martes, 3 de mayo de 2016

Dashi-Dorzho Itigilov




Meditación

La meditación es una técnica milenaria y pilar de algunas religiones (en particular en Asia Oriental) que busca alcanzar un estado de tranquilidad o trance mediante la concentración. Por mucho tiempo despreciada por occidente, con el paso de los años se ha demostrado que tiene beneficios inmensos y puede resultar en un control del cuerpo y la mente que raya en lo sobrenatural.

En efecto, la meditación no solo genera ondas cerebrales asociadas con el bienestar y la felicidad, sino que permite controlar el cuerpo hasta niveles insospechados. Desde manejar la temperatura interna (y mantenerla en condiciones de frío extremo) hasta disminuir el ritmo cardiaco casi al punto de la inconsciencia, quienes dominan la meditación a la perfección muestran cualidades verdaderamente impresionantes. Pero, ¿puede la meditación superar el destino supremo de la humanidad? ¿Puede conquistar la muerte?

Muerte

¿Es la muerte inevitable? Para nosotros, al menos, parece serlo… en este plano de existencia.
Porque casi todas las religiones hablan de la vida como algo eterno, algo que puede transformarse – al ir al cielo o reencarnarse, por ejemplo – pero que de ninguna manera puede ser destruido. 


Evidencias, se dice, quedan en el mundo: seres a medio camino entre esta realidad y la otra que se presentan ante nosotros, pero por lo general se asume que al abandona este plano de existencia se alcanza otro más allá de nuestra comprensión.


Sin embargo, algunos monjes budistas encuentran en la inmutabilidad, en la eterna permanencia, una forma de inmortalidad. Como lo vimos en el artículo 


El extraño rito de las momias vivientes en Japón, muchos de estos monjes dedicarían sus últimos años a mantener un ritual inhumano para preservarse para siempre en forma de momias. 


Muertos en vida, sus cuerpos seguirían para siempre, quizás como muestra de que sus almas viven también allí. El reciente descubrimiento de una momia en Mongolia ha llevado a otro nivel este tipo de ideas.

¿Vida eterna?

Las momias japonesas tenían que pasar por un duro proceso dedicado a eliminar su grasa y sus fluidos corporales mientras aún estaban con vida. Por esta razón, sus cuerpos se momificaban con mayor facilidad.


Dashi-Dorzho Itigilov, un monje budista que seguía la corriente tibetana y vivió en Buryatia, en la entonces Rusia Imperial, no pasó por ninguna de estas duras pruebas. Nacido en 1852, dedicó su vida a la meditación y el estudio de la medicina y la filosofía en varios templos budistas. En su momento, escribió una enciclopedia de farmacología.


Su liderazgo y su bondad dieron un gran auge al budismo en la región de Buryat, convirtiéndolo eventualmente en el doceavo Pandido Khambo Lama (es decir, cabeza del budismo en la región rusa de Buryat). 


Tras la llegada de la revolución rusa dio instrucciones a sus compañeros de abandonar la región, pues temía las consecuencias de la persecución del ejército rojo. Sin embargo, él decidió permanecer allí.


En 1927, a sus setenta y cinco años, Itigilov sintió que pronto llegaría el momento de su muerte. Se sentó a meditar y pidió a sus compañeros que comenzaran los ritos funerarios, pero estos decidieron acompañarlo. En la posición de Loto exhaló su último suspiro.


Su cuerpo no sería observado de nuevo hasta 1955, cuando los monjes lo retiraron y quedaron asombrados por su buen estado. No se trataba de una momia, pues sus tejidos seguían frescos sin mostrar signo alguno de descomposición. 


En 1973 volvieron a examinarlo y no encontraron cambios, pero por temor a la persecución ideológica en la Unión Soviética decidieron permanecer en silencio.


No sería hasta el año 2002 cuando sus restos fueran exhumados frente a un grupo de expertos y líderes budistas para encontrarse con que mostraba los efectos de una persona que hubiese muerto 36 horas en el pasado. Sus tejidos estaban prácticamente intactos.


En la actualidad Itiligov es un personaje muy importante en el imaginario budista y algunos monjes consideran que no está muerto, sino que se encuentra en un trance profundo, quizás habiendo alcanzado el Nirvana. 


Quienes lo visitan incluso estrechan su mano, que se siente como la mano de cualquier individuo ordinario. Tal es su fama que el mismo Vladimir Putin lo visitó en abril de 2013 para “conversar”.


Otros blogs que te pueden interesar.


Image and video hosting by TinyPic

No hay comentarios:

Publicar un comentario