jueves, 31 de marzo de 2016

Tikker, el reloj que predice la hora de tu muerte



A lo largo de la historia las personas han ido en búsqueda de la información más preciada, conocer el futuro. Pero si concretamos aún más, muchas personas han intentado descubrir la fecha de su muerte, ya sea mediante psíquicos o videntes. Ahora este sueño parece haberse hecho realidad, mediante un reloj que no sólo predice cuando vas a morir, sino que también comenzando la cuenta atrás. Si conocieras la fecha de tu muerte, ¿cómo cambiaría tu vida?

“El reloj de la muerte”


Tikker, conocido como el “reloj de la muerte”, es un reloj que cuenta los años, meses, días, horas y segundos que faltan para tu muerte. Más exactamente, el proyecto Kickstarter, creado por el inventor sueco Fredrik Colting, está diseñado para calcular una estimación de cuándo se producirá la muerte. Para llegar a esta sorprendente conclusión se debe rellenar un cuestionario relacionado con la salud, como datos importantes del historial clínico y familiar, hábitos de consumo, la actividad física que se practica y el peso. Después de facilitar todos estos datos, el usuario obtendrá el resultado, y comenzará la cuenta atrás.

“Imagínate que alguien te dice que sólo te queda un año de vida. ¿Cómo cambiaría tu vida? Para todos nosotros, la vida viene con una fecha marcada. Pero mientras que la muerte no es negociable, la vida sí que lo es. Todo lo que tenemos que hacer es aprender a valorar nuestro tiempo y la vida que se nos ha dado; aprovechar el día a día y hacer caso a nuestro corazón”, dijo Colting.


Aunque el polémico reloj ya ha sido apodado como “el reloj de loa muerte”, Colting lo llama “el reloj de la felicidad”, ya que afirma que lo diseñó para ayudar a las personas para que aprovechen al máximo su vida y aprecien el tiempo que les queda. El origen de este controvertido invento fue después del traumático fallecimiento del abuelo de Colting, decidiendo en ese momento trabajar en la idea de un sistema que pudiera predecir la muerte.


Aunque varios expertos en diferentes materias ya se han pronunciado sobre este sorprendente invento. Los científicos por su parte afirman que los cálculos que realiza el reloj no tiene ningún fundamento científico, y por otra parte, tanto psíquicos, videntes o espiritualistas dicen que es imposible calcular mediante algoritmos la fecha de la muerte de una persona, ya que eso depende de muchos factores.

Más allá que un simple reloj


Tikker es en su esencia un reloj de pulsera, y su portador podrá ver la hora regular al igual que cualquier otro reloj. Pero cada vez que el usuario mire la hora, verá un recordatorio constante del tiempo fugaz que le queda. La fila superior de la pantalla digital del reloj muestra el año, mes y día del fallecimiento, mientras que la segunda fila es la cuenta regresiva en horas, minutos y segundos. La fila inferior muestra la hora local.

“De años a segundos que presenta el tiempo siempre en movimiento, nunca en reposo, y nuestras vidas cada vez más escasas viajan hacia el resto del final. La presencia de la muerte no es una sorpresa para nadie, pero en nuestra sociedad moderna rara vez se habla de ello. Creo que si fuéramos más conscientes de nuestra “caducidad” estoy seguro de que volveríamos a tomar mejores decisiones mientras estamos vivos”, explicó Cotling.


Realmente, es uno de los proyectos más extraños que hemos visto en los últimos tiempos, pero la evidencia preliminar sugiere que hay demanda para este tipo de motivaciones diarias. Tikker va por el camino de cumplir su objetivo de financiación de 15.500 €, un dinero que será utilizado para herramientas, montaje, pruebas, y en última instancia la distribución de este “reloj de la muerte” para sus patrocinadores. El reloj costará 36 € y está previsto su comercialización en abril de 2014. ¿Te atreves a comprarlo?


¿Se puede predecir el momento de nuestra muerte?

Este controvertido invento ha reabierto uno de los debates más antiguos, ¿se puede predecir la muerte de una persona? Muchos psíquicos afirman que sí es posible, pero no es ético. Algunas personas opinan que el momento de la muerte está predeterminado, aunque otras tienen la creencia de que a medida que tomamos decisiones nuestro destino cambia con cada decisión. Todo esto parece indicar que sí, es posible determinar el momento de nuestra muerte, pero lo que está claro es que nunca será predicha por la tecnología.



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miércoles, 30 de marzo de 2016

La maldición de los números telefónicos



Parece ser que a medida que avanzamos y evolucionamos, los fenómenos extraños y poderes oscuros que existen a nuestro alrededor, son fruto de nuestras mentes. Sin embargo, las antiguas creencias sobre maldiciones parece que nos han seguido hasta la era moderna, simplemente cambiando su forma en lugar de desvanecerse. Mientras que en la antigüedad había objetos y lugares malditos, en los tiempos modernos tenemos tecnología, y es esta misma tecnología en ocasiones se ha convertido en protagonista de siniestras historias.


Tal vez se trate de miedo a lo desconocido, o tal vez se trate de verdaderos poderes oscuros que están cogiendo forma mediante nuestra tecnología. Cualquiera que sea el caso, una de las maldiciones más extrañas es la relacionada con los números de teléfonos. Es un fenómeno extraño puede ser la evidencia definitiva de que nuestros miedos innatos a lo desconocido se extienden a la actualidad, o que hay fuerzas que van más allá de nuestra comprensión. ¿Nos acompañas en nuestro peculiar “listín telefónico maldito”?


(+359) 0888 888 888, el numero maldito

Comenzamos con la historia de un número de teléfono móvil maldito, el cual se le atribuyó varias muertes en misteriosas circunstancias. No es el argumento de una mala película de terror, sino más bien algo real. En la década del 2000, una empresa de telefonía móvil búlgara llamada Mobitel emitió el número (+359) 0888 888 888. Aunque ciertamente es fácil de recordar, no hay nada que indique que deba ser especialmente siniestro o maldito, simplemente se trata de un número de teléfono móvil. De hecho, el 8 es considerado como un numero de buena suerte en algunos países, como China, donde las empresas tienen que pagar grandes sumas de dinero para la compra de números de teléfono con el mayor número de ochos posible. Sin embargo, la historia de Mobitel no tiene nada que ver con la buena suerte.


La primera persona en poseer el número fue el director ejecutivo de la compañía, Vladimir Grashnov. Menos de un año después de adquirir el número, el CEO de tan solo 48 años murió repentinamente de cáncer en 2001. Pero lo más misterioso es que Vladimir se encontraba perfectamente de salud antes del cambio de milenio, por lo que comenzaron a surgir teorías sobre que el origen del cáncer podría estar en un rival de negocios y materiales radiactivos peligrosos. En ese momento, nadie relacionó su muerte con el número de teléfono, pero esto cambiaría con la sucesión de otras muertes violentas.


La siguiente persona en poseer el número el número (+359) 0888 888 888, fue el mafioso búlgaro Konstantin “Samokovetsa” Dimitrov. En 2003, el mafioso de 31 años se encontraba en los Países Bajos para supervisar una operación de contrabando de drogas con su novia. Mientras los dos estaban cenando en un restaurante de lujo en Ámsterdam, una persona disparó salvajemente contra ellos, hiriendo a la mujer y matando a Dimitrov. Según informaron los medios de comunicación, Dimitrov poseía el infame número de teléfono y cuando fue abatido a tiros se encontraba llamado a alguien.


Aunque la versión oficial fue el de un ajuste de cuentas, comenzaron a surgir rumores de que el número de teléfono había matado a Vladimir Grashnov y Konstantin Dimitrov. Y de nuevo, el número de teléfono se cobró una nueva víctima, un promotor inmobiliario llamado Konstantin Dishliev. En este caso, parece que Dishliev había estado viviendo una doble vida, promotor inmobiliario por el día y traficante de drogas por la noche. En 2005, Dishliev abandonaba un restaurante indio en la capital búlgara de Sofía cuando fue abatido a tiros allí mismo, en la calle por un asesino desconocido.


Debido a que la investigación policial descartó que se tratara de un ajuste de cuentas, volvieron los rumores sobre el numero maldito. Después del asesinato de Dishliev, el número de teléfono supuestamente maldito se hizo latente entre los habitantes búlgaros. A partir de ese momento, cualquier intento de llamar al infame teléfono deba como resultado un mensaje en concreto: “No disponible o fuera de cobertura”. Además, el portavoz de la empresa de telefonía Mobitel dijo:


“No tenemos ningún comentario sobre este tema. No hablamos de números individuales.”

¿La empresa decidió dar de baja el número maldito? ¿Una orden judicial obligó a dar de baja el numero?

La “llamada de la muerte”


En 2007, los ciudadanos de Pakistán recibieron correos electrónicos advirtieron sobre el llamado “número rojo”, “teléfono maldito”, o “llamada de la muerte”. Estos correos contenían advertencias de no coger llamadas de ciertos números, que aparecerían en la pantalla en color rojo. Los emails aseguraban que si una persona lo hacía entonces misteriosas señales de alta frecuencia les podría causar una hemorragia cerebral y la muerte instantánea. Pero lo más aterrador de todo es que decenas de personas ya habían muerto por la llamada de estos números siniestros.


Poco tiempo después, el pánico ya se había adueñado de las calles de Pakistán, donde había numerosas personas asegurando que conocían a personas que habían sucumbido a las llamadas mortales. En poco tiempo, la maldición paso de la muerte instantánea, a la impotencia sexual y problemas durante los embarazos. La maldición de los misteriosos números dio paso a numerosas teorías, que iban desde un programa secreto del gobierno, a terroristas, o incluso la construcción de una torre de telefonía móvil sobre tierra sagrada.


En poco tiempo, la historia sobre la maldición traspaso las fronteras y avanzó hacia Asia, Oriente Medio y África. Por su parte, las compañías telefónicas, desmintieron la historia asegurando que se trataba de un engaño, explicando que los teléfonos móviles no tenían la capacidad de emitir frecuencias lo suficientemente potente como para causar la muerte o lesiones permanentes. Incluso un supuesto documento filtrado por un ejecutivo de la compañía admitía el uso de tales ondas de alta frecuencia mortales a través de líneas telefónicas. Nokia calificó este supuesto “documento oficial” un engaño muy bien elaborado.


Si bien es posible que nunca sepamos la verdad, todos estos casos demuestran como la tecnología puede volverse en nuestra contra, ya sea por sus efectos nocivos o por ser utilizado como una herramienta para el mal.



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martes, 29 de marzo de 2016

Los fantasmas de la candelaria



Un duende que les coge las piernas a las señoras, un hombre vestido de cortesano que atraviesa puertas y paredes, una mula que, desbocada, corre por las calles del barrio y un alma en pena que deambula por la plaza, son algunos de los personajes de los que oirá hablar mientras recorre La Candelaria. Algunos dicen que, tal vez, los podrá sentir y otros aseguran que, incluso, los podrá ver.


Un duende que les coge las piernas a las señoras, un hombre vestido de cortesano que atraviesa puertas y paredes, una mula que, desbocada, corre por las calles del barrio y un alma en pena que deambula por la plaza, son algunos de los personajes de los que oirá hablar mientras recorre La Candelaria. Algunos dicen que, tal vez, los podrá sentir y otros aseguran que, incluso, los podrá ver.


La Candelaria es uno de los barrios que, según sus propios habitantes, más fantasmas tiene.

Los oyen, los ven y los sienten. Y los leen también, en centenares de crónicas y libros que describen a las almas en pena, los duendes y los fantasmas que habitan o habitaron en la localidad.


Los vecinos y los libros Mitos y leyendas populares en Colombia, Las casas que hablan y Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, fueron el punto de partida para que los jóvenes del programa turístico Oficina de Sueños se inventaran un recorrido nocturno por el barrio, en el que, a la luz de la luna y por las calles desocupadas, un guía cuenta historias de fantasmas.

El duende Baltazar.

En el siglo XVIII, en una casa de la calle 13 con carrera 5a, vivía una mujer soltera que quedó embarazada. Avergonzada y para evitar el repudio de la sociedad, durante meses se escondió en su casa y cuando nació el bebé lo botó en el aljibe que se encuentra en el patio central. Cuentan que el duende del bebé, llamado Baltazar, sale de vez en cuando a asustar a las mujeres. Y cuentan también que en el patio están las huellas de sus pies descalzos.


Hasta hace pocos años en la casa funcionaba un restaurante. Según los comensales de la época, los niños siempre jugaban solos. Y según los meseros nunca podían dejar las mesas arregladas porque a la mañana siguiente las encontraban desordenadas. Ahora dicen que a Baltazar le encanta jugar con los niños y que desarreglar la casa era una de sus travesuras más frecuentes. Una casa que ahora se encuentra abandonada.

La lavandera.

Durante muchos años las mujeres que habitaron en una casa de la calle 10 con carrera 3a estuvieron agradecidas con un extraño fenómeno. La ropa sucia que dejaban por las noches amontonada en el patio amanecía lavada y colgada en los tendederos.


Hace poco tiempo, durante una restauración que le hicieron a la casa, se encontraron los restos de una mujer que había sido enterrada en una de las paredes de la antigua edificación.

La mujer fue enterrada y en la casa, nunca más, amanecieron, misteriosamente, los tendidos repletos de ropa.

La casaca verde.

Cuenta Angel Cuervo en una de sus crónicas que una tarde de domingo, cuando vivía en la calle 10 con 3a, escuchó unos pasos que subían las escaleras. Enseguida fue a ver quién se encontraba y se topó con la imagen de un hombre con peluca, casaca verde, pantalón a las rodillas, medias de seda y zapatos de tacón.


Cuervo lo persiguió preguntándole quién era, pero la imagen corrió y desapareció al pasar una pared. Años después, el cortesano fue asociado con el Virrey Espeleta, quien vivió en esa casa, hoy sede de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño.

El fantasma de la plaza.

Decían que el doctor José Raimundo Russy, quien estudió derecho en el San Bartolomé, era el abogado de los pobres porque protegía a los obreros, las prostitutas, los emboladores y los voceadores. Un día, Russy se ve involucrado en un robo en la Calle Real, que termina con el asesinato de un hombre llamado Manuel Ferro. Russy es acusado y fusilado en la Plaza Mayor.


Son muchos los vecinos que todavía dicen que su espíritu aparece por las noches rondando la Plaza de Bolívar. Aún conserva la figura de un hombre de 35 años, delgado y de estatura mediana. Un hombre que siempre va vestido con una capa azul.

Los otros.

Y hay muchos más. Están los fantasmas de las personas que mandaron al patíbulo durante la reconquista, la imagen de una mula herrada que corre por las calles y de cuyos cascos salen chispas, los espíritus de decenas de personas que arrastran sus cadenas en la antigua sede del DAS (donde ahora queda un conjunto residencial) y alrededor de 20 historias más que le contarán los guías durante el recorrido.


Los interesados en una cita con los fantasmas y aparecidos se deben comunicar con la Oficina de Sueños, al teléfono 4810235.

Los personajes de algunos de los fantasmas sorprenden a los visitantes que hacen el recorrido. Aparecen y desaparecen en cualquier calle de La Candelaria.



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lunes, 28 de marzo de 2016

¿Hay “faros extraterrestres” en la superficie de nuestro planeta?



Faros de navegación

Los primeros navegantes de los mares siempre requerían de una luz que los guiara: un faro que les indicara dónde había un puerto seguro y dónde un arrecife o una roca traicionera. La luz que se veía surgir en las costas era sinónimo de tierra: había que navegar con cuidado, pero la seguridad estaba cerca.


Con la llegada de sistemas de localización satelital y otros artilugios semejantes los faros se volvieron menos necesarios, pero siguieron existiendo en regiones en las que los barcos podrían estar sin rumbo y, ante todo, en los aeropuertos, donde los aviones requieren de luces que les indiquen con gran precisión el lugar de la pista


Es de esperar que si alguna vez dominamos el viaje espacial objetos semejantes se coloquen en los sistemas amigos, donde existan colonias humanas (o quién sabe, de una raza aliada), para indicar a los viajeros que allí pueden conseguir refugio, recargar sus bodegas. 


Faros de gran potencia que emitan señales detectables a miles de kilómetros, pero lo suficientemente tenues para pasar desapercibidas en el planeta que los hospeda (como el faro que apunta al océano y es opaco visto desde la ciudad a la que da la espalda).


Y, según afirman algunos, varios de estos faros ya estarían ubicados en nuestro planeta.

Los tres faros

La historia comienza con los “Antiguos Ancestros” de la Civilización de las Naciones Estelares: un conjunto de sociedades tecnológicamente muy avanzadas que habría dominado el viaje intergaláctico y organizado una avanzada en nuestro Sistema Solar, colocando allí tres potentes faros capaces de guiar a las naves en sus travesías estelares. 


La naturaleza de estos faros suele vincularse con aquella de los tres monolitos descritos por Arthur C. Clarke en 2001, una odisea en el espacio: muchos aseguran que Clarke estaba en verdad dando indicios de información secreta del gobierno norteamericano y que tenía vínculos cercanos con la CIA.


En cualquier caso, continúa el relato, en 1969 los astronautas estadounidenses habrían obtenido evidencias de la existencia de uno de estos faros y pocos años después habrían detectado los dos restantes, organizando un gigantesco proyecto secreto de Cabal (un colectivo que incluye los más poderosos personajes del planeta, una plutocracia capaz de llevar los hilos del mundo) para traerlos a la Tierra y manipular su energía. 


Cada uno de estos faros se ubicó en una localización remota y de difícil acceso para evitar su detección: uno en Nunavut, Canadá, uno en Groenlandia y uno en la frontera entre Canadá y Alaska.


Cada uno de los faros tendría una tecnología capaz de generar potentes campos electromagnéticos que son capaces, incluso, de afectar al terrestre, aunque cuya potencia está principalmente orientada hacia el espacio exterior. Sin embargo, Cabal habría usado esta energía con fines de disrupción y experimentación creando grandes problemas, lo que habría llevado a que otras instituciones se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo.


Así, en el año 2007 un equipo de la Contra Insurgencia dirigido por el Coronel Shadow habría conseguido una alianza con las Naciones Estelares y organizado un ataque a gran escala que habría permitido que los faros volviesen a su ubicación original, terminando con su influencia en la Historia terrestre.


Es este uno de los relatos más interesantes que he escuchado, y si bien no existen muchas fuentes al respecto, hay algo bastante sospechoso: el hecho de que las tres zonas mencionadas como hogar temporal de los faros no aparezca en Google Earth, que ha colocado un cuidadoso rectángulo negro sobre cada una de las áreas. Esta ausencia no es nada natural y bien puede indicarnos que algo muy raro está sucediendo allí.



Incluso, quizás, una guerra oculta por el acceso a tecnología extraterrestre o su devolución a sus dueños originales.


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domingo, 27 de marzo de 2016

Expediciones al fin del Mundo



Australia indomable

En el sentido estricto de la palabra, África fue la última frontera: el último continente desconocido. Tras su exploración sistemática por parte de los europeos no quedarían más que regiones – como las indómitas selvas amazónicas –, pero jamás un continente completo que fuese un gran blanco en los mapas.




Sin embargo, por lo general se olvida Australia. Esta gigantesca isla-continente, con su propia historia indómita y su propio pasado legendario, fue en algún momento tan desconocida como el continente africano, y sus desiertos generaron tantos temores como las inmensas selvas perdidas de África Central.

Australia, hogar de los aborígenes y de centenares de especies animales completamente desconocidas en el resto del mundo, tuvo su propia historia de descubrimiento y de sangrienta conquista. En ella tuvo un papel fundamental un explorador olvidado en el resto del mundo: el Dr. Leichhardt.



Orígenes del Dr. Leichhardt

Friedrich Wilhelm Ludwig Leichhardt nació el 23 de octubre de 1813 en Sabrodt, en el entonces Reino de Prusia (que posteriormente se convertiría en Alemania). En su juventud estudió Filosofía, Lenguas y Ciencias Naturales en la Universidad de Göttingen y en Berlín, aunque nunca obtuvo un diploma, y para 1842 decidió viajar a Australia, territorio que siempre le había fascinado y de cuyo descubrimiento quería hacer parte.


En aquel entonces, las colonias británicas se encontraban apenas asentadas en las franjas costeras y el interior, mayoritariamente desértico, era profundamente temido y evitado. Los aborígenes, aún dueños de su reino, vivían entonces en las vastas planicies de Australia Central, y seres desconocidos esperaban la visita de los primeros hombres de occidente que se atreviesen a recorrer estos parajes olvidados.


En aquel entonces estaba profundamente interesado en vincularse a las expediciones que entonces organizaba el gobierno británico, y en particular a una que se dirigía de la Bahía Moreton a Port Essington, recorriendo una distancia de 4.800 kilómetros. Cuando el gobierno retiró su apoyo, Leichhardt tomó la aventurada decisión de partir por su cuenta con un grupo de voluntarios.

El equipo salió el 1 de octubre de 1844 de Jimbour y arribó a Port Essington en diciembre 17 de 1845 cuando ya todos los habían dado por muertos. Viajaron entonces a Sydney en botes, donde fueron recibidos como héroes. Leichhardt, hasta entonces un personaje relativamente oscuro, se había ganado a pulso el título de explorador.


La segunda expedición

Sin embargo, si la suerte lo favoreció en su primera travesía, no ocurrió lo mismo en la segunda. En aquella ocasión proyectó un viaje de la región agrícola de Darling Downs al río Swan y a Perth, en la costa oeste. Se trataba de un viaje que implicaba cruzar Australia de punta a punta: era significativamente más largo y arriesgado que la travesía anterior, pero Leichhardt estaba confiado.


La confianza no duró mucho. En medio de las áridas regiones, el problema no resultó ser la falta de agua, sino el exceso. Lluvias torrenciales asolaron la región y llevaron a la muerte de uno de los caballos, a la pérdida de valiosas reservas de alimento y a que el mismo Leichhardt enfermase de malaria. Tras 800 kilómetros, el equipo tuvo que volver.


Este fracasó no disminuyó la fama de Leichhardt, que incluso recibió a su retorno la Medalla del Patrón, la Sociedad Real de Geografía, y un premio de la Sociedad Parisina de Geografía. Por supuesto, 800 kilómetros era solo una fracción de lo planeado, pero aún así era una distancia considerable.


Apenas recuperado de su enfermedad, Leichhardt comenzó a planear la que sería su última expedición. Planeando el mismo recorrido de la ocasión anterior, en este viaje atravesarían el centro de Australia, el lugar más árido y peligroso del continente, y entonces tan desconocido que bien hubiese podido ser otro planeta.


La última expedición

Leichhdart partió con 4 europeos, dos guías aborígenes, siete caballos, 20 mulas y 50 reses cargadas de provisiones. El 3 de abril de 1848 fue visto con vida por última vez.

Pasarían años antes de que alguien comenzara a preocuparse. En vista de la larga travesía, era de esperar que no arribara a su destino antes de al menos 2 años de marcha y seguramente 3. Pero ya para 1851 comenzaron a alzarse voces, preocupadas de su ausencia en la costa oeste.


El gobierno comenzó entonces una frenética búsqueda del explorador, llegando a ofrecer hasta 1.000 libras esterlinas como recompensa a quien diera con su destino. Varias expediciones se lanzaron en su búsqueda, pero ninguna fue capaz de dar con rastro alguno de su equipo… excepto por curiosas pistas que parecía haber ido dejando en el camino, como alertando de lo que le esperaba.

Se trataba de la letra L tallada en varios árboles, muchas veces sobre las letras XDA. La L bien podía significar Leichhdart, pero el significado de XDA jamás quedó claro. Con el paso del tiempo (y hasta bien entrados los 1860’s), cada vez más y más hallazgos de este tipo añadieron datos verdaderamente confusos.


Muchos aborígenes que hablaron con estas expediciones afirmaban haber visto a cuatro hombres blancos recorriendo las áridas estepas. Algunos decían que habían muerto, pero otros que vivían y que al menos uno recorría de manera regular el desierto. Esta leyenda comenzó a tomar forma y con el tiempo incluso aparecieron pinturas aborígenes retratando al famoso hombre blanco.

Nadie sabe qué pasó con Leichhardt. Muchos especulan que sencillamente murió, y que quizás las apariciones a los nativos no eran más que su alma despidiéndose del lugar que lo hizo grande. Otros creen que fue asesinado por el gobierno británico, avergonzado de que un alemán (y no un inglés) fuese el más grande explorador australiano. Pero otros suponen que enloqueció a la vista de la inmensidad del desierto y que, cual bestia ancestral, éste se apoderó de su alma. Por ello, habría vagado el resto de su existencia de un lugar a otro sin encontrar un solo momento de descanso.


No son más que leyendas. Pero mientras no se sepa la verdad con exactitud, vivirán en las áridas tierras australianas.

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