martes, 30 de junio de 2015

El pozo de Darvaza (La puerta al Infierno)




La historia

Hay ciertos lugares en el mundo que ya sea por su situación geográfica o por sus especiales e inquietantes caracateristicas son considerados sitios magnéticos, entradas que tapan una de las varias puertas al infierno que, según cuentan, se encuentran repartidos por todo el mundo.


Uno de ellos aseguran que se encuentra en pleno desierto Karakum (Turkmenistán), es el Pozo de Darvaza en la aldea de Darvaza, se encuentra un cráter de unos cincuenta metros de diámetro y más de veinte de profundidad, bautizado por los lugareños como “La Puerta del Infierno”.


En el interior del pozo, un fuego abrasador arde desde hace décadas, en un incendio que parece no tener fin. 


El pozo de Darvaza no es obra de la Naturaleza, sino que se trata del inesperado resultado de una prospección minera soviética llevada a cabo en la década de 1970.


Un equipo de geólogos se encontraba perforando el terreno en busca de yacimientos de gas natural, cuando de repente se toparon con una caverna subterránea que provocó el desmoronamiento de la excavación. 


Nadie se atrevía a descender por el cráter para recuperar el valioso equipo de perforación, debido a la elevada cantidad de gases tóxicos provenientes de su interior; así que los geólogos decidieron prenderle fuego a los gases que emanaban del pozo de Darvaza, con el fin de incinerarlos hasta que se consumieran por completo.


La idea no resultó muy acertada, ya que los soviéticos subestimaron de forma grosera las dimensiones de la caverna subterránea y su inflamable contenido. 


Los gases del pozo, que tendrían que haberse extinguido supuestamente en cuestión de semanas, siguen encendidos y ardiendo sin cesar desde 1971; es decir, hace casi cuarenta años. 


Incluso se ignora por completo durante cuántos años más continuarán ardiendo las llamas de La Puerta del Infierno. Pese a que el pozo de Darvaza se encuentra en una región de difícil acceso y con un gran número de restricciones burocráticas para visitar la zona, muchos curiosos se acercan regularmente hasta esta desolada comarca de Turkmenistán para observar el fenómeno con interés y asombro.


De todas maneras, el intenso calor que emana del cráter sólo permite aproximarse a sus bordes durante escasos minutos, hasta que la temperatura se vuelve insoportable.


Por las noches, el espectáculo del ardiente pozo de Darvaza es literalmente dantesco: el fuego reluce en toda su magnitud, dándole al pozo un aspecto semejante al de un ardiente cráter volcánico, que sin duda hace honor al nombre de Puerta del Infierno.





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lunes, 29 de junio de 2015

Arca de la Alianza



¿Qué fue de este sagrado cofre que encerraba las 10 tablas de la ley? Se dice que el Arca que detenía a ejércitos enteros, derribaba murallas y era capaz de abrir las aguas de los ríos, se encuentra oculta en Jerusalén o custodiada en secreto en una iglesia de Etiopía.


La búsqueda de la mítica Arca de la Alianza, uno de los tesoros más míticos del Antiguo Testamento y que fue construido siguiendo las precisas instrucciones de Dios a los pies del monte Sinaí, ha durado decenas de siglos y ha encendido la imaginación de teólogos, aventureros y arqueólogos.

La Biblia, en Éxodo 25, 10-22, la describe con mucho detalle: era una especie de cofre de madera de acacia, revestida por dentro y por fuera con oro puro, que medía 2,5 codos de longitud y 1,5 de ancho y alto ( unos 1,25 mts de largo por 0,75 de ancho y 0,75 de alto). Una cornisa o guirnalda de oro rodeaba su parte superior y por fuera llevaba fijos cuatro anillos de oro a ambos lados, a través de los cuales se insertaban dos largas varas, también de madera de acacia revestidos de oro, para poder transportarla. Su tapa superior, llamada “propiciatorio”, era de oro macizo y llevaba encima la imagen de dos querubines de oro, uno de cara al otro y con las alas desplegadas, que miraban hacia el centro de la caja. Entre el espacio entre ambos querubines y el propiciatorio se formaba un espacio abierto –una especie de triángulo sagrado- que se llamaba oráculo, y era la parte más sagrada del Arca. Allí Yahveh hacía sus prescripciones a Israel. “Allí”, el Señor le había dicho a Moisés, “me encontraré contigo, desde encima del propiciatorio, de en medio de los dos querubines colocados sobre el arca del Testimonio, te comunicaré todo lo que haya de ordenarte para los israelitas”. (Ex. 25,22).


Una vez que el Arca fue construida, la Biblia nos cuenta que “y dio Moisés en el Monte Sinaí dos tablas del testimonio, dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios. Y Moisés tomó el testimonio y lo puso dentro del Arca.” (Libro del Éxodo).Una leyenda posterior, contada en carta a los Hebreos, relata que, aparte del “testimonio” o las tablas de la ley con los 10 mandamientos, allí también fueron guardados la vara de Aaron que reverdeció y una vasija con el Maná que cayó del cielo y alimentó al pueblo israelita en el desierto.


El Arca de la Alianza, que representaba la alianza (pacto o convenio) entre Dios y el pueblo judío, se transformó a partir de ese momento en el objeto más sagrado para Israel. Estaba situada en el sancta sanctorum o lugar más sagrado del tabernáculo o del Templo. Su utilidad fue variada, pues no sólo estaba destinada a contener los elementos sagrados antes descritos, sino que además tenía fama de ser un arma capaz de proteger al pueblo elegido, siendo brazo ejecutor de los castigos de Dios. Los significados del Arca, así, iban más allá de lo simbólico: tener el Arca era tener a Dios.


Su transporte y cuidado fue reservado sólo a la tribu de los levitas. Luego de dejar Egipto y durante la vida nómada y las expediciones en el desierto del pueblo judío, el Arca siempre iba antes que el pueblo porque ella mostraba qué camino seguir y dónde hacer alto cada noche. Y cuando era levantada, los sacerdotes decían: “Levántate, Yahveh, que tus enemigos se dispersen, huyan delante de ti los que te odian”. Si alguna tribu enemiga atacaba, los israelitas sacaban el Arca al frente de batalla y los enemigos huían despavoridos (Nm 10,34-35). El arca viajaba siempre cubierta por un velo de protección, más una capa de cuero fino, y un paño de color púrpura.


Poderes terribles

La Biblia nos relata que el Arca de la Alianza tenía poderes excepcionales e incomprensibles. Podía detener el curso de los ríos, aplastar montañas y destruir ejércitos enteros. Cuando el pueblo de Israel llegó a la Tierra Prometida y los judíos se encontraron con el río Jordán, el Arca de la Alianza detuvo las aguas del torrente para que los hebreos pudieran cruzarlo. (Jos 3,14-17: “…Y en cuanto los que llevaban el arca llegaron al Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el Arca tocaron la orilla de las aguas… las aguas que bajaban de arriba se detuvieron y formaron un solo bloque a gran distancia…).

Pero quizás su proeza más impresionante fue la destrucción de las murallas de Jericó. La Biblia relata que, para lograrlo, los israelitas estuvieron dando vueltas durante seis días alrededor de la ciudad con el Arca de la Alianza a cuestas. Al séptimo día dieron siete vueltas, lanzaron un grito de guerra, dejaron oír sus trompetas y las murallas cayeron como castillos de naipes.(Jos 6,1-20).


Cuando los israelitas llegaron a la Tierra Prometida, el Arca fue puesta en la ciudad de Guilgal, y se le construyó un pequeño santuario. Más tarde fue trasladada a Siquem, después a Betel y finalmente a Silo, su primera residencia de larga duración. Allí fue cuidada por la familia del sacerdote Elí. Muchos años más tarde, durante una cruenta guerra contra los filisteos, el Arca fue llevada al campamento israelita con el objeto de levantar la moral de los guerreros. Pero después de una trágica derrota de los hebreos, donde también murieron los dos hijos del juez y el sacerdote israelita Elí, los filisteos la tomaron como un valiosísimo trofeo, desatando un verdadero luto en todo el país de Israel. Los filisteos creían que la toma del Arca significaba una victoria de sus dioses sobre el Dios de Israel, así que la llevaron a la ciudad de Asdod y la colocaron como un trofeo de guerra en el templo de su dios Dagón. A la mañana siguiente, sin embargo, hallaron la estatua de Dagón caída de bruces en tierra delante del Arca, así que la levantaron y la colocaron de nuevo en su lugar. Pero, a la mañana siguiente, hallaron de nuevo a Dagón en el piso, sólo que esta vez estaba sin cabeza y sin manos.


Al mismo tiempo una cruel enfermedad (la plaga bubónica quizás) azotó a los asdodeos, mientras que una terrible invasión de ratas afligió a todo el territorio circundante. Estos castigos fueron de inmediato atribuidos a la presencia del Arca dentro de las paredes de la ciudad, así que los filisteos trasladaron el Arca a Gat y a Ecrón, lugares donde ocasionó los mismos azotes. Finalmente, luego de siete meses de espantosos sucesos, por sugerencia de sus sacerdotes y adivinadores, los filisteos decidieron renunciar a su pavoroso trofeo y la pusieron sobre un carro tirado por dos vacas, sin conductor, y la enviaron por los campos para que fuera donde quisiera.

La carreta, así, llegó sola a la ciudad judía de Bet Shemesh. Allí, los israelitas salieron a su encuentro, pero imprudentemente abrieron el Arca y miraron dentro. Todos cayeron fulminados. Espantados, los habitantes de Bet Shemesh decidieron deshacerse del Arca, y la mandaron a la vecina ciudad de Kiryat Yearim, donde permaneció 20 años olvidada. El rey David se acordó entonces de ella y decidió trasladarla a Sión. La puso en una carreta tirada por bueyes y organizó una procesión. Pero en cierto momento, por un brusco movimiento de los animales, la carreta se tambaleó, y un hombre llamado Uzzá, para evitar que el Arca cayera al suelo, intentó sujetarla. Y apenas la tocó cayó muerto.

Cuando por fin llegó el Arca a Jerusalén, fue depositada en una pequeña tienda, a modo de santuario, construida por David. Y cuando años más tarde su hijo Salomón construyó el Templo de Jerusalén, fue definitivamente colocada en la parte más sagrada del mismo. Y es curiosamente allí, en el lugar más protegido y seguro de todos los que estuvo, donde, alrededor del año 900 A.C., se perdió su pista para siempre. Esto dio origen a una búsqueda que ha inspirado a creyentes y cazadores de fortunas durante milenios.


¿Qué fuerzas ocultas escondía este cofre?

Un objeto que despedía rayos de luz divina, podía detener el curso de los ríos, aplastar murallas, destruir ejércitos, provocar enfermedades o matar por contacto tenía que encerrar poderes secretos. Muchos aventuraron que el Arca era un condensador, un arma nuclear o una caja fuerte electrificada. En 1948 el físico Maurice Denis-Papin afirmaba que el Arca era un condensador eléctrico “capaz de producir poderosas descargas de hasta 700 voltios”. Más tarde Erich von Däniken, en su libro “Recuerdos del futuro” (1968), decía que ésta “era una especie de transmisor de radio entre Yahvé y Moisés”. Y el famoso escritor español J.J. Benítez afirmaba que era “un arma mortífera” al servicio del pueblo de Dios. Los científicos actuales la definen como una suerte de objeto tecnológico, ya que combinaba un material conductor como es el oro con otro aislante como es la madera. Las placas de oro por dentro y fuera, separadas por madera de acacia, lo transformaban en algo muy parecido a un condensador eléctrico, formado por un par de superficies conductoras separadas por un material dieléctrico.

¿Dónde está el Arca?

La búsqueda del Arca, así como el Santo Grial, ha sido objeto de deseo de muchos durante siglos. El historiador alemán Otto Rahn, por ejemplo, sin ir más lejos, tal como se cuenta en las famosas películas de la saga de Indiana Jones, afirma que los nazis persiguieron con ahínco ambas reliquias.

Hay muchas teorías para explicar el actual paradero del Arca. Algunos sostienen que los babilonios, comandados por el rey Nabucodonosor II, tras conquistar Jerusalén el año 586 A.C., se apoderaron del Arca, la destruyeron y fundieron su oro. Otros sostienen que, durante esta invasión, fue oculta por sacerdotes del templo. Según el libro de los Macabeos, el profeta Jeremías tomó el Arca y la ocultó en el Monte Nebo (“”El profeta, después de una revelación, mandó llevar consigo la Tienda y el Arca; y salió hacia el monte donde Moisés había subido para contemplar la heredad de Dios. Y cuando llegó Jeremías, encontró una estancia en forma de cueva; allí metió la Tienda, el Arca y el altar del incienso, y tapó la entrada. Volvieron algunos de sus acompañantes para marcar el camino, pero no pudieron encontrarlo.


En cuanto Jeremías lo supo, les reprendió diciéndoles: “Este lugar quedará desconocido hasta que Dios vuelva a reunir a su pueblo y le sea propicio. El Señor entonces mostrará todo esto; y aparecerá la gloria del Señor y la Nube, como se mostraba en tiempo de Moisés”).

El diario británico The Telegraph, en un reportaje sobre el Arca, respaldó esta teoría al entrevistar al Rabino Chaim Richman, quien afirmó que la santa reliquia estaba ubicada a un kilómetro del actual templo de Jerusalén, “oculta en cámaras subterráneas, cavadas en los días de Salomón”. Richman agregó que “los judíos tienen una cadena ininterrumpida de información grabada y transmitida de generación en generación, lo que indica su posición exacta. Sabemos dónde ha estado el Arca durante miles de años atrás. Podríamos cavar para sacarla, pero esta zona está controlada por los musulmanes”.

Sin embargo, otros historiadores y especialistas se inclinan a creer que el Arca se encontraría en Etiopía, celosamente custodiada en la catedral de Tsion Maryam, en Axum, donde habría sido custodiada por siglos por monjes ortodoxos de la ciudad. El Arca habría sido llevada de Jerusalén por el hijo del rey Salomón-el vástago Emperador Menelik I-, quien la llevó primero a la isla de Elefantina, cerca del río Nilo. Después habría sido llevada a una especie de tabernáculo en la isla de Tana Cherkos (Tana Kirkos), ubicada en el lago Tana, donde permaneció durante 800 años. Posteriormente, el rey Ezana de Etiopía decidió trasladar el Arca de la Alianza a Axum, considerada como la Jerusalén de Etiopía. Hay variadas pruebas arqueológicas que respaldan esta teoría, como la existencia allí de reliquias pertenecientes al pueblo judío de la época del Arca, y que pertenecerían al templo de Jerusalén. Además, extrañamente el Arca es el punto central del culto y la adoración cristiana en Etiopía: cada uno de los 20.000 templos de Etiopía contiene una réplica del Arca de la Alianza.

En 1989 el periodista británico Graham Hancock respaldó esta teoría al afirmar que la legendaria reliquia no se encontraba perdida, sino que a salvo en una iglesia de Etiopía, adonde había sido trasladada secretamente hace más de mil años (alrededor del 1.650 AC). El patriarca ortodoxo de Etiopía, Abuna Paulos, de hecho, confesó hace pocos años que había “visto” el Arca de la Alianza y que su estado de conservación era “bueno”.

Por lo pronto, los más ortodoxos afirman que el paradero de este mítico y fabuloso cofre sagrado, signo visible de la presencia y protección de Dios, tal como decía el profeta Jeremías, seguirá siendo “desconocido, hasta que Dios vuelva a reunir a su pueblo y le sea propicio”.

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domingo, 28 de junio de 2015

El asesinato de Robert Kennedy


Hay tres asesinatos en Estados Unidos que constituyen todo un misterio al que muchos les gustaría encontrar respuesta: el asesinato de John Fitzgerald Kennedy, el de Martin Luther King, y el de Robert Kennedy. En los tres casos las resoluciones que se adoptaron en poco concuerdan con las muchas pruebas que en cada uno se encontraron; balas mágicas que no se saben de dónde han sido disparados; posbiles sospechosos que fueron vistos en los lugares de los crimenes pero que nunca se han encontrado; implicaciones políticas, complots…


El senador Robert Kennedy había sucedido a su hermano como gran candidato para el pueblo estaodunidense a la presidencia de EE.UU. Su caracter firme, su inteligencia, su constancia, la consecuencia con sus ideas le habían dado ese grado de apoyo y confianza que el pueblo norteamericano había depositado pocos años atrás en su hermano John F. Kennedy. Y así, el que fuera mano derecha de JFK poco a poco convertiría su carrera política en un ascenso meteórico hacia el sillón presidencial.

Un viernes, 5 de Junio del año 1968, Robert Kennedy se encontraba en el hotel Ambassador de Los Angeles buscando apoyos para su campaña presidencial. De ese modo agradecía la confianza a todos aquéllos que le habían votado en las primarias de California, en las que había arrasado poco tiempo atrá. Quedaban apenas 5 meses para saber quien sería el próximo presidente de los Estados Unidos, y él era el gran candidato para ganar.


Al acabar la reunión, la gran cantidad de público que lo esperaba a la salida hizo que decidieran sacarlo por otro lado, por lo que se dirigieron a las cocinas del hotel. Fue allí donde encontró la muerte. Tres disparos a quemarropa del palestino Sirhan Bishara Sirhan acabaron con su vida después de una larga agonía de 24 horas. Nunca se sabrá como consiguió entrar en las cocinas el asesino, ni como supo de aquel repentino cambio de planes, pero las sospechas se dispararon en todas direcciones.


Robert Kennedy sufrió tres impactos de bala: en la cabeza, en la axila y en la base del cuello, pero en total se realizaron diez disparos. De hecho, aparte de Robert, hubo cinco heridos más, uno de ellos con dos tiros. En total, diez balas, y, sin embargo, la pistola de Sirhan sólo tenía un cargador de ocho balas. Eso hizo presuponer que, supuestamente, había dos armas, y por tanto, dos asesinos. Pero aquella línea de investigación no se continuó. Hubo paneles de la cocina en las que se incrustaron las balas, y cristales rotos que se perdieron como pruebas.


El propio Sirhan, cuando fue interrogado por un psicólogo, no recordaba nada de lo ocurrido, y sólo acertaba a escribir: “Matar a Kennedy, matar a Kennedy…”, varias veces, como si fuera una reacción autómata. Los amantes de las teorías conspirativas empezaron a indicar que Sirhan estaba “programado”, teoría que aún se reforzó cuando se supo que dos años atrás Sirhan había tenido un accidente por el que fue internado en un hospital, y que cuando salió de él, todos sus conocidos decían que estaba totalmente cambiado… Y las sospechas, como ocurriera con su hermano John Fitzgerald, volvieron a apuntar hacia la CIA.

De nuevo, los presentes hablaron de otros dos personajes desconocidos que estaban en la escena del crimen, de un hombre rubio y de una mujer con un vestido de lunares. Varios testigos coincidieron en ese punto, pero tampoco se encontraron a estos dos sospechosos.


Una cuarta bala se quedó en el abrigo de Robert sin llegar a impactarle, pero era imposible que un tiro directo no le atravesara. Por otro lado, el disparo de la cabeza se demostró que había sido hecho a quemarropa, a escasa distancia, y sin embargo, Sirhan, se encontraba a más de un metro en el momento de disparar…

Muchas pruebas contradictorias; otras muchas perdidas; muchas líneas de investigación abandonadas; muchos errores en el seguimiento del asesinato… y muchos intereses particulares y poíticos, pues como su hermano, Robert seguía en la lucha contra la mafia, en su enfrentamiento a los soviéticos y a Cuba… los mismos motivos que parecieron tener para sospechar que la muerte de JFK fue un complot, se volvían a dar con Robert.


Pero como ocurrió con Lee Harvey Osvald, en este caso, tan sólo Sirhan Sirhan fue acusado del magnicidio. Hoy día, cumple cadena perpetua, pero aún así, él sigue declarándose inocente del crimen…

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sábado, 27 de junio de 2015

Nostradamus y los nazis



Durante la ocupación alemana de Francia, la Gestapo decomisó la traducción de Las Centurias por parte de Max de Fontbrune


En el verano de 1934, el doctor Max de Fontbrune recibió a un hombre desconocido en su consultorio de Sarlat. No se trataba de un paciente, sino de un bibliófilo según le dijo. Había viajado desde París con el propósito de tratar con él acerca de una traducción, pues el doctor era también un especialista en latín y griego.

Se trataba de un libro especial: Prognostication/ nouvelle & prediction por tenteuse pour composee pair maistre Michel Nostradamus, docteur en medicine, de Salon de Craux en Provence, nommee par Ammianus Marcelinus. Era la primera edición de Lyon publicada en 1554 por el impresor Iean Brotot de las centurias, los versos proféticos del célebre Nostradamus.

El frontispicio era muy bello; a pesar de la requisitoria contra los astrólogos y los magos realizada por el vidente en una carta a su hijo César —como una cura en salud frente a la Inquisición— los dibujos eran grabados en madera de símbolos zodiacales y de instrumentos mágicos como un podio para consultar en un libro mágico los secretos de la clarividencia.

El doctor de Fontbrune también gustaba de los libros antiguos. Esta era una joya, pues muchas de otras ediciones del mismo siglo XVI no eran completamente fieles a los textos originales. Se reunían en este libro las predicciones nostradámicas escritas en latín con algunas partes en griego, lo cual permitía evitar los errores de malas traducciones posteriores.

El bibliófilo convenció al doctor de Fontbrune a realizar una nueva traducción de las centurias. Un trabajo emprendido principalmente por el interés literario pues la complejidad en nombres, símbolos y referencias de las cuartetas, convertían en un reto su traslado al francés buscando, lo más posible, no se perdiera la cadencia original de los versos en latín.


El dueño de esa primera edición dejó una tarjeta con su nombre y una dirección que a la postre resultaron falsos. Este personaje desapareció así misteriosamente de la escena dejando el valioso libro en posesión del doctor de Fontbrune, quien se aplicó a la traducción cuya primera versión sería publicada en 1938.

Un año después de esta historia, otro traductor trabajaría también con un ejemplar de esta obra, pero con un fin distinto. Se trataba del esotérico suizo Karl Ernst Kraft. Su misión era acomodar las centurias para coincidir favorablemente con la causa de Adolfo Hitler, quien había conocido algunas de las cuartetas que auguraban supuestamente su advenimiento. Kraft, dedicado a la astrología, se había relacionado con la Gestapo al predecir en 1939 el atentado de Georg Elser contra Hitler, conocido como la Explosión de la Cervecería, pues este ingeniero suabo colocó ahí de manera fallida una bomba la cual explotó después de la retirada del dictador.

Joseph Goebbels se propuso usar para la propaganda la traducción de Karl Ernst Kraft del libro de Nostradamus. Una primera edición restringida de 300 ejemplares se distribuyó en la primavera de 1940 entre miembros de la élite nazi. Esto lo relata el historiador ocultista británico Ellic Howe en su raro libro titulado Los niños de Urania.

Este autor fue también espía y participó en el Departamento de Guerra Sicológica dependiente del M15 en Londres dirigido por el húngaro Louis de Wolh donde se interpretaban a los astrólogos alemanes consultados por los líderes nazis, se falsificaban revistas ocultistas para provocar desinformación las cuales se enviaban clandestinamente detrás de las líneas enemigas, e incluso se hacían operaciones de espionaje a través de “viajes astrales” como los de la medium Anne, esto de acuerdo a un libro, Mujeres en el espionaje, de J. Bernard Hutton, funcionario del gobierno checoslovaco quien conoció a esta agente tan especial .

El problema con el libro de Kraft comenzó cuando alguien comparó su versión y la publicada en francés dos años antes por el doctor de Fontbrune. Las centurias que podían relacionarse con la guerra en Europa y con Hitler y Mussolini eran completamente desfavorables en la traducción e interpretación de Fontbrune quien auguraba la invasión alemana de Francia a través de Bélgica y el surgimiento de un general quien con la ayuda de aliados retornaría victorioso para liberar a su país del dominio germano (esta alusión adelantada a Charles de Gaulle, junto a las referidas a la derrota de Hitler, contribuiría a renovar después de la guerra el prestigio profético de Nostradamus).


Durante la ocupación alemana de Francia, la Gestapo además de dedicarse a la persecución de los judíos y a buscar miembros de la Resistencia, tuvo una sección especial dirigida por Helmut Knochen para tratar asuntos secretos como buscar la sede del Kahal, apoderarse de los archivos de la francmasonería y decomisar libros peligrosos, tales como la traducción de Nostradamus del doctor de Fontbrune, quien habría de morir plácidamente diez años después de terminada la guerra, creyendo ser un predestinado.

Su hijo, Jean-Charles de Fontbrune —quien acaba de morir en diciembre pasado— continuó su obra y fue autor de un libro muy exitoso en los ochenta, Nostradamus, historiador y profeta. En su última obra alegaba por cierto acerca de la predicción nostradámica de la crisis financiera mundial como un preludio apocalíptico.

El traductor contraparte de Max de Fontbrune, el suizo mistificador Karl Ernst Kraft, tuvo un final trágico. Después de caer de la gracia de los nazis quienes lo acusaron de ser en realidad un agente doble al servicio de los británicos, fue quemado vivo en el campo de concentración de Dachau, unos días antes de la llegada de los Aliados.


Obras representativas

» Interpretación de los jeroglíficos de Horapollo (1527)
» Pronósticos y Almanaques (1550)
» Pronósticos / novela y predicción por el compositor maestro Michel Nostradamus (1554)
» Epístola a César (1555)
» Tratado de maquillajes y mermeladas (1556)
» Las Verdaderas Centurias astrológicas y Profecías del Maestro Michel Nostradamus (1556)
» Paráfrasis de C. Galen (1557)
» Espístola a Enrique II (1558)
» Tratado de la peste (1558)
» Testamento o Espístola tercera (1566)

Otros

» Nostradamus: Cartas inéditas (1983), de Jean Dupèbe


Se mencionan profecías que se encontraron sobre el nazismo en la Biblia a través de los libros de Esther y Daniel. Pero, sin duda, las principales y más impactantes son las que publicó Nostradamus en sus célebres y temidas Centurias.

Corría el siglo XVI cuando Nostradamus publicó este libro, escrito en diez cuartetas, con estrofas de cuatro versos. Dicen de Nostradamus que predijo la Revolución Francesa, el gran incendio de Londres, la muerte de JFK y hasta el 11-s. Pero además, hay cuatro cuartetas que muy bien podrían relacionarse con el nazismo:

“De lo más profundo del Occidente de Europa
de gente pobre un joven niño nacerá
que por su lengua seducirá a muchos
su fama aumentará en el reino de Oriente”

Hay que recordar en este punto el origen humilde de Hitler ya que su padre era agente de aduanas y su familia provenía de campesinos. Tampoco se puede dudar de su habilidad para convencer mediante la retórica. En cuanto al Reino de Oriente, basta pensar que todo empezó tras la sorprendente anexión, sin luchas, de Austria. El nombre germano del país austriaco es Österreich, que traducido significa “Imperio de Oriente”.

A medida que nos introducimos en las siguientes cuartetas las cosas parecen más claras:

“Vendrá a tiranizar la Tierra
hará crecer un odio latente desde hace mucho.
El hijo de Alemania no observa ley alguna.
Gritos, lágrimas, fuego, sangre y guerra”

No creo que haga falta mucha explicación al respecto. Solo mencionar que en cuanto al “Hijo de Alemania” que menciona hay que recordar que Hitler ofrecía tras la Primera Guerra Mundial la seguridad que al Estado le faltaba. El tuvo la capacidad de convencer al pueblo alemán tras su humillante derrota, de la grandeza de Alemania y de su resurgimiento. Aquel hijo de campesinos pasó en poco tiempo a ser el Hijo del Pueblo mucho antes que se conocieran las muertes de los judíos y los rusos.

La tercera cuarteta es quizás la más directa:

“Un capitán germano vendrá escudándose tras falsas esperanzas.
Y su revuelta verterá gran cantidad de sangre.
Bestias enloquecidas de hambre los ríos atraviesan.
La mayor parte del campo estará contra Hister”


De esta cuarteta la única sorpresa quizás podría ser la palabra Hister a la que algunos interpretan como una malformación de Hitler, aunque otros recuerdan que el Danubio, principal río de Austria, en latín es Ister.

La 4ª cuarteta es la más enigmática:

“Cerca del Rin, de las montañas austríacas,
un grande nacerá demasiado tarde.
Un hombre que defenderá Hungría y Polonia
y nunca se sabrá que se hizo de él.”


Ciertamente la Historia nos recuerda que Hitler invadió Hungría y Polonia, pero no es menos cierto que en los últimos años de la guerra las defendió del contraataque ruso. El último verso, finalmente, se estima hace mención al suicidio conjunto de Hitler y de Eva Braun el 30 de abril de 1945.

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viernes, 26 de junio de 2015

LA CIUDAD PERDIDA DEL DORADO



El Dorado es un lugar mítico que se suponía que tenía grandes reservas de oro y que fue buscado por los exploradores españoles e ingleses con gran empeño, atraídos por la idea de un lugar con calles pavimentadas de oro, en donde el preciado metal era algo tan común que se despreciaba. Muchos de ellos murieron en el intento por descubrir la ciudad, ya que las largas expediciones transcurrían por la selva y a la dureza del terreno había que unir la falta de provisiones. Se suponía que estaba ubicado en alguna parte del centro de Colombia y también en las zonas de la amazonia, como Brasil, Bolivia, Ecuador, Perú, Venezuela, etc., pero en especial en zonas de la Nueva Granada.


El mito empezó en el año 1530 en los Andes de lo que hoy es Colombia, donde el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada encontró por primera vez a los Muiscas, una sociedad ubicada en lo que actualmente se conoce como el Altiplano Cundiboyacense. La historia de los rituales muiscas fue llevada a Quito por los hombres de Sebastián de Belalcázar; mezclada con otros rumores, se formó allí la leyenda de El Dorado, «El Hombre Dorado», «El Indio Dorado», «El Rey Dorado». Imaginado como un lugar, El Dorado llegó a ser un reino, un imperio, la ciudad de este lugar legendario.

En busca de este reino legendario de oro fue primero enviado Don Ángel Guerra por la corona de la Reina Isabel la Católica, sin suerte después de una profunda búsqueda por el Amabaya, sus pasos fueron seguidos entonces por Don Francisco de Orellana y Don Gonzalo Pizarro quienes partieron de Quito en 1541 hacia el Amazonas en una de las más fatídicas y famosas expediciones para encontrar El Dorado.


La narración original se encuentra en la crónica, El Carnero, de Juan Rodríguez Freyle. Según Freyle, el cacique sacerdote de los muiscas era ritualmente cubierto en polvo de oro en el festival religioso de Guatavita, cerca del sitio donde hoy está Bogotá. En 1636 Juan Rodríguez Freyle escribió una versión, dirigida a su amigo Don Juan, el cacique o gobernante de Guatavita: «...En aquella laguna de Guatavita se hacía una gran balsa de juncos, y aderezábanla lo más vistoso que podían… A este tiempo estaba toda la laguna coronada de indios y encendida por toda la circunferencia, los indios e indias todos coronados de oro, plumas y chagualas… Desnudaban al heredero (...) y lo untaban con una liga pegajosa, y rociaban todo con oro en polvo, de manera que iba todo cubierto de ese metal. Metíanlo en la balsa, en la cual iba parado, y a los pies le ponían un gran montón de oro y esmeraldas para que ofreciese a su dios. Entraban con él en la barca cuatro caciques, los más principales, aderezados de plumería, coronas, brazaletes, chagualas y orejeras de oro, y también desnudos… Hacía el indio dorado su ofrecimiento echando todo el oro y esmeraldas que llevaba a los pies en medio de la laguna, seguíanse luego los demás caciques que le acompañaban. Concluida la ceremonia batían las banderas... Y partiendo la balsa a la tierra comenzaban la grita... Con corros de bailes y danzas a su modo. Con la cual ceremonia quedaba reconocido el nuevo electo por señor y príncipe».


Existen también otras lagunas en el departamento de Cundinamarca en las que se practicaba este ritual y en las cuales se encontraron piezas de oro, exhibidas hoy en día en el Museo del Oro de Bogotá. Una de ellas, la Balsa Muisca de Pasca, representa el rito de El Dorado en una hermosa figurilla de oro encontrada en la campiña cercana al pueblo de Pasca, Cundinamarca. Las poblaciones muiscas y sus tesoros cayeron rápidamente en manos de los conquistadores. Al hacer inventario de las nuevas tierras obtenidas, los españoles pronto se dieron cuenta de que —a pesar de las cantidades de oro en manos de los indios— no había ciudades doradas, ni siquiera minas ricas, puesto que los muiscas obtenían el oro a través del comercio con naciones vecinas. Pero al mismo tiempo los españoles empezaron a escuchar historias de El dorado de los indios capturados, y de los ritos que tenían lugar en la laguna de Guatavita.


La laguna de Guatavita tiene hoy una gran zanja en uno de sus costados, evidencia de los intentos que se hicieron en 1580 de drenar la laguna.

La expedición más famosa en busca de El Dorado fue aquélla de Francisco de Orellana en 1541, aunque hubo otros intentos antes de ésta. Al principio, los exploradores buscaron El Dorado en los Andes, cerca de Colombia. Sebastián de Belalcázar, un conquistador español que había viajado con Cristóbal Colón y Francisco Pizarro, buscaron El Dorado en el sur-occidente de Colombia en 1535. Nicolás de Federmann, explorador y cronista alemán que participó en la conquista española de Venezuela y Colombia, también dirigió una expedición para buscar El Dorado en 1535. El conquistador español Gonzalo Jiménez de Quesada partió en busca de El Dorado en 1536. Después de haber derrotado a los Muiscas y haber establecido a Bogotá como la capital del Nuevo Reino de Granada, Quesada se dio cuenta de que Federmann y Belalcázar también habían reclamado la misma tierra; en un pacífico encuentro llevado a cabo en Bosa, les convenció de regresar a España en 1539 y resolver el asunto.


Mientras los tres entablaban batallas legales por Nueva Granada, otros hombres continuaron la búsqueda. En 1541 Gonzalo Pizarro y Francisco de Orellana salen en pos de El Dorado y terminan en un desastroso viaje por el Amazonas. Después de dividirse en dos grupos, Pizarro y sus hombres regresaron a Quito, mientras que Orellana continuó el viaje, descubriendo y dando nombre al río Amazonas.

En 1541 el explorador español, nacido en Alemania, Felipe de Utre, emprendió una infructuosa búsqueda de El Dorado a lo largo del Amazonas en el territorio de Omagua. Encontró un territorio densamente poblado, pero ningún reino dorado. Walter Raleigh fue el primer explorador inglés en emprender la búsqueda. Raleigh partió para la Guayana, a la que denominó en 1595 como "Guiana". Navegó a lo largo del río Orinoco (hoy Venezuela) hacia el interior de la Guayana, encontró algunos objetos de oro, pero nada de las dimensiones de la leyenda, después de lo cual publicó un libro sobre su viaje titulado El descubrimiento de la Guiana, donde promovía la exploración del Reino Dorado.


En 1987 se publicó en un diario local Folha de Boa Vista del estado de Roraima (Brasil) lo que podría significar, si se verifica, un descubrimiento excepcional hecho por Roland Stevenson, Chileno radicado en la ciudad de Manaus. Dio cuenta de un camino inca desde el Ecuador hasta las sierras de las Guyanas con tambos de piedra en su recorrido. Además encontró vestigios de indumentaria inca e inclusive grabados en piedra con motivos andinos. Especuló además con que el nombre «Guyana» podría provenir del Inca Huayna Cápac , ya que se su pronunciación es semejante, y aseguró que algunas etnias hablaban una lengua emparentada con el idioma quechua, así como que la fisonomía de algunos representantes de la etnia Yanomami era muy parecida a la de los pobladores andinos.

En 1990 y luego de tres años de preparativos e investigaciones, el documentalista y periodista colombiano Roberto Tovar Gaitán ingresa con un equipo de buzos y cámaras de televisión, a la Laguna de Guatavita ubicada en Sesquilé Cundinamarca, comprobando que tiene una profundidad de 26 metros en el centro. Descubre además, en sus fondos, gran cantidad de arbustos muertos y pastos casi petrificados por el frío, los cuales evidencian que entre 1900 y 1906 la laguna fue secada totalmente. Además Tovar localiza un túnel por el cual se desaguó la laguna.

En su viaje titulado Las lagunas del Dorado, evidencia y demuestra que aun cuando la laguna de Guatavita fue un centro ceremonial importante para la iniciación de los jóvenes que serían coronados Zipas o reyes de Bacatá, esa laguna «no fue la verdadera cuna de El Dorado». Según los hallazgos, la verdadera sería la lagunita de Siecha (palabra muisca que significa La casa del varón), localizada cerca de la pirámide del Sol Muisca, a 35 kilómetros de Guatavita. Toda la historia se relata en una serie de vídeos documentales, titulada Colombia oculta, propiedad del Sr. Tovar y que se pueden ver en la videoteca del Museo del Oro de Bogotá.

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