viernes, 11 de septiembre de 2015

Los fantasmas de las carreteras



No creemos que exista lugar en el mundo en donde los relatos e historias de fantasmas y aparecidos en las carreteras no sean ya considerados como parte de las leyendas que se tejen en cada región.

Y es que son muchas las narraciones que nos han avisado de la presencia de espíritus que se presentan en estas pistas, ya sea causando temor o la curiosidad de quienes transitan por ellas, aunque nos atrevemos a decir que lo primero es lo que debe primar.



Sabemos que las carreteras son lugares que debido al elevado número de vehículos que transitan por ellas y por las velocidades a las que fluyen, se convierten en espacios propicios para muchos accidentes que fatalmente dejan muchos muertos año a año.

Si analizamos bien los hechos, también nos daremos cuenta de que la gran mayoría de estos accidentes ocurren de manera imprevista con los resultados mortales que ya conocemos, razón por la que se explica que aquellos que fallecen siguen vagando por las zonas sin entender aún lo que ha sucedido.


Sin embargo, aquellos que parecen haber comprendido su fatídico final se manifiestan de dos maneras. Algunas almas en pena se dedican a advertir a quienes transitan por ahí de los posibles peligros que se ciernen sobre la zona, para de esta manera, evitar que otros sufran lo que ellos. Pero otros, al no asimilar su trágico destino, deciden atormentar a los conductores y pasajeros de los vehículos que se trasladan por estas importantes vías de transporte.

Muchos relatos cuentan incluso de personas que fueron subidas a los vehículos como pasajeros que solicitaban que se les transporte, pero que al final resultaron ser almas en pena que desaparecieron en pleno camino.


Otras narraciones cuentan hechos más espeluznantes cuando se refieren a las apariciones de estas ánimas a un costado del camino, las que se cruzan frente al auto una vez que éste pasa a su lado.

Pero sea como sea, lo cierto es que estas apariciones fantasmales en las carreteras se seguirán dando por siempre, toda vez que su permanencia en esa dimensión será eterna.

En 1984, concretamente un 15 de julio, en la carretera de Almaraz a Navalmoral de la mata, entre las tres y la cuatro de la madrugada del domingo al lunes, a la altura del kilometro 190 de la nacional V, en un lugar conocido como las viñas, se produjo un suceso extraño.


A la hora indica, varios conductores que regresaban por la citada carretera, quedaron estupefactos al ver a una mujer, vestida de novia, haciendo autostop, la mujer según sus testimonios, se encontraba en el centro de la calzada y parecía transparente como el cristal.

Un camionero la monto en su camión y asegura decir que a los tres kilómetros de viaje desapareció literalmente del camión...

La joven autoestopista fantasma.

En 1931 una joven fue asesinada mientras era conducida a su casa de un baile en el O ‘Henry Ballroon de la avenida Archer de Chicago; vestía un vestido de fiesta y unos zapatos de baile, fue encontrada en el cementerio de la resurrección, también en la misma calle.


Durante varios años después de lo ocurrido, algunos automovilistas han declarado haber visto a una joven con un antiguo vestido blanco practicando el autostop en la avenida Archer, se cuenta que, sobre todo, la recogían hombres solteros o que se subía a los coches sin ser invitada y pedía que la llevaran a su casa y luego les hacía que la dejaran en el cementerio de la resurrección, algunos automovilistas han asegurado que la mujer salía del coche sin abrir la puerta.

Una noche del mes de diciembre de 1977 un hombre paso con su coche y reparo en una mujer joven vestida de blanco detrás del portón del cementerio de la resurrección, creyendo que tal vez se hubiera quedado inadvertidamente cerrada dentro del cementerio, el automovilista llamo a la policía.

Pero cuando llegaron, la joven había desaparecido, notaron, sin embargo, que las barras de hierro forjado dl portón del cementerio estaban ligeramente dobladas hacia fuera y distinguieron a ambos lados las huellas de dos manos.


Un muchacho que desaparece

Una noche de invierno de 1965, nuestra vecina Mae Doria, de Tulsa, Oklahoma, emprendió sola el viaje de sesenta y cinco kilómetros para ir a casa de su hermana en Pryor; mientras conducía por la autopista 20 recordó Doria, a pocos kilómetros al este de la población de Clarenmore, pase por delante de un colegio y vi a un muchacho que parecía tener once o doce años haciendo autoestop en la orilla de la carretera.

Compadeciéndose de un muchacho tan joven en una noche tan fría, Doria detuvo el coche y se ofreció a llevarle, el niño subió y se sentó a su lado de Doria en el asiento delantero, y dijo Doria, y charlemos sobre las cosas de que suelen hablar las personas que no se conocen, Doria le pregunto qué estaba haciendo en aquel lugar, y él le dijo, jugando al baloncesto en el colegio.


El pasajero parecía tener 1,65 metros de estatura y buena constitución, como un muchacho aficionado a los deportes y que ejercitaba los músculos, era blanco, de cabello castaño claro y ojos grises azulados, pero sin saberlo, Mae Doria habla recogido a un fantasma autoestopista.

El muchacho señalo a fin una alcantarilla en las afueras de Pryor y dijo, déjeme allí, como no vio ninguna casa ni luces, Doria le pregunto donde vivía, a lo cual respondió el chico, allí, Doria estaba tratando de adivinar donde era allí, cuando el pasajero desapareció del asiento.


Doria detuvo de inmediato el coche y se apeo de un salto, corrí alrededor del automóvil, casi histérica, mirando por todos lados y partes del coche y alrededores, pero fue inútil; había desaparecido, mas tarde recordó Doria que el autopista no llevaba chaqueta a pesar del frió infernal que hacía, una conversación casual con un empleado de una empresa de servicio público, mantenía dos años después del suceso, se entero de que el personaje fantasma había sido recogido por primera vez en el mismo lugar en el año 1936.


Un autoestopista pertinaz

Estaba conduciendo su automóvil desde Mayagüez, Puerto Rico, hacia su casa en Arecido, en una noche del 20 de noviembre de 1982, cuando Abel Haiz Rassen, mercader árabe que vive en Puerto Rico, cruzo un sector conocido autoestopista, Haiz Rassen miro al hombre, que tenía unos treinta y cinco años y vestía camisa gris y pantalón vaquero pardo, y siguió adelante.

Pero cuando se detuvo ante un semáforo en rojo en la siguiente encrucijada, se paró el motor de su coche, mientras trataba de ponerlo de nuevo en marcha, no se dio cuenta de que el autoestopista abría la puerta y se metía en su coche.


Me llamo Roberto, dijo el hombre al sorprender a Haiz Rassen, ¿Tendría la bondad de llevarme a mi casa, en la ubicación alturas de Aguada?, hace casi dos meses que no veo a mi esposa Esperanza y a mi hijo. Haiz Rassen se negó, diciendo que su esposa le estaba esperando en Arecibo, pero Roberto insistió, el conductor volvió a tratar de poner el coche en marcha, y este arranco de pronto.

Convino llevar a Roberto hasta el restaurante, el nido, en el curso del breve viaje, el importuno pasajero le advirtió que condujese con cuidado y que no bebiese, y pidió a Haiz Rassen que rezase por el. Haiz Rassen se detuvo en la zona de aparcamientos del restaurante, unos que le observaban de cerca le vieron hablar animadamente, al parecer consigo mismo, uno le pregunto si necesitaba ayuda.


No respondió Haiz Rassen, pero este caballero quiere que le lleve a su casa, se volvió a su derecha para señalar al pasajero, pero allí no había nadie.

Estaba tan presionado que a punto estuvo de enfermar, llamaron a la policía, y dos agentes, Alfredo Vega y Gilberto Castro, le llevaron al hospital local, donde refirió su extraña historia.


Escépticos pero todavía intrigados, los agentes se dirigieron a la ubicación y llamaron a la puerta que dijo el conductor que le había indicado Roberto, la abrió una mujer que llevaba un niño pequeño en brazos, a preguntar de los agentes, respondió que se llamaba Esperanza y que era viuda de Roberto Valentín Carbó.


Su marido, que era bastante calvo, llevaba una camisa gris y unos pantalones vaqueros pardos el día 6 de octubre de 1982, en que había muerto en un accidente de coche, en el lugar de la carretera donde Abel Haiz Rassen le había visto por primera vez seis semanas mas tarde…


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