lunes, 29 de febrero de 2016

Los túneles de América.



Los indios hopi, asentados en el estado norteamericano de Arizona, y que afirman proceder de un continente desaparecido en lo que hoy es el Océano Pacífico, recuerdan que sus antepasados fueron instruidos y ayudados por unos seres que se desplazaban en escudos voladores, y que les enseñaron la técnica de la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas. Muchas otras leyendas y tradiciones indígenas del continente americano hablan de la existencia de redes de comunicación y de ciudades subterráneas.


Existe una nutrida literatura y suficientes investigadores que mantienen la hipótesis de que debajo de la superficie de nuestro planeta habitan seres inteligentes desconocidos por nosotros.

Existen diversas hipótesis acerca de la posibilidad de que inteligencias procedentes de fuera de nuestro planeta posean puntos de apoyo subterráneos o subacuáticos en el planeta Tierra. No voy a entrar aquí en el análisis de estas posibilidades, ya que forman parte de otro estudio que merece su propia dedicación.

De forma que no voy a hablar de organizaciones como la Hollow Earth Society (Sociedad de la Tierra Hueca) o el SAMISDAT, que buscan establecer contacto con supuestos habitantes del interior del planeta, la primera, mientras que la segunda echa leña al fuego de la existencia de toda una organización de ideología nazi —naturalmente vinculada a los personajes dirigentes de la Alemania nazi— que sobrevive bajo la piel de nuestro planeta, con entradas a su mundo especialmente en el polo Norte y de la Amazonıa brasileña.

No voy a hablar de tales organizaciones ni de otras similares, ni voy a entrar en el tema de Shamballah ni de Agartha —supuestos conceptos de lo que serían unos centros de control subterráneos en los confines del Asia central— ni en el del supuesto Rey del Mundo, porque no es el momento de negar ni de confirmar la validez de todos estos supuestos. El día en que crea oportuno hablar de ellos, lo haré de la forma más clara posible.

Voy a centrarme en este artículo en los lugares que, en el continente americano, tienen mayores posibilidades de conectar con este mundo inteligente subterráneo que aflora en muchas narraciones de los indios del Norte, del Centro y del Sur de este vasto continente, recogidas desde la época de la conquista hasta nuestros días.

Para darle algún orden a la exposición de estos lugares —y dado que la datación cronológica de los supuestos túneles se pierde en la indefinición— voy a recorrer en las páginas que siguen, América comenzando por el Norte para terminar, en trayecto descendente sobre el mapa, en el Norte de Chile.

Quede dicho, antes de descender, que hay más de un investigador que afirma que el polo Norte alberga tierras cálidas y la entrada hacia un mundo interior.

El monte Shasta

Los indios hopi afirman que sus antepasados proceden de unas tierras hundidas en un pasado remoto en lo que hoy es el Océano Pacifico. Y que quienes les ayudaron en su éxodo hacia el continente Americano fueron unos seres de apariencia humana que dominaban la técnica del vuelo y la de la construcción de túneles e instalaciones subterráneas.


Los hopi están asentados hoy en día en el estado de Arizona, cerca de la costa del Pacifico. Entre ellos y la costa, se halla el estado de California. Y en el extremo norte de este estado existe un volcán nevado, blanco, llamado Shasta. Las leyendas indias del lugar explican que en su interior se halla una inmensa ciudad que sirve de refugio a una raza de hombres blancos, dotados de poderes superiores, supervivientes de una antiquísima cultura desaparecida en lo que hoy es el Océano Pacifico. El único supuesto testigo que accedió a la ciudad, el médico Dr. Doreal, afirmó en 1931 que la forma de construcción de sus edificios le recordó las construcciones mayas o aztecas.

El nombre Shasta no procede del inglés, ni de ninguno de los idiomas ni dialectos indios. En cambio, es un vocablo sánscrito, que significa sabio, venerable y juez. Sin tener noción del sánscrito, las tradiciones indias hablan de sus inquilinos como de seres venerables que moran en el interior de la montaña blanca por ser esta una puerta de acceso a un mundo interior de antigüedad milenaria.

Notificaciones más recientes de los habitantes de la cercana colonia de leñadores de Weed refieren apariciones esporádicas de seres vestidos con túnicas blancas que entran y salen de la montaña, para volver a desaparecer al tiempo que se aprecia un fogonazo azulado.

Narraciones recogidas de los indios sioux y apaches confirman la convicción de los hopi y de los indígenas de la región del monte Shasta, de que en el subsuelo del continente americano mora una raza de seres de tez blanca, superviviente de una tierra hundida en el océano. Pero también mucho más al norte, en Alaska y en zonas mas norteñas aún, esquimales e indios hablan una y otra vez de la raza de hombres blancos que habita en el subsuelo de sus territorios.

Una ciudad bajo la pirámide

Descendiendo hacia el Sur, recogí en la primavera de 1977 en México la creencia de que bajo la pirámide del Sol en Teotihuacán (la ciudad de los dioses ), se esconde por el lado opuesto de la corteza terrestre —o sea en el interior del subsuelo— una ciudad en la cual se afirma que se halla el dios blanco.


400 edificios vírgenes

Si de aquí nos trasladamos a la península del Yucatán, hallaremos en su extremo norte, oculta en la espesura de la selva, una ciudad descubierta en 1941 que se extiende sobre un área de 48 km2, y que guarda en el silencio del olvido más de 400 edificios que en alguna época remota conocieron esplendor.

Fue hallada por un grupo de muchachos que, jugando en las inmediaciones de una laguna en la que solían bañarse, se toparon con un muro de piedras trabajadas, oculto por la vegetación. No teniendo los mexicanos recursos suficientes para acometer la exploración del lugar, requirieron ayuda norteamericana, acudiendo dos arqueólogos especializados en cultura maya, adscritos al Middle American Research Institute de la Universidad de New Orleans.

También ellos determinaron que el proyecto de limpieza y estudio de la enorme ciudad sobrepasaba sus posibilidades, por lo que habría que crear una asociación con otras entidades. La guerra logró que el proyecto fuera momentáneamente archivado. Hasta que, en 1956, la Universidad de New Orleans, asociada esta vez con la National Geographic Society y con el Instituto Nacional de Antropología de México reemprendió las investigaciones.

Andrews, el arqueólogo que dirigía la expedición, se dedicó —mientras el equipo de trabajadores comenzaba la desobstrucción de las edificaciones— a recoger informaciones entre los indios de la región. Un chamán le hizo saber que la ciudad se llamaba Dzibilchaltún, palabra que era desconocida en el idioma maya local, y que la laguna era llamada Xlacah, cuya traducción sería ciudad vieja.

La ciudad engullida

Queriendo averiguar el motivo de este nombre, le fue narrada al arqueólogo norteamericano una leyenda transmitida por los indios de generación en generación, y que afirmaba que, en el fondo de la laguna, existía una parte de la ciudad que se alzaba arriba, en la jungla.

De acuerdo con la narración del viejo chamán, muchos siglos antes había en la ciudad de Dzibilchaltún un gran palacio, residencia del cacique. Cierta tarde llegó al lugar un anciano desconocido que le solicitó hospedaje al gobernante. Si bien demostraba una evidente mala voluntad, ordenó sin embargo a sus esclavos que preparasen un aposento para el viajero.

Mientras tanto, el anciano abrió su bolsa de viaje y de ella extrajo una enorme piedra preciosa de color verde, que entregó al soberano como prueba de gratitud por el hospedaje. Sorprendido con el inesperado presente, el cacique interrogó al huésped acerca del lugar del que procedía la piedra.

Como el anciano rehusaba responder, su anfitrión le preguntó si llevaba en la bolsa otras piedras preciosas. Y dado que el interrogado continuó manteniéndose en silencio, el soberano montó en cólera y ordenó a sus servidores que ejecutasen inmediatamente al extranjero.

Después del crimen, que violaba las normas sagradas del hospedaje, el propio cacique revisó la bolsa de su víctima, suponiendo que encontraría en ella más objetos valiosos. Más, para su desespero, solamente halló unas ropas viejas y una piedra negra sin mayor atractivo. Lleno de rabia, el soberano arrojó la piedra fuera del palacio.

En cuanto cayó a tierra, se originó una formidable explosión, e inmediatamente la tierra se abrió engullendo el edificio, que desapareció bajo las aguas del pozo, surgido éste en el punto exacto en el que cayó a tierra la piedra. El cacique, sus servidores y su familia fueron a parar al fondo de la laguna, y nunca más fueron vistos. Hasta aquí la leyenda.

Pero continuemos con estas ruinas del Yucatán septentrional. La expedición acabó por desobstruir una pirámide que albergaba ídolos diferentes de las representaciones habituales de las divinidades mayas. Otro edificio cercano se revelaría como mucho más importante.

Se trataba de una construcción que difería totalmente de los estilos tradicionales mayas, ofreciendo características arquitectónicas jamás vistas en ninguna de las ciudades mayas conocidas. En el interior del templo —adornado todo él con representaciones de animales marinos— Andrews descubrió un santuario secreto, tapiado con una pared, en el que se encontraba un altar con siete ídolos que representaban a seres deformes, híbridos entre peces y hombres.

Seres similares por lo tanto a aquellos que en tiempos remotos revelaron inconcebibles conocimientos astronómicos a los dogones, en el África central, y a aquellos otros que nos refieren las tradiciones asirias cuando hablan de su divinidad Oannes.

En 1961, Andrews regresó a Dzibilchaltún, acompañado en esta ocasión de dos experimentados submarinistas, que debían completar con un mejor equipamiento la tentativa de inmersión efectuada en 1956 por David Conkle y W. Robbinet, que alcanzaron una profundidad de 45 metros, a la cual desistieron en su empeño debido a la total falta de luz reinante.

En esta segunda tentativa, los submarinistas fueron el experimentado arqueólogo Marden, famoso por haber hallado en 1956 los restos de la H.M.S Bounty, la nave del gran motín, y B. Littlehales. Después de los primeros sondeos, vieron claro que la laguna se desarrollaba en una forma parecida a una bota, prosiguiendo bajo tierra hasta un punto que a los arqueólogos submarinistas les fue imposible determinar.

Al llegar al fondo de la vertical, advirtieron que existía allí un declive bastante pronunciado, que se encaminaba hacia el tramo subterráneo del pozo. Y allí se encontraron con varios restos de columnas labradas y con restos de otras construcciones. Con lo cual parecía confirmarse que la leyenda del palacio sumergido se fundamentaba en un suceso real.

Este enclave del Yucatán presenta certeras similitudes con las ruinas de Nan Matol, la ciudad muerta del océano Pacifico del que afirman proceder los indios americanos. También allí se conserva una enigmática ciudad abandonada y devorada por la jungla, a cuyos pies, en las profundidades del mar, los submarinistas descubrieron igualmente columnas y construcciones engullidas por el agua.

El emperador del universo

Nos vamos a la otra costa de México, ligeramente más al Sur. En Jalisco, y a unos 120 km tierra adentro del cabo Corrientes, cuentan los indígenas que se oculta un templo subterráneo en el que antaño fue venerado el emperador del universo. Y que, cuando finalice el actual ciclo evolutivo, volverá a gobernar la Tierra con esplendor el antiguo pueblo desplazado. Tal afirmación guarda relación con el legado que encierran los pasadizos de Tayu Wari, en la selva del Ecuador.


Las láminas de oro de los lacandones

De aquí hacia el Sur, al estado mexicano de Chiapas, junto a la frontera con Guatemala. Allí moran unos indios diferentes, de tez blanca, por cuyos secretos subterráneos ya se había interesado en marzo de 1942 el mismo presidente Roosevelt.

Pues cuentan los lacandones que saben de sus antepasados que en la extensa red de subterráneos que surcan su territorio, se hallan en algún lugar secreto unas láminas de oro, sobre las que alguien dejó escrita la historia de los pueblos antiguos del mundo, amén de describir con precisión lo que sería la Segunda Guerra Mundial, que implicaría a todas las naciones más poderosas de la Tierra.


Este relato llega a oídos de Roosevelt a los pocos meses de sufrir los Estados Unidos el ataque japonés a Pearl Harbor. Semejantes planchas de oro guardan estrecha relación, igualmente, con las que luego veremos se esconden en los citados túneles de Tayu Wari, en el Oriente ecuatoriano.

50 km de túnel

Prosigamos hacia el Sur. El paso siguiente que se da desde Chiapas pisa tierra guatemalteca. En el año 1689 el misionero Francisco Antonio Fuentes y Guzmán no tuvo inconveniente en dejar descrita la maravillosa estructura de los túneles del pueblo de Puchuta, que recorre el interior de la tierra hasta el pueblo de Tecpan, en Guatemala, situado a unos 50 km del inicio de la estructura subterránea.


A México en una hora

A finales de los 40 del siglo pasado apareció un libro titulado Incidentes de un viaje a América Central, Chiapas y el Yucatán, escrito por el abogado norteamericano John Lloyd Stephens, que en misión diplomática visitó Guatemala en compañía de su amigo el artista Frederick Catherwood.

Allí, en Santa Cruz del Quiché, un anciano sacerdote español le narró su visita, años atrás, a una zona situada al otro lado de la sierra y a cuatro días de camino en dirección a la frontera mexicana, que estaba habitada por una tribu de indios que permanecían aún en el estado original en que se hallaban antes de la conquista.

En conferencia de prensa celebrada en New York tiempo después de la publicación del libro, añadió que, recabando más información por la zona, averiguó que dichos indios habrían podido sobrevivir en su estado original gracias a que —siempre que aparecían tropas extrañas— se escondían bajo tierra, en un mundo subterráneo dotado de luz, cuyo secreto les fue legado en tiempos antiguos por los dioses que habitan bajo tierra. Y aportó su propio testimonio de haber comenzado a desandar un túnel debajo de uno de los edificios de Santa Cruz del Quiché, por el que en opinión de los indios antiguamente se llegaba en una hora a México.

El templo de la Luna

En octubre de 1985 tuve ocasión de acceder junto con Juan José Benítez, con los hermanos Vilchez y con mi buena amiga Gretchen Andersen —que, dicho sea de paso, nació al pie del monte Shasta en el que inicié este artículo— a un túnel excavado en el subsuelo de una finca situada en los montes de Costa Rica.


Nos internamos en una gran cavidad que daba paso a un túnel artificial que descendía casi en vertical hacia las profundidades de aquel terreno. Los lugareños —que estaban desde hace años limpiando aquel túnel de la tierra y las piedras que lo taponaban— nos narraron su historia, afirmando que al final del mismo se halla el templo de la Luna, un edificio sagrado, uno de los varios edificios expresamente construidos bajo tierra hace milenios por una raza desconocida, que de acuerdo con sus registros había construido una ciudad subterránea de más de 500 edificios.

La biblioteca secreta

Y ya bastante más al Sur, me interné en 1986 en solitario en la intrincada selva que, en el Oriente amazónico ecuatoriano, me llevaría hasta la boca del sistema de túneles conocidos por Los Tayos —Tayu Wari en el idioma de los jíbaros que los custodian—, en los que el etnólogo, buscador, aventurero y minero húngaro Janos Moricz había hallado años atrás, y después de buscarla por todo el subcontinente sudamericano, una auténtica biblioteca de planchas de metal.


En ellas, estaba grabada con signos y escritura ideográfica la relación cronológica de la historia de la Humanidad, el origen del hombre sobre la Tierra y los conocimientos científicos de una civilización extinguida.

Las ciudades subterráneas de los dioses

Por los testimonios recogidos, a partir de allí partían dos sendas subterráneas principales: una se dirigía al Este hacia la cuenca amazónica en territorio brasileño, y la otra se dirigía hacia el Sur, para discurrir por el subsuelo peruano hasta el Cuzco, el lago Titicaca en la frontera con Bolivia, y finalmente alcanzar la zona lindante a Arica, en el extremo norte de Chile.

De acuerdo por otra parte con las informaciones minuciosamente recogidas en Brasil por el periodista alemán Karl Brugger, con cuyo asesinato en la década de los 80 desaparecieron los documentos de su investigación, se hallarían en la cuenca alta del Amazonas diversas ciudades ocultas en la espesura, construidas por seres procedentes del espacio exterior en épocas remotas, y que conectarían con un sistema de trece ciudades ocultas en el interior de la cordillera de los Andes.

Los refugios de los incas

Enlazando con estos conocimientos, sabemos desde la época de la conquista que los nativos ocultaron sus enormes riquezas bajo el subsuelo, para evitar el saqueo de las tropas españolas. Todo parece indicar que utilizaron para ello los sistemas de subterráneos ya existentes desde muchísimo antes, construidos por una raza muy anterior a la inca, y a los que algunos de ellos tenían acceso gracias al legado de sus antepasados. Posiblemente, el desierto de Atacama en Chile sea el final del trayecto, en el extremo Sur.

Estamos hablando pues, al final del trayecto, de la zona que las tradiciones de los indios hopi citados al inicio de esta artículo —allá arriba en la Arizona norteamericana—, señalan como punto de arribada de sus antepasados cuando —ayudados por unos seres que dominaban tanto el secreto del vuelo como el de la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas—, se vieron obligados a abandonar precipitadamente las tierras que ocupaban en lo que hoy es el Océano Pacífico.

Pero la localización de las señales concretas —que existen—, el desciframiento adecuado de sus claves correctoras —que las hay—, así como la decisión de dar el paso comprometido al interior, es —como siempre sucede en todo buscador sincero— una labor tan comprometida como intransferible.

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viernes, 26 de febrero de 2016

U- 65 ¿El submarino fantasma?



Esta es la historia referente a un primerizo U-Boot de la primera guerra mundial. una historia de fantasmas que tiene como protagonista a un buque embrujado y parece que maldito ya desde el principio.



Nadie duda en afirmar que problemas para el U-65 comienzan justo antes de poner la quilla en contacto con el mar, ya que uno de los operarios que trabajaban en su construcción en los astilleros de Brujas (Bélgica) falleció tras ser golpeado por una viga que formaría parte de la cubierta.

En uno de sus primeros ensayos en mar abierto, tres tripulantes fallecieron asfixiados en la sala de máquinas a causa de la excesiva concentración de gases.


Posteriormente, en unas pruebas en alta mar con sus submarinos gemelos el U-63 y el U-64, el capitán de la nave ordenó a un marinero la inspección de la cubierta e inexplicablemente cayó por popa y fue engullido por el remolino generado por las hélices. En su siniestra singladura, siguió acumulando un currículum digno de una película de terror.

Tras ordenar inmersión su capitán y que estabilizasen la nave a 10 m. El submarino no obedece, ante la asustada sorpresa de la tripulación, y continua su descenso hasta tocar fondo donde segun se dijo permanecieron un total de 12 horas y cuando la situación parecía sin solución comenzó a emerger de manera misteriosa a la superficie.


Tras esta serie de sucesos, el buque deteriodado por el choque con elfondo, fue llevado al dique seco, siendo declarado en poco tiempo apto para el servicio, pero la tragedia no se hizo esperar, dado que mientras efectuaban el armado para salir de patrulla, uno de los torpedos tras recibir un golpe estalló segando la vida del segundo de a bordo y de otros ocho marineros.

A partir de ese momento la tripulación del U-65, aseguró ver en varias ocasiones el fantasma del oficial muerto “de pie en la proa y con los brazos cruzados”.


Tras una breve patrulla por el estrecho de Dover, regresaron a la base, y aunque esta estaba bajo un intenso bombardeo aliado, no atemorizó a los tripulantes que abandonaron el submarino de buena gana. El capitán en el instante que dejaba el puente fue alcanzado por la metralla y resultó muerto...

Como es normal, comenzó a circular el rumor de que el U-65 estaba embrujado y esto motivó que los altos mandos enviasen a un capellán a realizar un “exorcismo”, pero al parecer, el mal se negaba a abandonar el buque, dado que en la siguiente patrulla un tripulante se suicidó, uno de los artilleros se volvió loco y el primer maquinista se rompió un pierna.


Finalmente el 10 de julio de 1918, el submarino americano que portaba la numeral L-2, divisó a la deriva cerca de las costas de Irlanda el U-65 y cuando se disponía a torpedearlo este estalló súbitamente, pero lo más sorprendente es que el capitán del buque americano afirmó que: “ en la proa estaba alguien con los brazos cruzados”

Sin embargo, esta historia llena de romanticismo, no deja de ser una leyenda, o una vieja historia de marineros, la "verdadera" historia del U-65 reza así:


El UB-65 fue encargado, con el número de construcción 90, en los astilleros VULCAN de Hamburgo, el 20 de Mayo de 1916, conjuntamente con una serie de 6 submarinos con los numerales UB-60 a UB-65. Botado el 26.01.1917, entra en servició en la Marina Imperial el 18.08.1917.

El periodo de pruebas y entrenamiento de la tripulación se desarrolla sin ningún incidente reseñable en los archivos. El 30.09.1917, el UB-65 es asignado a la 5ª Flotilla con base en Bremerhaven, una base naval en la desembocadura del Weser, de donde aparejó para su primera misión de guerra el 10.10.1917. Esta se desarrollo en el sector de las Islas Shetland y las Hebridas. Volvió a la base el 04.11, sin registrar ningún suceso de importancia.


Después de tres semanas de inmovilización para entretenimiento y diversas puestas a punto, regresó a la mar el 06.12 en dirección del canal de St. George en el mar de Irlanda, via Paso de Calais.

Este crucero que debia terminar el 29.12 iba a ser el más fructifero con la destrucción de un velero de tres palos sueco, dos vapores y el escolta Arbulus. A pesar del mal tiempo, atacó , sin éxito, a un convoy el 18.12 y soportó un contraataque de los escoltas con cargas de profundidad que provocaron la destrucción del periscopio. El UB-65 regresa a la base para su reparacion En enero de 1918, se le asignó a la nueva base en la isla de Heligoland.


El 02.02, aparejó en dirección a los parajes de Horns Riff a lo largo de la costa holandesa, pero por causa de una fuga de carburante, tuvo que interrumpir su misión, dirigiendose a Whilhelmshaven para repararla.

El 19.02, retornó a la mar en dirección al mar de Irlanda, por la ruta del norte de Escocia, hundiendo un mercante noruego. Regresó el 15.03 a Heligoland, donde el 18.04 fue asignado a la 2ª flotilla.


El 22.04, aparejó para su 5ª patrulla por el mar de Irlanda. Regresó el 19.05 después de hundir un velero de tres palos danés y averiar al cañón a 3 vapores, aunque recibe algunos impactos de un bombardeo, del cual salió sin averias notables.

El 22.07, retornaba a la mar en dirección al canal de Bristol. De esta misión el UB-65, no volvió.

Su primer y único comandante fue el Kapitänleutnant Martin SCHELLE, un oficial de 29 años, quién se graduó en el curso de submarinismo en Kiel de diciembre de 1915 a Abril de 1916, navegando durante el curso formativo en el submarino UC-21, después fue comandante a bordo del submarino-escuela U-25. En agosto de 1916, con ocasión de ser promovido al grado de Kapitänleutnant recibió el mando del UC-33 que conservó hasta junio de 1917. A continuación tomó el mando del UB-65 conservandolo hasta su final.


Con este submarino, entre el 10.10.1917 y el 10.07.1918, efectuó 6 misiones de guerra en el curso de las cuales hundió seis mercantes, totalizando 6.011.- toneladas y el escolta HMS Arbulus de 1.290.- toneladas.

En un primer tiempo, el UB-65 tuvo como segundo oficial al Leutnant zur See Adolf ECKOLDT que procedia de la escuela de submarinos. De 25 años de edad, permaneció a bordo hasta abril de 1918. Después fue trasladado a bordo del U-94, como segundo también. Con este nuevo barco le sorprendió el fin de la guerra, cesando en el servicio el 22.11.1919.

Su sucesor fue el Leutnant zur See Henry MUNCHMEYER, un joven oficial de 21 años procedente de la escuela de submarinos. Formación seguida de tres meses, entre enero y marzo de 1918, como segundo del UB-67 antes de embarcarse en el UB-65 en abril de 1918.


En las máquinas, el oficial mecánico, Leutnant Ingenier der Reserve Fritz SCHNABEL, tenia un año más que el comandante SCHELLE. Su historia le habia conducido, después de la escuela de submarinos en 10.1916 a bordo del UC-57 del cual habia salido para embarcarse en el UB-65 todavia en el astillero.

Con estos tres oficiales y 34 marinos a bordo hizo su última salida. Nunca volveria.

El 10 de julio de 1918 hacia las 16 horas, al sur de Irlanda en 51º07' N y 9º 42' W.

En el cuaderno de bitacora del submarino US AL-2 mandado por el Lt. P.F.FOSTER no se menciona "la presencia de un hombre en pie sobre la cubierta de proa" , todavia menos la de un expectro.

En realidad, el AL-2 habia detectado al UB-65 en superficie y se sumergió para aproximarse y torpedearle.En el último vistazo a traves del periscopio, antes del lanzamiento de los torpedos, el AL-2 vió al UB-65 semisumergido, cuando se produjo una violenta explosión despues de la cual el submarino alemán desapareció.

Al parecer la leyenda fue producto del periodista estadounidense Edgar Cayce, autor de obras como "el triangulo de la bermudas" lo cual lo dice todo. aunque quien sabe... la historia pervive hoy en dia. personalmente, me gusta pensar que existe un viejo U-Boot navengando por los siete mares.... ;)

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jueves, 25 de febrero de 2016

El misterio de la mano cortada



La marquesa que mutiló el cadáver de su hija

El 30 de enero de 1954, el hijo de la marquesa de Villasante, Luis Shelly, denunció ante el juzgado de Madrid a su madre, por su proceder un tanto inquietante ante la muerte de su hermana Margot. La marquesa tenía la extraña afición de diseccionar animales de todo tipo, y el muchacho encontró parte del material quirúrgico que utilizaba para ese fin junto al lecho de muerte de su hermana, en concreto, unas tijeras y unas pinzas. Cuando Margot murió, el 19 de enero, su madre prohibió la entrada a la habitación al resto de los hermanos, que querían velarla, y se encerró en ella junto al cadáver de su hija con la sola compañía de su compañero sentimental, José María Bassols. Cuando por fin los hermanos tuvieron acceso, el cadáver de Margot se encontraba ya en un ataúd sellado para conducirla al cementerio. Una vez enterrada su hermana, Luis revisó la habitación y encontró un cuchillo largo y afilado y una tabla para cortar carne, por lo que sospechaba que el cadáver de su hermana había sido mutilado. En el juzgado número 14 de Madrid, el juez Aguado González, ordenó la investigación del caso.


Margarita Ruiz de Lihory, Marquesa de Villasante, siempre fue una mujer muy peculiar. Se consideraba una gran amante de los animales, en su casa tenía 17 perros, 3 gatos, 12 canarios y 2 tórtolas, pero su según palabras de su hijo ante el juzgado ” los diseccionaba una vez muertos, cortándoles la lengua, extirpándoles el corazón y arrancándoles el pellejo, que después conservaba. En alguna ocasión, decapitaba también a sus animales, conservando las cabezas“.


La policía registró la casa que la marquesa tenía en Madrid, en la calle Princesa en el barrio de Argüelles, aunque la familia vivía normalmente en el palacete de la Calle Mayor número 58 de la provincia de Albacete, donde murió Margot. Allí encontraron: ” un hacha pequeña de las llamadas de carnicero, con el mango de madera barnizada, con tres remaches dorados; una vasija, en forma de cubeta, toda ella de material plástico, la mitad inferior estriada, color blanco, la mitad superior transparente, con tapa color rojo y botón blanco y asa de alambre con manguito color rojo; esta vasija contiene, como puede comprobarse por la transparencia de su parte superior, una mano derecha, al parecer de mujer, seccionada por la muñeca, estando el recipiente lleno de un líquido transparente…”


Tras estos descubrimientos, el juez ordenó la exhumación del cadáver. Al examinar el cuerpo de Margot descubrieron que, además de la mano derecha, le habían amputado parte de la lengua, extraído los ojos de las cuencas y recortado el vello púbico. Volvieron a registrar la casa, encontrando los ojos y la lengua de la joven junto con restos de vísceras de animales.


La casa de Albacete de la marquesa era muy famosa, los niños la conocían como “la casa de los fantasmas” y se comentaba que en los sótanos se realizaban extraños experimentos. Cuando la policía registró esta casa no encontró ningún sótano, pero la leyenda de que allí había un laboratorio secreto siguió circulando. Incluso hablaban de dos hombres vestidos de negro, que ocultaban sus caras, que fueron vistos entrando y saliendo de la casa.


La gente hablaba de unos “médicos nórdicos”, que estuvieron viviendo en aquella casa con el consentimiento de la marquesa. Decían que tenían que ver con un caso extraño de avistamientos de ovnis que se hizo famoso en aquella década, el posible contacto con seres venidos del planeta Ummo. Posteriormente se llegó a especular con que estos dos hombres de negro procedían de ese planeta imaginario y este fue su primer contacto con la tierra. Pero de este tema ya hablaremos en otro momento.


Otra hipótesis era que los supuestos médicos nórdicos, invitados por la marquesa cuando Margot enfermó, serían alemanes, miembros del Reich que utilizaban la casa para realizar experimentos. El pasado como espía de Margarita Ruíz no era ningún misterio. Estos dos científicos nazis huirían de Alemania durante los juicios de Nuremberg, y seguirían con sus experimentos en casa de la marquesa, tal vez de un arma química.


La historia de esta extraña mujer es muy poco común. Margarita Ruíz de Lihory y de la Bastida, marquesa de Villasante, baronesa de Alcahail, duquesa de Valdeáguilas y vizcondesa de la Mosquera, nació en Valencia a finales del siglo XIX, probablemente el 1889. Con 17 años se casó con Ricardo Shelly, con el que tuvo cuatro hijos. Se licenció en derecho en sólo dos años y estudió además enfermería e idiomas. Sirvió como espía para Miguel Primo de Rivera cuando había problemas con Marruecos, por lo que fue nombrada capitán honorario de las tropas en África por sus méritos. Posteriormente se dedicaría a ser pintora, bailarina, periodista, actriz y pianista.


Nunca quiso confesar por qué motivo mutiló el cadáver de su hija, pero tanto ella como su compañero fueron condenados por delito de profanación de cadáver y atentado contra la salud pública. En ese momento se supo que los títulos de marquesa de Villasante y baronesa de Alcahail no le correspondían a ella, sino a su hermana mayor, Soledad.


Para su macabra costumbre de descuartizar animales, existía una hipótesis, y ésta era que la marquesa los utilizaba para introducir en España joyas, diamantes y documentos secretos, tráfico al que se dedicaba, elementos que introduciría en el estómago de los animales vivos, para luego recuperarlos en su casa. Pór qué motivo conservaba partes de estos animales, nunca se supo, como tampoco se supo el motivo por el que mutiló a su hija. Debemos suponer que la marquesa tenía unas aficiones poco comunes de bastante mal gusto. No hubo juicio pero pasó 10 años en el psiquiátrico de Carabanchel.


Otra hipótesis sería que Margot enfermó al tocar, con su mano derecha, algo con lo que estaban experimentando los científicos alemanes, que entró en contacto con las mucosas provocando su enfermedad. Por ese motivo se amputó la mano y se extrajeron los ojos y la lengua. Margot se sabe que murió de una variante de leucemia. ¿Tal vez una leucemia química?. ¿O un virus extraterrestre traído por los hombres de negro?.


Margarita Ruíz se llevó el secreto con ella a la tumba. Murió en la miseria en su casa de Albacete, el 15 de mayo de 1968, está enterrada en el cementerio de Nuestra Señora de los Llanos, de esa misma ciudad. El mismo cementerio donde enterraron a su hija Margot.


En su momento, los hechos fueron publicados en un diario experto en crímenes y cosas macabras de la España profunda, “El Caso” (mi abuela era fan de esta publicación), en las páginas centrales, dedicadas a los crímenes más famosos del momento, pero recibieron amenazas y dejó de escribirse sobre el tema. La marquesa era tenida en mucha estima por su colaboración en África, y hay temas sobre los que es mejor callar.

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miércoles, 24 de febrero de 2016

El secreto de Rennes-le-Château




Sobre lo alto de una colina en el sudoeste de Francia, Rennes-le-Château es un lugar solitario, ardiente bajo el sol en verano y azotado por fríos vientos en invierno. Su situación dominante sobre el resto de la comarca es la única razón posible de que haya sido habitado desde la más remota antigüedad. Su castillo es mudo testigo de pasadas grandezas. La visión de las cumbres nevadas de los Pirineos la única compensación a las dificultades de vivir en lugar tan inaccesible. Incluso la moderna carretera se hace tediosa al ascender del valle a la cima. Vista de lejos, la población parece aislada del resto del mundo, un lugar olvidado por el tiempo. Impresión pronto disipada por los numerosos visitantes que remontan la cuesta animados por un único propósito: Descubrir su enigma, adentrarse en su secreto, y es que Rennes-le-Château ostenta el prestigio de ser el lugar más misterioso de Europa, escenario de acontecimientos extraños y siniestros, cuna de fabulosos tesoros y guardián del secreto más bien guardado de la historia.


El enigma de Rennes-le-Château se inicia en la época romana. Después de que los soldados del Emperador Tito saqueasen y destruyesen el Templo de Jerusalén en el año 70 de nuestra era, el botín - el tesoro del Templo de Salomón - fue trasladado a Roma, donde permaneció durante más de tres siglos, hasta que el Imperio empezó a derrumbarse. En el año 410 los visigodos, acaudillados por Alarico, saquearon Roma, llevándose "El Tesoro del Templo". Dos años después desembarcaron en las costas meridionales de las Galias. La región de Rennes-le-Château les agradó, estableciéndose y fundando un reino permanente que no tardaría en saltar los Pirineos y extenderse por el norte de España. No sabemos si es cierto que el tesoro "El Arca de la alianza y las Tablas de la Ley de Moisés" llegó o no a las Galias, pero nunca más se supo de él. Y no se descarta que pudiera hallarse oculto en los alrededores de Rennes-le-Château. De hecho, no falta quien ha querido ver una relación entre el Arca y la población de Arques, no lejos de Rennes.


Tras la llegada de los visigodos a Rennes hubo dos siglos de relativa estabilidad, hasta que en el siglo VI llegaron procedentes del norte los merovingios, que extendieron su dominio sobre el reino visigodo. Estos invasores eran portadores de una cultura sofisticada y enterraban a sus soberanos con joyas y tesoros. Uno de estos reyes, Dagoberto II, se casó en Rennes-le-Château con la princesa visigoda Gizelle de Razas. Obvio es decir que la legendaria riqueza de los merovingios, bien documentada por la arqueología, ha dado pie a relatos de fabulosos tesoros aún por descubrir en la región de Rennes.


Considerando el magnetismo de dicha comarca para los tesoros de todas clases, no es sorprendente que en aquellos parajes se suponga oculta la joya más preciosa de la Cristiandad. Y por aventurado que parezca, es bastante posible que así sea, puesto que el Santo Grial pudo muy bien llegar a tales lugares en la forma que lo cuenta la leyenda: "En algún momento del siglo I, José de Arimatea y María Magdalena desembarcaron en el sur de Francia, trayendo consigo el llamado Grial, donde José de Arimatea recogió la preciosa sangre de Jesús Crucificado".


Esto es plausible ya que por aquel entonces la Galia meridional servía a los emperadores romanos como lugar conveniente donde enviar a los desterrados. Entre los indeseables ilustres que en un momento u otro recalaron allí por haber perdido la gracia imperial figuran, tanto Herodes Antipas como Poncio Pilatos. Históricamente es posible que María Magdalena y José, en cuanto fieles seguidores de Jesús, emprendiesen el forzado viaje hacia las Galias. En el siglo I de nuestra era existían rutas permanentes de navegación mercante de lado a lado del Mediterráneo, que facilitaban los viajes al eludir las penosas rutas terrestres. Muchas familias judías se establecieron entonces en la comarca de Rennes-le-Château, y de acuerdo con una de las teorías, una más de las que integran el enigma de la región, cuando desembarcó María Magdalena lo hizo con un hijo de Jesús, estableciéndose así una dinastía mesiánica. Bajo este punto de vista el Santo Grial dejaría de ser un cáliz que recoge la sangre de Cristo para pasar a ser sinónimo de Gri–al o sea Sangre Real, que se identificaría con la genealogía de los descendientes de Jesus hasta nuestros días.


Sin embargo, la verdadera naturaleza del Grial, es un tema tan misterioso como los orígenes mismos de la leyenda. En la versión más antigua, el Grial es un objeto dorado, una piedra mágica; en otras posteriores es el Santo Cáliz utilizado durante la última cena de Jesús, o es el cáliz que uso José de Arimatea para recoger su sangre. Suponiendo que éstas hayan sido explicaciones derivadas, el Grial originario pudo ser casi cualquier cosa. Más adelante los aspectos caballerescos de la leyenda entraron a formar parte del ciclo Arturiano medieval que luego fueron ampliadas por el romanticismo. Estableciéndose una conexión caballeresca real que vincula el Santo Grial con los corrientemente llamados caballeros templarios.


Los Templarios formaban una orden monástica y militar, prestaban votos de castidad, pobreza y obediencia, y alcanzaron una gran popularidad e influencia después de la Primera Cruzada y la conquista de Jerusalén. Tenían su casa principal cerca del destruido Templo de Salomón en Jerusalén, emplazamiento que les fue concedido hacia 1120.


Algunos indicios sugieren que el grupo fundacional de nueve caballeros ya se había formado incluso antes de aparecer públicamente como Orden. Pasaron los primeros años sin que se acrecentasen mucho sus filas hasta que en 1135 -1140 comenzó su ascenso meteórico convirtiéndose en una fuerza política y económica de primera magnitud. Llegaron incluso a tener más poder que algunos reyes, y ése fue factor principal de su súbita y espantosa caída, que culminó en la disolución de la Orden y la dispersión de su fortuna y posesiones. Por sus pasados esplendores y por las experiencias que acumularon en el Próximo Oriente, sin embargo, quedó alrededor de ellos un aura permanente de misterio. Se decía que los Templarios habían dirigido excavaciones en el interior del monte del Templo, y todavía hoy se formulan conjeturas acerca de los motivos que tendrían para abrir túneles en tan sagrado lugar. Una de las teorías dice que encontraron un tesoro, el cual llevaron consigo cuando regresaron a Francia para ocultarlo en la región de Rennes-le-Château, y que tal tesoro no era otro sino el verdadero y santísimo Grial.


Pero todo esto no hubiera pasado de ser simples leyendas o especulaciones, si no hubiese sido por un descubrimiento excepcional ocurrido hace algo más de un siglo en la iglesia de Rennes-le-Château en donde, un sacerdote católico llamado François Bérenger Saunière, elevó a nuevas y vertiginosas alturas la leyenda de Rennes-le-Château como lugar de misterio y de tesoros ocultos.


Nacido el 11 de abril de 1852 en la cercana aldea de Montazels, en 1879 recibió las órdenes sacerdotales. En 1885 fue destinado a la parroquia de Rennes-le-Château. Era un cura pobre, que mejoraba su alimentación con lo que pescaba y cazaba durante sus largas excursiones por la comarca. Sus dietarios, que se han conservado hasta la fecha, atestiguan un nivel de vida exiguo y raciones de hambre.


La parroquia consagrada a María Magdalena y escenario de las supuestas bodas de Dagoberto II con Gizelle de Razès, se hallaba en avanzado estado de ruina hacia finales del XIX. La última restauración databa del siglo XV. Todo eso cambió cuando el nuevo presbítero emprendió gracias a algunas pequeñas donaciones la restauración del altar. Al levantar el ara de las antiguas columnas que la sustentaban aparecieron varios documentos guardados en tubos de madera, de lo cual hubo testigos, porque Saunière contaba con la ayuda de seis obreros para los trabajos de la restauración, y dos de ellos aún vivían en 1958 y corroboran el descubrimiento de los manuscritos.


Desde aquel momento, Saunière mudó de fortuna. El hallazgo de cuatro documentos supuestamente antiguos puso en marcha un encadenamiento de hechos cuyas consecuencias rebasaron con mucho el mero bienestar espiritual del párroco. Desde aquel momento manifestó una inmensa riqueza, un tren de vida lujoso, hizo frecuentes viajes, restauró la iglesia, se embarcó en nuevas construcciones y convirtió Rennes-le-Château en punto de reunión de nobles y destacados visitantes.


¿Cuál fue el descubrimiento del párroco? ¿Que pueden contener unos manuscritos para mudar de tal forma la vida de una persona y de un lugar? De hecho doscientos años antes podemos encontrar vestigios de secretos escondidos. Mucho se ha escrito sobre la presencia de una misteriosa tumba de piedra, en medio de la vegetación, en las cercanías de Rennes-le-Château, habiéndose sugerido que esa tumba es la misma que el famoso pintor francés Nicolas Poussin representó en una obra de 1647, Les Bergers d´Arcadie II, la más misteriosa de todas las suyas. En ella vemos a un grupo de pastores observados por una enigmática mujer y reunidos alrededor de una tumba, en uno de cuyos laterales se muestra la leyenda «Et in Arcadia ego». La pintura se encuentra en el Louvre y Saunière encargo copia de ella. El cuadro, el cura y los pergaminos se combinan para aumentar el secreto de Rennes-le-Château.

La pericia de Saunière, con su no explicado acceso a una fabulosa fortuna y su repercusión en la tranquila vida aldeana de Rennes-le-Château, venían a confirmar las viejas historias sobre tesoros. De hecho los campesinos de la región tenían una explicación bien sencilla sobre la fortuna del párroco. Ningún enigma que descifrar: el nuevo cura se habría tropezado con una fuente de riqueza escondida por los antepasados. Pero el caso fue que mientras vivió, Saunière guardó silencio absoluto sobre el origen de sus fondos y se negó obstinadamente a revelar el secreto. Las especulaciones interminables a que dio lugar tal actitud se multiplicaron después del súbito fallecimiento de aquél. ¿Cómo pudo llevarse a cabo el rápido enriquecimiento de Saunière? ¿De donde provenía el dinero? ¿Qué contenían los misteriosos pergaminos?. ¿Tenían algo que ver con el misterioso secreto de los Cátaros, por el cual prefirieron ser quemados, muchos siglos atrás, en esta misma región? ¿Descubrió Saunière el tesoro escondido de los Templarios? Nunca lo reveló, pero dejó muchas pistas a su alrededor. Especialmente en su iglesia.


Después del descubrimiento de los pergaminos y durante varios años Saunière se dedicó a restaurar la iglesia añadiéndole decoraciones y detalles, figuras estrafalarias y tallas estrambóticas. Cualquier católico que entre en el lugar y desee persignarse encontrará que la pila del agua bendita está sustentada por un personaje bien conocido, aunque desde luego el que menos esperaría encontrar en tal lugar, "el diablo en persona". Por otro lado las estaciones del vía crucis, muy llamativas y desproporcionadas de tamaño difieren de los grabados de los vía crucis normales. Y por si esto fuera poco hizo colocar en el dintel de la puerta la siguiente inscripción "Terribilis est locus iste" Este lugar es terrible.

Saunière halló cuatro o cinco pergaminos en unos tubos de madera sellados. Dos de ellos contenían genealogías relacionadas con la dinastía merovingia, los otros hablan de pasajes evangélicos. Uno se refiere a como iba Jesús con sus discípulos en sábado por unos sembrados, y ellos cortaron algunas espigas y las comieron.

El otro cuenta la cena en Betania con Lázaro resucitado de entre los muertos, durante la cual María Magdalena ungió los pies de Jesús. La versión oficial de los pergaminos está exhibida a la vista del público en las paredes del museo Saunière en Rennes-le-Château.

Desde que las copias de los pergaminos fueron publicados - los originales permanecen ocultos - se ha intentado descifrarlos a partir de variadas aproximaciones. El Enigma Sagrado es posiblemente la obra mas leída sobre el tema y en ella, como en estudios posteriores, se enfatiza que el tesoro encontrado en el interior de la iglesia de María Magdalena, fue de naturaleza espiritual. Un secreto preservado a través de milenios, una herejía que atenta contra los fundamentos de la Iglesia y que perturba a todo cristiano comprometido: El cuerpo de Jesús permanece enterrado en un lugar cercano a Rennes-le-Château. Una versión señala que se exilió después de sobrevivir a la crucifixión mientras otra se inclina a que su cuerpo fue traído momificado por los templarios, y ambas que tuvo descendencia de su unión con Maria Magdalena. Y que su línea genealógica llega hasta hoy día. Si esto fuese cierto las leyendas sobre el Santo Grial adquirirían nuevos significados.

Mucho se ha escrito sobre el misterio de los Cátaros y Rennes-le-Château. Hoy sabemos que la fortuna de Saunière provenía de las donaciones de nobles y de sociedades secretas vinculadas al secreto. Un secreto que indiferentemente sea verdad o mentira, atrae a numerosos visitantes con ánimo de encontrar algo que quizás por su simplicidad permanece oculto a sus miradas pero abierto a sus corazones. Cierto o falso, verdad o mentira, forma parte de la historia de Rennes-le-Château. Algo que muy pronto todos podremos ver.

LAS CLAVES DEL MISTERIO

En la entrada de la iglesia, el Reverendo Saunière hizo colocar las siguientes inscripciones: "Mi casa se llamará casa de oración" y "Terribilis est locus iste" - Este lugar es terrible - La referencia bíblica completa es: "Mi casa será llamada casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones" (Mateo 21,13). Este lugar es terrible, es la casa de Dios y la puerta de los cielos (Génesis, 28,17) El trabajo de reconstrucción de la entrada terminó en 1897 y costó el equivalente de 3.500.000 francos actuales.

En el suelo de la iglesia está dibujado un tablero de ajedrez de 64 cuadrados orientado hacia los cuatro puntos cardinales.

Justo en la entrada se encuentra la estatua del diablo Asmoideo, sosteniendo la pila de agua bendita y sobre ella existe un grupo escultórico de cuatro ángeles donde puede leerse la frase que Constantino había visto en el cielo: "Con este signo le vencerás", que por supuesto está bajo la señal de la cruz.

Pero la frase real de Constantino era sólo: "Con este signo vencerás". Este añadido -le- al original ha alimentado muchas polémicas.

Un dato significativo es que todas las estatuas en la iglesia miran hacia el suelo.
- En el lado derecho del altar la Virgen está sosteniendo un niño.
- En el izquierdo San José está sosteniendo otro niño.

Los dos niños a ambos lados del altar sugieren la idea de que Jesús tenía otro hermano o que uno es efectivamente Jesús y el otro su hijo y que, según la leyenda del Grial, su descendencia escapó de la masacre de Montsegur. ("click" en imágenes para agrandar)

En la iglesia de Rennes-le-Château algunas estaciones del Vía Crucis usan elementos e incluso escenas que difieren de las habituales, lo cual se interpreta como nuevas claves del misterio dejadas por Saunière.

Son lápidas muy llamativas, de tamaño desproporcionado con relación a las dimensiones no demasiado grandes del templo, y tal como han señalado algunos autores, difieren de los vía crucis habituales en detalles tales - imposibles de ignorar por un sacerdote - que indican una voluntaria intención críptica. Incluso, todo el Vía crucis está orientado en dirección contraria a la habitual.

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