sábado, 8 de agosto de 2015

La extraña resurreccion de Joan Norkot



Para conocer la misteriosa historia de la resurrección de Joan Norkot, tenemos que mirar al pasado, más concretamente mirar al siglo XIX. A mediados de este siglo, el doctor inglés Henry Sampsom, tenía en sus manos un antiguo manuscrito redactado aproximadamente 200 años antes. Este manuscrito estaba escrito, nada más y nada menos, que por un parlamentario inglés, John Mainard. En él se podían leer un misterioso caso judicial del cual John Mainard había sido testigo. Era misterioso, ya que hablaba de la resurrección de una mujer que había sido asesinada, para acusar a sus verdaderos asesinos.


Si miramos lo acontecido en el crimen, podemos saber que el asesinato de este hombre fue una noche de 1629, en un lugar cercano a la capital inglesa, Londres, más concretamente en Hertfordshire.El señor Joan Norkot era encontrada degollada al día siguiente en su cama. Ésta vivía con sus hijos menores y junto a ellos dos, su marido, su suegra, su hermana y el marido de esta. Rápidamente la policía barajó varias hipótesis, de este modo se pensó en un ajuste de cuentas, en un asesinato de algún conocido o simplemente de un común acto de suicidio.

Esta última fue la causa de la muerte a la que se agarraron los familiares de esta humilde casa. Lo cierto es que los agentes de la autoridad competente para esclarecer este crimen no se decantaban del todo por la causa del suicidio. Esta mujer no tenía indicios en su personalidad de que pudiera recaer en una crisis psicológica que la llevara al suicidio, y las personas que la conocían tampoco creían esta versión. Ante esto, la autoridad decidió utilizar algo muy habitual en estos momentos del siglo XVII en casos como éste, la llamada “Prueba del tacto”. Este procedimiento judicial se basaba en pasar a los sospechosos por delante del cadáver de la víctima y tocarla. Se creía que el fallecido/a al ser tocados por los causantes de su muerte, el cuerpo pudiera hacer algún gesto que diera a ver al causante de su muerte. Lo cierto es que no era una prueba esencial, pero sí se utilizaba a menudo para esclarecer el camino a seguir. Actualmente, esta prueba lleva cientos de años enterrada, pero en aquella época era utilizada y reprobada.


Por orden de la autoridad en el caso, el cadáver de la mujer Joan Norkot, era desenterrado 3 semanas después para proceder con la llamada “Prueba del tacto”. Ante el cadáver pasaron los sospechosos, amigos, familiares e incluso los familiares más cercanos que vivían en la casa de los hechos. Lo verdaderamente impactante, fue cuando estos familiares que vivían en la misma casa, tocaron el cuerpo, este comenzó aponerse sonrojado, sudoroso, como si la vida entrara otra vez de nuevo en este cuerpo ya vacío de energía. No sólo eso, sino que el cadáver de Joan Norkot abrió los ojos varias veces e incluso con el dedo índice señaló a los causantes de su muerte, uno por uno. El nerviosismo reinó entre todos los que vieron esta escena, uno por ser acusados por el cadáver y otros por lo que sus ojos veían en esa sala.

Rápidamente lo ocurrido transcendió más allá de la sala, y pronto fueron requeridos por la justicia y llevados al banquillo de los acusados. Pero lo cierto es que el juez no pudo acusarlos de asesinato solamente con esta prueba, por lo que en el veredicto final fueron puestos en libertad. El hijo de Joan que no había sido acusado, pronto encontraría nuevas pruebas para poder llevar a los asesinos de su madre ante los tribunales. De este modo pidió una apelación ante la justicia, para que con las nuevas pruebas encontradas se reabriera el caso. El joven había descubierto que el cuello de su madre estaba roto antes de que se le cortara el cuello, como también descubrió que el cuchillo con el que supuestamente se cometió el suicidio estaba demasiado lejos del cuerpo, también que había restos de huellas de sangre y que la cama estaba demasiado ordenada, para haberse dado allí un asesinato.


Estas pruebas aclararon muchas cosas y los familiares acusados fueron condenados en este nuevo juicio. La suegra, el marido y la hermana fueron condenados a la mayor de las penas, la pena de muerte, pero el marido de esta última fue absuelto de todo cargo. Al recurrir la sentencia, la mujer más joven, la hermana, fue indultada a ser castigada con la pena de muerte por estas embarazada.

Joan Norkot había conseguido con ayuda de su hijo condenar mediante la justicia a sus asesinos. ¿Fue verdad que el cadáver de la mujer señaló a los asesinos? ¿Pudo reaccionar de alguna manera al estímulo de tener ante ella a los criminales? …

No sabemos esas respuestas a día de hoy, lo que sí sabemos es que esta historia conmocionó tanto al doctor Sampson, que pronto la publicó en 1851 en la revista inglesa, Gentleman´s Magazine and Historical Review dando a ver a todos el misterioso caso de la resurrección de Joan Norkot.

Cientos de preguntas y pocas respuestas se dan en este caso, pero seguro que a todos se nos viene una a la mente…

¿Pueden los muertos volver al mundo de los vivos para reclamar lo que es suyo o acusar a los que les hicieron algún agravio?


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