Leyendas del Norte
Pocos lugares son sinónimo de magia y leyenda tanto como los antiguos reinos del norte europeo. En aquellas regiones, dominio de la nieve y hogar de las poderosas y temidas runas (que por mucho tiempo se consideraron poseedoras de una magia inconmensurable), seres desconocidos tomaban formas incomprensibles y reinaban en mundos perdidos debajo de los seres humanos.
Una de las leyendas más interesantes en aquellas regiones del norte es la de los No Muertos, es decir, aquellas personas que “vuelven” después de la muerte, pero no exactamente como fantasmas o espíritus, sino como verdaderos No Muertos que todavía pueden usar sus antiguos cuerpos.
Daugr
Conocidos también como aptrgangr (literalmente, “aquel que camina después de la muerte”), los Daugr eran un conjunto de criaturas que podían tomar muchas formas y modificar su tamaño a voluntad. Todas, sin embargo, tenían algo en común: correspondían originalmente al cuerpo de una persona muerta.
Los orígenes de los Daugr no son del todo claros. Sin embargo, la muerte a causa del ataque de estas criaturas – algo bastante común en la mitología nórdica – hará que la víctima se levante, a su vez, como un nuevo Daugr, por lo que la mayor parte de estos seres se origina a causa del ataque de uno de ellos.
Como mencionamos más arriba, además de su gusto por la sangre de los vivos lo Daugr están dotados de poderes mágicos que los convertían en seres verdaderamente temibles. Además de la posibilidad de cambiar de forma a voluntad (ya fuese para adoptar la apariencia de otra persona o la de un animal), estas criaturas poseían grandes habilidades mágicas, la capacidad de predecir el futuro e incluso la posibilidad de volverse “inmateriales” y atravesar la roca sólida y el suelo.
Una variedad de Daugr, los Haugbui, posee atributos semejantes pero permanece siempre en las cercanías de su tumba, atacando únicamente a quienes se atrevan a profanar el suelo sagrado.
La tradición para evitarlos
Los antiguos nórdicos tomaban todo tipo de precauciones para asegurar que sus muertos no se convirtieran en un Daugr. Para comenzar, colocaban unas tijeras abiertas sobre su pecho y paja o pasto seco en sus bolsillos. Luego clavaban un alfiler a la planta de su pie y ataban sus dedos para evitar que pudiese volver a caminar. Y para terminar, construían una “puerta” ritual, y evitando que el difunto la “viera” la cerraban por encima de él.
Tomando las medidas adecuadas, era posible evitar que un muerto tomara este camino. Sin embargo, quienes morían en la Guerra, o fuera del hogar (y que no recibían adecuada sepultura) siempre podían tomar esta forma. La leyenda de los Draugr desaparece un par de siglos después de la cristianización del norte… pero entretanto nos pone frente a un mundo en el que los muertos vivientes eran considerados una amenaza constante.
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