viernes, 18 de agosto de 2017

Leyenda de la casa de las rosas



La mayoría de las personas en la colonia “las Fuentes” y sus alrededores, estaban conscientes de que no debían poner un pie en aquella propiedad, pues aparte de tener cientos de letreros de advertencia por considerarse monumento histórico, la construcción era ruinosa y deplorable, muy lejano al majestuoso edificio que fue en sus épocas de gloria, cuando le habitaba una prestigiosa actriz.

La fachada colonia y ostentosa aún se notaba, sobre todo porque no hacia juego con el entorno, que había ido progresando con el paso de los años. Solo los más ancianos recordaban la trágica historia de la joven que vivió ahí, la cual contrajo matrimonio cuando se encontraba en la cumbre de su fama, pero ni tiempo tuvo de disfrutar pues su marido se suicidó durante la luna de miel y ella volvió triste a casa, para iniciar un encierro total hasta el día de su muerte.

Pero como es bien sabido, hay personas a quienes las advertencias les parecen retos, sobre todo a los jóvenes aburridos que rondaban por las cercanías, quienes se esforzaban por hacer apuestas, desafiándose unos a otros para entrar y robarse alguno de los carísimos objetos que según contaban aún quedaban dentro de la mansión.

Carlos era el nuevo chico en la calle, así que le obligaron a entrar en la antigua casa, a manera de iniciación, él no la había pisado jamás, así que le fue fácil perderse, pues en verdad aquello era un laberinto a punto de venirse abajo en cualquier momento. Buscaba impaciente la salida, cuando se topó con ella, una hermosa mujer de piel blanca, con una abundante melena negra brillante que resaltaba sobre un rojo vestido de gala. Su sonrisa era tan intensa que volvía a la vida aquellos muros a cada paso que daba, los escombros formaban maravillas, los pisos relucían, las paredes se llenaban de color, mientras una dulce tonada de piano sonaba en el fondo.

Tan absorto estaba el chico en la belleza de aquella joven que se olvidó de la realidad, solamente caminaba detrás de ella, perdido en sus encantos, ignorando el grito de sus compañeros, que a través de las ventanas le pedían regresar. Ellos no podían ver a la hermosa mujer, solo a su nuevo vecino caminando hechizado entre los escombros, desconectado del mundo…sabían que algo iba mal, se desagarraban la garganta llamándole, hasta quedar sin aire en los pulmones, pero era inútil, estaba atrapado en los recuerdos de aquella torturada alma que no podía descansar en paz, añorando a su amado, al cual por desgracia, Carlos se parecía demasiado.

Ese era el destino del chico, como si el espectro de la actriz lo hubiese llamado desde lejos, para venir a sustituir un amor perdido, y darle vida a muerto, pues desde aquel día, los jardines de la mansión florecieron, se llenaron de rosas, coloridas y hermosas. Las risas de una pareja feliz inundaron el lugar, aquellos que se atrevieron a mirar, dijeron haber visto al pobre Carlos consumiéndose en los brazos de aquel espectro, que le robaba la vida de a poco; pero él siempre sonrió. Incluso en el momento que la actriz le succionó el espíritu de aquella defraudada cascara humana, el parecía muy feliz de haberse liberado de aquella carga, para poder disfrutar a rienda suelta un romance con la mujer de rojo, ahora que pertenecía a su mundo.

Ahora las cosas han cambiado, nadie se acerca a la casa de las rosas porque se habla de una pareja de espectros, que bailan y ríen a rienda suelta todas las noches.

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