más tétrica. Habla de muerte y de misterio. Miedo a un asesino, a Jacinto del que dicen mató a un pastor y su crimen quedó impune”, añade el periodista burgalés.

Sea como fuere, las tierras de Ochate siguen albergando misterios y provocando todo tipo de historias que quitan el sueño a más de uno. Yermo y abandonado, Ochate duerme desde hace años en las tierras del Condado de Treviño, un espacio que para algunos es tierra de nadie.

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