viernes, 18 de septiembre de 2015

La enigmática momificación egipcia



Si hay una civilización que ha conseguido despertar el interés de personas en todo el mundo esa es la egipcia, una civilización de la que, aunque se saben ciertas cosas, aún hay infinidad de ellas que aún hoy en día, con tanto avance tecnológico, siguen siendo un auténtico misterio, lo que alimenta un mayor interés sobre este pueblo del que tanto se ha hablado y escrito.


Una de las principales características con las que contaban los antiguos egipcios era su fe ciega en la vida después de la muerte, donde asumían en vida que el alma de la persona fallecida viajaría al más allá y para ello se les realizaba un proceso llamado momificación cuando fallecían, pero únicamente se realizaba al faraón y su familia y también a los egipcios más acaudalados debido a que era un proceso costoso y largo que se extendía durante más de dos meses.


De esta forma se creaba lo que hoy en día conocemos como momia, una palabra que deriva de la acepción persa “mummia” y de este vocablo persa deriva la palabra árabe “múmmiya”, de la cual nace “mum”, que quiere decir betún, mineral o cera, una sustancia que se usaba mucho durante la momificación de los cuerpos.


Este proceso de momificación se llevaba a cabo tres días después de la muerte de la persona en cuestión, cuyo cuerpo era llevado a los embalsamadores, quienes normalmente estaban en la orilla del Nilo, debido a que para este proceso se necesitaba mucha agua. Se colocaba al difunto sobre una mesa que podía ser de piedra, madera o de alabastro, cuyas patas y decoración simulaban la fisonomía de un león.


El proceso constaba de cinco pasos. El primero consistía en el vaciado del cuerpo dado que según la tradición egipcia, el cuerpo tenía que conservarse en perfecto estado. El siguiente paso tenía que ver con la vida eterna, por lo que era tremendamente importante evitar su descomposición. Se extraían de su interior tanto cerebro como el resto de las vísceras a excepción del corazón, dado que los egipcios consideraban que el corazón era la sede del pensamiento y el sentimiento.


La extracción del cerebro se hacía por el orificio nasal mediante un alambre de bronce o hierro doblado y con una espiral o gancho, aunque también podía practicársele un orificio craneal mediante el cual se le extraía toda la masa cerebral. En cuanto a las vísceras, usaban una piedra egipcia muy afilada y se le hacía una profunda incisión mediante la cual se sacaban pulmones, estómago, intestinos y demás vísceras. Mientras la mayoría de los órganos se desechaban al río, se guardaban los pulmones, intestinos e hígado, los cuales se limpiaban varias veces y se guardaban en vasos canopos para asegurar su funcionamiento en el más allá.


Estos vasos se guardaban al lado del sarcófago y las tapas de los mismos estaban decoradas con diferentes motivos de cuatro dioses, los hijos de Horus. En el vaso que tenía forma de halcón (Kebekhsvef) se guardaban los intestinos: en el de mono (Hapi) los pulmones; en el de hombre (Amset) el hígado y finalmente en el del chacal (Duamutef) el hígado.

La tercera parte del proceso era la desecación y tras vaciar por completo el cadáver, los embalsamadores trataban el cuerpo con natrón, una clase de sal que se preparaba con diferentes especias aromáticas, sulfatos, cloruros y carbonatos, sustancia que se introducía tanto en las cavidades interiores como en la superficie del cuerpo para evitar su descomposición.


El siguiente paso consistía en el embalsamamiento y el vendado. Se vendaba con telas de lino impregnadas en resina y goma, telas que provenían de los ropajes del difunto aunque las familias más acaudaladas podía comprarlas. Pero antes de vendar el cuerpo, se untaba con aceite de cedro y el vendaje se realizaba siguiendo un orden estricto: cabeza, mano derecha, mano izquierda, pie derecho, pie izquierdo y después el resto del cuerpo, pudiendo llegar a tener hasta más de 20 capas de vendajes. Entre estas capas se depositaban normalmente muchos amuletos que ayudarían al difunto en el más allá dado que cada uno tenía una fuerza mágica diferente.


Finalmente, el último paso era el enterramiento, el cual era únicamente realizado cuando se hubiese completado con éxito el embalsamamiento y vendado. La momia era cubierta con una capa de yeso muy fina y la cabeza era cubierta con una máscara. Con esto, el cuerpo estaba completamente listo para ser introducido en el sarcófago. Todo este proceso era algo obligado para los dignatarios y hacendados, porque al igual que mucha gente en nuestros días, los egipcios creían en el más allá.

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