miércoles, 17 de agosto de 2016

OniBaba, o la leyenda de la anciana malvada



Yōkai

En el folclor japonés se conoce como Yokai a una serie de monstruos y demonios con habilidades sobrenaturales que son capaces de causar grandes daños (y en raras ocasiones beneficios) a quienes se encuentran con ellos.



El término se construye a partir de los símbolos “embrujo/calamidad” y “espectro/ aparición/ sospechoso”, por lo que vendría a representar una entidad caracterizada por una serie de atributos negativos y sobre naturales. En general, aunque varían mucho entre uno y otro, la habilidad de cambia de forma es una que está presente en prácticamente todos y que los convierte en seres peligrosos y criaturas con las que, idealmente, no deberían buscarse problemas.
Una de las criaturas más temidas perteneciente a este grupo de monstruos es OniBaba, una anciana de apariencia macabra que se alimenta de aquellos lo suficientemente ingenuos o desafortunados para caer en sus garras.


OniBaba

Orígenes La leyenda del origen de OniBaba es una particularmente amarga. Se cuenta que en tiempos pasados una familia potentada de Kioto tuvo una hija, la cual nació y creció mostrando siempre gran salud y felicidad. Sin embargo, esta pequeña jamás pronunció palabra alguna, lo cual comenzó a mostrar de manera cada vez más y más patente que algo estaba mal con ella.
Pese a sus esfuerzos, los padres no podían cambiar la situación. Al final, luego de acudir a cuanto médico encontrasen, recibieron la visita de un sabio reconocido a lo largo y ancho de Japón que les indicó que la única cura posible era darle a la pequeña el hígado de un feto no nacido.


En Japón, a diferencia de otros lugares del mundo, los lazos que vinculan a un servidor con la familia para la que trabaja eran profundos y no podían ser destruidos. En los tiempos del feudalismo, las relaciones y el honor que estas involucraban superaban por mucho cualquier cosa que se haya conocido en Europa y mostraban facetas variadas de la sociedad, a veces impresionantes y respetables (como en el caso de los 47 Ronin), a veces macabras y crueles.


Este es uno de esos casos. La mujer a cargo del cuidado de la niña, aunque la quería, se mostró horrorizada por la petición del médico. Sin embargo, era su deber – sin importar las consecuencias – cumplir los deseos de sus señores, por lo que tuvo que salir de viaje dejando a su hija de 5 años al cuidado de sus señores. Desconsolada, le entregó su posesión más preciada: un omamori o amuleto que habría de protegerla por el resto de la vida.


La mujer partió entonces a buscar una mujer, sabiendo que no volvería a su hogar hasta que lograra obtener lo que le habían solicitado. Originalmente intentó ofrecer dinero, bienes, riquezas, pero ninguna mujer aceptó sus proposiciones y todas se mostraron horrorizadas por lo que pedía.
Conforme pasaban los años y la mujer se hacía más vieja su esperanza se reducía. Al final, presa de la desesperación, decidió que optaría por esconderse y asaltar a la primera mujer embarazada que pasara por allí. Se escondió en una cueva y esperó por semanas, hasta que por fin llegó su oportunidad.


Una joven – y una bastante agraciada – tuvo la desgracia de pasar junto a la cueva de la mujer. Allí encontró su muerte, en una trampa que esta había colocado, y le fue extraído su hijo no nato. Por fin, la mujer había cumplido su cometido y podría volver a su hogar.
Pero he aquí que entre el cadáver sangriento de la madre vio algo que le pareció familiar: un omamori que había pertenecido a su familia. Con horror, la mujer se dio cuenta de lo que acababa de hacer.


Su desesperación había cobrado la vida de su propia hija y de un nieto que nunca pudo nacer.

Relatos

La leyenda entonces se vuelve confusa, pero en cualquier caso queda claro que la mujer enloqueció de dolor y a partir de entonces cobró la vida de cualquiera que pasara cerca a sus dominios, alimentándose de los cadáveres.


El relato más conocido de la OniBaba involucra unos monjes budistas que se encuentran viajando y a los que atrapa una tormenta en las cercanías de la cueva de la mujer. Aquella aparece ante ellos con su clásica figura de anciana y les ofrece protección y cobijo.
Mientras conversan, la mujer los invita a pasar la noche siempre y cuando cumplan la condición de no mirar en la habitación del fondo de la cueva. Una vez deja de llover, sale a buscar leña dejando a los dos monjes solos en la cueva.


Algo le dice a los hombres que la situación no es natural y deciden mirar en la habitación prohibida solo para encontrar los huesos de las víctimas anteriores. Alertados, deciden escapar de inmediato solo para encontrar a la mujer, en forma de demonio, bloqueando la entrada de la cueva. Al final, son salvados por su fe y la fuerza de sus plegarias, que hacen que las fuerzas oscuras de la mujer no puedan dañarlos.



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