jueves, 28 de febrero de 2019

La Sallana



El origen de esta leyenda mexicana lo encontramos en la época colonial. Durante aquellos días, en Villavicencio, vivía una mujer criada en una familia aristocrática. Estaba felizmente casada con un hombre honorable y querido por el resto de ciudadanos. El matrimonio contaba además con un hijo pequeño.

Esta mujer contaba con todo lo necesario para disfrutar de una vida feliz y llena de comodidades. No obstante, vivía obsesionada con todo lo que se decía de ella y su familia. Un carácter neurótico y celoso hacía que la mujer vigilara constantemente a su marido; y es que aunque al parecer el hombre estaba plenamente enamorado de ella, nunca era suficiente. La duda de los celos siempre abordaba a esta mujer.

Intentaba evitar todo tipo de chismes, pero era muy difícil, pues rondaba constantemente los lugares en los que se veía a su marido, indagando y buscando signos de traición.

Un día llegó a sus oídos un rumor que terminó por destrozarle la vida a ella y a toda su familia. Al parecer, las chismosas del pueblo comenzaron a difundir que su marido le era infiel con su propia madre. La joven se volvió literalmente loca. No atendió a razones y decidió creer completamente esta serie de cotilleos que se esparcían como la pólvora por el pueblo.

Así, sin preguntar a ambas partes si la historia era real o no, degolló a su marido mientras dormía y lo descuartizó cegada por los celos. Su hijo no corrió mejor suerte, pues también fue asesinado por sus propias manos.

Tras estos crímenes se dirigió a la casa de su madre, la apuñaló y posteriormente quemó su casa para no dejar huella alguna de lo que había hecho.

Justo antes de que las llamas alcanzaran a su madre, medio muerta y sin fuerzas, la misma recobró fuerzas para hablar por última vez a su hija asegurándole que había cometido el peor pecado: matar, y es por ello que estaría condenada. Su nombre sería a partir de ahora Sallana, y vagaría por los llanos asustando a borrachos y chismosas sin descanso alguno.

A partir de ese momento, la joven se aparece vestida de negro por los llanos de la comarca. Camina sola por la calle y atrae la atención de sus víctimas cuando están cerca, normalmente personas que han bebido en exceso. Una vez tiene contacto visual con ellos, abre su ropaje y deja ver su cuerpo y su verdadero rostro, un rostro espeluznante marcado por la muerte y la desolación.

Cuenta una de esas leyendas cortas que suelen oírse que, al parecer, la Sallana también persigue a las mujeres que no tienen otra cosa más que criticar y crear rumores. Así, intenta vengarse de aquellas que terminaron con su feliz vida, las chismosas.


domingo, 24 de febrero de 2019

Piedras vivientes en California



Uno de los misterios más interesantes de la historia está pasando en Racetrack Playa situado en Death Valley (Valle de la muerte), California, EE.UU. Las rocas que hay en el lugar se deslizan solas varios kilómetros de distancia. Las rocas dejan detrás de ellas un largo rastro, algunas de estas piedras pesan más de 100kg. Es un fenómeno que ocurre hace mas de 50 años y sin explicación científica.

¿Cómo se mueven?

Nadie sabe exactamente cómo se mueven estas rocas, aunque hay muchas teorías al respecto, pero son solo teorías. Aunque muchas personas han afirmado ver que las piedras levitan varios centímetros del suelo, su movimiento sigue siendo un misterio. Pueden moverse a la velocidad de una persona, moverse en paralelo incluso personas han comentado ver las piedras como si tuvieran vida propia.

Sobre Racetrack Playa

Racetrack Playa es una larga extensión lodosa perfectamente plana y seca. Es aproximadamente 4 kilómetros de largo y 2 kilómetros de ancho. La superficie está cubierta de grietas de desecación, y el sedimento se compone principalmente de limo y arcilla. El clima en esta zona es árido. Llueve sólo un par de centímetros por año, sin embargo cuando llueve, llega crearse un lago poco profundo y amplio. Cuando está húmedo, la superficie se transforma en un lodo muy suave y muy resbaladizo.

Teorías

Se llegó a comentar que el movimiento de las rocas las podría estar causando personas o incluso animales, pero la falta de barro líquido elimina la posibilidad de que un ser humano o animal empuje las rocas. La teoría favorita de la Nasa, aunque no lo han podido probar, serían por los vientos predominantes que soplan de suroeste a noreste. La mayoría de rastros de roca son paralelos en esa dirección, aparentemente es una evidencia de que el viento es el principal motor del movimiento de las rocas. Eso seria explicable en alguna de las rocas, pero hay otras que pueden llegar a pesar más de 200kg y aunque en la zona predomina un fuerte viento no es lo suficientemente fuerte como para mover unas rocas tan pesadas. En 1995 John Reid, profesor de Hampshire College, Massachusetts, Estados Unidos, determinó que harían falta unos vientos de 400 km para mover las rocas, unos vientos que jamás se han originado en el planeta.

Hay informes de personas que en ciertos momentos del día han observado como aparece una capa fina de hielo. Algunos investigadores propusieron la teoría de que las rocas pudiesen transportar agua, que en conjunción con el fuerte viento creara una capa de fino hielo que junto con el barro podrían crear el misterioso movimiento de las rocas tan pesadas. Hay que puntualizar que esta teoría no ha sido probada y lo que vierte son mas preguntas que respuestas.

La energía del planeta en ese punto seria otra de las teorías que los investigadores han propuesto. Debido a unos estudios realizados por la Nasa en conjunto con varias universidades de Estados Unidos, han reportado que en los últimos años a habido un incremento energético en ese punto, podría ser que algún fenómeno energético estuviera moviendo las rocas de sitio.

Muchas son las teorías que hay sobre las rocas de Racetrack Playa pero la verdad es que ninguna tiene base científica. Después de más de 50 años aun no sabemos lo que originan los movimientos de estas rocas.

martes, 19 de febrero de 2019

Las catacumbas de París, paraíso del arte macabro



En las profundidades de las calles de París, Francia, se encuentran los restos de más de seis millones de parisinos. Muchos creen que debido a estas pobres almas que perturbados en sus lugares de descanso, deambulan por los antiguos pasillos subterráneos de piedra de París, lo que hoy es conocido por muchos como “las catacumbas”.

La historia de las catacumbas

El nombre oficial de las catacumbas es “l’ossuaire municipal”, el cementerio cubre una pequeña parte de los túneles subterráneos que componen “les Carrières de Paris, el túnel entero se conoce como” las catacumbas”. Desde la época de los romanos de París enterraron a sus muertos en las afueras de la ciudad. El surgimiento de la cristiandad trajo un cambio sobre la práctica de enterrar a los fieles difuntos en terrenos consagrados y en las iglesias vecinas.

Con la expansión de la ciudad en el siglo X, había muchos cementerios, sin embargo con la población originaria de París, los cementerios se acumularon y ya no se podían construir más. En ese momento sólo los ricos podían permitirse realizar entierros, la iglesia en el siglo XII dio lugar a la apertura de un cementerio central. A finales del mismo siglo las personas dependían de la iglesia de St. Opportune cerca del centro de París.

La práctica común para enterrar a los muertos pobres era la inhumación masiva. Cuando una evacuación en una sección del cementerio estaba llena, se cubría y se hacia otra. Apenas había ataúdes entre los muertos, los restos en descomposición se aceleraba con un proceso químicamente con el uso de la cal y entraba directamente en la tierra causando un grave problema para una ciudad que se basaba en agua de pozo.

Las paredes de los huesos humanos

No fue sino hasta finales del siglo XVIII que la ciudad decidió condenar a todos los cementerios parroquiales existentes y crear tres grandes zonas de entierros suburbanos a las afueras de la ciudad. Alexandre Lenoir, tuvo la idea de utilizar los túneles vacíos subterráneos, y su sucesor, Thiroux DE CRONSE, eligió el lugar al sur de París “Porte d’Enfer“, las sepulturas comenzaron en 1786. En el mismo año, el 7 de abril fue la ceremonia de consagración, los huesos fueron depositados y distribuidos a lo largo de las cavernas. Cerca del sitio se pusieron cruces, urnas y objetos de la necrópolis que se trajeron de los cementerios de las iglesias.

Los primeros años de las catacumbas no eran más que un depósito de huesos. En 1810 Louis Etienne Héricart de Thury, vio que se renovaron y se transforma, las subterráneas cavernas se convirtieron en una sepultura real, visible como un mausoleo, dirigió la reorganización de los cráneos y tibias en las catacumbas de hoy, también se utilizan lápidas y decoraciones del cementerio para realizar la decoración.


Fenómenos Paranormales

A través de los siglos en las catacumbas han sido visitados por muchos, incluyendo a los soldados de la resistencia francesa y alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Ha habido casos de muerte y asesinatos que han tenido lugar en lo más profundo de las catacumbas ocultas de París. Muchas personas dicen que se realizan extraños rituales en el interior, incluso se han encontrado restos de los materiales utilizados en los rituales.

Muchos visitantes afirman que han “sentido” cosas extrañas cuando han estado en las catacumbas, sentimientos como que estaban siendo seguidos y en algunos casos tocados por alguna fuerza invisible, incluso algunos otros han afirmado haber sido estrangulados. Otros visitantes han informado ver figuras de sombras o espectros en las profundidades de las pilas y filas de calaveras y huesos.

Posiblemente, la alteración de todas aquellas almas que se encuentran en las catacumbas ha dejado a los espíritus de estos individuos vagando por los subterráneos. Investigadores paranormales que visitan las catacumbas de París han realizado extrañas grabaciones EVP (fenómenos de voz electrónica), así como fotografías de luces extrañas e inexplicables u orbes, así como imágenes con unos fenómenos inexplicables apareciendo en la película.

Las catacumbas están abiertas para las visitas guiadas, es considerado como uno de los 10 sitios misteriosos más visitados del mundo.

viernes, 15 de febrero de 2019

Leyenda del limonero del abuelo



Daniel se hallaba en la notaría, pues había sido notificado de que su abuelo estaba muerto y que él era el único heredero que aparecía en el testamento. Nada de lo que su antecesor le había legado, parecía satisfacerle. No obstante, cuando llegaron a la parte en donde el albacea mencionó la hacienda, al joven se le llenaron los ojos de ambición.

Lo que él pensó fue que al venderla, obtendría buen dinero y se podría comprar esa cabaña junto a la playa que tanto había deseado. Viajó a la localización de la morada y se indignó al ver que el anciano hubiese dejado que el deterioro le pasará factura al lugar.

– Maldito viejo. ¡Cómo no la cuidó un poco más! Con lo que me den, no podré comprarme ni un auto nuevo. Dijo.

Junto a la casa principal se hallaba un añejo limonero que daba señas de que en efecto había tenido mejores días. A sus pies se encontraban varios limones podridos y otros tantos mordisqueados por los roedores. Entró al domicilio y se enfiló hacia la habitación principal. Quitó las sábanas y se metió en el lecho dado que afuera hacía mucho frío. Cerca de la una de la mañana, un ruido hizo que se despertara sobresaltado.

– Ah, menos mal, se trata solamente de una molesta rama que está golpeando el cristal de la ventana. Ya me había asustado, pues comencé a creer en las leyendas de miedo que me platicaba mi tío Fulgencio sobre este sitio.

Por la mañana, se acercó al limonero con la intención de arrancar la rama. No obstante, ninguna de ellas llegaba hasta donde se encontraba el tragaluz. Súbitamente algo le comenzó a pasar al árbol y es que del suelo brotaron sus raíces, las cuales aprisionaron a Daniel. El hombre gritó envuelto en pánico hasta que terminó asfixiado. Al día siguiente el limonero estaba lleno de hojas y frutos frescos, pero de aquel arrogante sujeto no se volvieron a tener noticias. En el mundo hay cosas en la naturaleza que ni el más sabio puede explicar.



lunes, 11 de febrero de 2019

El Gato negro de Killakee House



En 1968, la Sra. Margaret O’Brien y su marido, Nicolás, compraron lo que entonces era un edificio abandonado con la intención de convertirlo en un centro de arte. Varios trabajadores que vivieron en el lugar durante la renovación, pronto se acostumbraron a los sonidos espeluznantes y sucesos extraños.

Un día mientras trabajaban, gran felino de color negro apareció misteriosamente delante de ellos para luego desaparecer de repente. Fue así como nació la leyenda del gato negro de Killakee.

La Sra. O’Brienen un principio no creyó las historias que sobre el gato negro le contaban los trabajadores, hasta que ella también vio a la criatura y, según sus propias palabras, “comenzó a saber lo que era el miedo.”

La primera vez que lo vio, estaba parado sobre las losas del pasillo mirándola. Lo más sorprendente es que cada puerta de la casa estaba cerrada con llave, antes y después de su repentina aparición y posterior desaparición.

Pero fue el pintor, Tom McAssey quien tuvo el peor encuentro con la misteriosa criatura. En marzo de 1968, él y otros dos hombres estaban trabajando en una habitación de la casa, cuando la temperatura comenzó a descender alarmantemente. De repente la puerta se abrió de par en par y una figura borrosa apareció en la oscuridad. Pensando que era alguien gastando una broma, McAssey dijo: “entra, puedo verte.” Los tres hombres se paralizaron de terror cuando la respuesta fue un gruñido enojado en voz baja. Momentos después huyeron de la habitación cerrando la puerta tras ellos. Pero, cuando Tom McAssey miró hacia atrás, la puerta estaba abierta de nuevo, y un gato negro horrible con brillantes ojos rojos estaba gruñendo hacía él desde las sombras de la habitación. “Pensé que mis piernas no me iban a sostener”, recordó más tarde: “Yo estaba realmente aterrorizado.”

Tras este encuentro escalofriante Margaret O’Brien había exorcizado el edificio y las cosas se calmaron por un tiempo. Pero entonces, en octubre de 1969, un grupo de actores que se alojan en el centro de arte, decidieron celebrar una sesión de ouija y los disturbios comenzaron de nuevo. Por otra parte, parecían haber atraído el espíritu de dos monjas, que aparecerían ante testigos sorprendidos en la galería del centro.

Una médium local, Sheila St. Clair, visitó la propiedad y afirmó que los fantasmas eran los espíritus infelices de dos mujeres que habían asistido a rituales satánicos celebrados durante las reuniones de la famosa Hell Fire Club en el siglo 18. Richard Parsons había fundado una sucursal irlandesa de este club en 1735 y se dice que celebraban sus siniestras asambleas satánicas, en un pabellón de caza, cuyas ruinas aún se pueden ver en la colina Montpelier, detrás del centro de arte.

La leyenda local dice que Richard “Burnchapel” Whaley, un miembro de una de las familias más ricas de la zona, se había unido a la sociedad y se había deleitado en los rituales libertinos. Estos se dice que incluían la quema viva de un gato negro en al menos una ocasión, la adoración de los gatos en lugar de al mismo Satanás, el incendio de una mujer dentro de un barril, y el asesinato ritual de un pobre niño deforme.

En una reunión del club en 1740, se dice que un siervo derramó una copa en Thomas Whaley, y éste se enfureció tanto por el accidente que roció al siervo con brandy y le prendió fuego. El posterior incendio quemó el edificio y mató a varios miembros del club.

En julio de 1970, un esqueleto enano se descubrió enterrado bajo el suelo de la cocina del edificio y en la tumba con él estaba la estatuilla de bronce de un demonio monstruoso. Un sacerdote fue llamado para dar al cuerpo un entierro apropiado y posteriormente las manifestaciones cesaron.

Hoy en día, un agradable restaurante ocupa la antigua casa y los felinos infernales parecen ser en gran medida una cosa del pasado. Pero todavía existen recordatorios de sus siniestras andanzas. El principal de ellos es el retrato de “El Gato Negro de Killakee” que mira obsesivamente por debajo de una de las paredes, sus ojos rojos misteriosos y características casi humanas suficientes, para dar escalofríos a quien lo mire.

viernes, 8 de febrero de 2019

El secuestro del autobús escolar de Chowchilla



Cómo sobrevivieron 26 niños enterrados vivos al secuestro 
en grupo más grande de la historia de EE.UU.

El 15 de julio de 1976 amaneció soleado en California, un día perfecto, el penúltimo de la escuela de verano para los pequeños del colegio Dairyland, en Chowchilla. Tras acabar una jornada en la piscina, 26 niños se subieron al autobús de Edward Ray de regreso. Y entonces comenzó la pesadilla.

La escuela de verano de Dairyland era hasta entonces sinónimo de felicidad. Los pequeños acudían a pasárselo en grande con todo tipo de actividades: manualidades, artesanía en madera, cerámica y, sobre todo, juegos, muchos juegos con los que los pequeños, en edades comprendidas entre los 5 y 14 años, se entretenían en la época estival y más calurosa del año.

Porque en el área de Chowchilla, como en la mayoría de la zona de California, el verano puede ser muy duro en cuanto a las temperaturas. La pequeña ciudad fue fundada en 1923, ubicada en el condado de Madera, y hasta esa fatídica fecha había pasado como una zona más del extenso mapa de Estados Unidos. Al día siguiente su ubicación la conocía todo el país. Nunca, ni antes ni después, hubo un secuestro de estas características.

El día de los acontecimientos, Edward Ray, el conductor del autobús, revisó varias veces que todos los pequeños estuvieran dentro. Poco después comenzó el viaje de regreso, todo muy normal hasta que Ray llegó a la estrecha carretera de la Avenida 21. A lo lejos una camioneta parada estaba bloqueando el camino rural.

Ray detuvo el autobús escolar para ver si la camioneta aparentemente averiada necesitaba algo de ayuda, y aunque era una tarde típicamente calurosa de California, el hombre que se acercó corriendo hasta la puerta del autobús no era ninguna ilusión óptica causada por el calor. El tipo portaba varias armas y una media de nailon en la cabeza.

El conductor no lo pensó dos veces, no era el momento de hacerse el héroe con 26 niños bajo su responsabilidad, así que abrió la puerta y dejó pasar al extraño antes de que este disparara. Nada más entrar ordenó a Ed que se levantara y se moviera hacia la parte trasera del autobús. Algunos de los pequeños pensaban que todo era una broma y reían, mientras que otros se asustaron de inmediato.

Sin embargo, antes de que pudieran reaccionar, otros dos hombres enmascarados aparecieron y se subieron al autobús. Uno de los extraños tomó el volante y continuó conduciendo por la Avenida 21, mientras que otro se quedó mirando de frente a los chicos. El tercero se bajó y condujo la camioneta blanca que había obstaculizado el camino.

Después de unos minutos en carretera, el conductor detuvo el autobús en una zona desértica. La camioneta blanca retrocedió hasta la puerta de entrada del autobús y los hombres ordenaron a la mitad de los críos que pasaran al otro lado. Todas las ventanas en la parte trasera de la camioneta estaban cubiertas, es decir, allí solo había oscuridad, no entraba luz. La puerta trasera del vehículo estaba cerrada con llave desde el exterior, y lo único que percibió el grupo es que estaban en marcha de nuevo. Parecía claro que estaban ante un secuestro.

La camioneta blanca fue reemplazada rápidamente por un vehículo similar donde entró el grupo restante del autobús escolar. Cuando Ed se mudó del autobús a una de las camionetas, lo único que trató de hacer fue recordar con detalle a los hombres, las camionetas, la ubicación, cualquier cosa para retener algún hilo de lo que estaba aconteciendo. No sabía que le iba a deparar la macabra situación, pero quizás podría ayudar.

Era difícil saber cuánto tiempo pasaron los rehenes apiñados en las vehículos desprovisto de luz y prácticamente sin aire, aunque la mayoría ahora cree que pasaron algo más de 10 horas. Ed perdió la noción del tiempo por completo, algunos niños se durmieron en el trayecto y lo cierto es todos tuvieron una estimación diferente de la duración del viaje.

En realidad, las dos camionetas salieron de Chowchilla y condujeron a Livermore, una ciudad a más de 100 kilómetros al noroeste. Cuando llegaron al destino los pequeños estaban hambrientos, algunos se habían hecho sus necesidades encima durante el largo viaje, y por supuesto nadie sabía qué esperar cuando las camionetas finalmente se detuvieron.

Ed se convirtió en el primero en salir de uno de los vehículos. No podía ver dónde estaba, el paisaje era un páramo, y al momento se le ordenó que mencionara su nombre, se quitara los pantalones y las botas y bajara por una escalera que sobresalía del suelo, una que parecía conducir hacia algo parecido a una caverna.

Cuando se acercaba la tarde, los padres de algunos de los niños desaparecidos comenzaron a llamar a la escuela. Creyeron que el autobús se hubiera averiado en alguna parte, así que funcionarios condujeron siguiendo la ruta de Ed. Extrañados, no había pistas del autobús, no estaba estacionado a un lado de la carretera, ni lo habían llevado a reparar en algún mecánico local, tampoco estaba en el garaje donde solía acabar al final del día.

Muy pronto, en la escuela solo escuchaban las llamadas incesantes de los padres. Las primeras investigaciones de las autoridades determinaron que Ed había realizado con éxito parte del trayecto inicial y luego, en algún lugar a lo largo de la avenida 21, el autobús se había desvanecido sin dejar rastro.

No había tiempo que perder, antes de la llegada de la noche varios aviones sobrevolaron la zona en busca de alguna pista, a su vez, cientos de padres comenzaron a peinar toda la zona a pie.

De repente, una primera pista: alguien había dado con el autobús.

Al parecer, estaba cubierto con bambú y matorrales en una zona polvorienta a unos kilómetros al oeste de la ciudad. Sin embargo, la peor noticia para los padres estaba por llegar: el autobús estaba completamente vacío y no había señales ni de Ed ni de los chicos.

El FBI llegó esa misma noche a la zona. Era muy extraño, un autobús vacío, varios juegos de neumáticos que se alejaban del área, pero ni una sola huella, ni sangre u otros signos de violencia, ni siquiera un rastro de evidencias indicando que alguna de las 27 personas desaparecidas había estado en la zona.

Además, las labores de búsqueda tuvieron que detenerse debido a una tormenta: la lluvia y los vientos acabaron borrando casi por completo las posibilidades de encontrar evidencias después de que la tormenta amainó.

A la mañana siguiente, el 16 de julio, la noticia abría la mayoría de los periódicos y las televisiones.

Mientras, en algún punto desconocido no muy lejos de Chowchilla, Ed y los chicos estaban comenzando a tener problemas para respirar. El grupo no sabía muy bien donde estaba, pero era un espacio muy pequeño, una caja apretada que los mantenía cautivos.

En realidad, habían sido sepultados en una camioneta que a su vez estaba enterrada varios metros debajo de la superficie de la tierra. Habían entrado al vehículo a través de una abertura en una esquina del techo que se hundía y estaba cubierta por una malla de alambre.

Dentro había unos pocos colchones y somieres repartidos al azar y suministros de agua y comida limitados, todos colocados cerca de los agujeros que debían actuar como inodoros de lo más primitivos. Las pequeñas salidas de aire no disminuían lo más mínimo la sensación claustrofóbica de asfixia que se comprimía desde todos los lados.

Cada minuto parecía eterno, y los niños, la gran mayoría, no paraban de llorar. Algunas de las chicas mayores trataron de calmar y cuidar a los más pequeños, incluso sugirieron cantar en un esfuerzo por calmar el miedo que todos sentían. Después de aproximadamente 12 horas, y sin tener idea de cuándo o si serían liberados alguna vez, Ed y algunos de los chicos comenzaron a buscar una forma de escapar.

Amontonaron los colchones uno encima del otro de forma que pudieron trepar lo suficientemente alto como para alcanzar el lugar en el techo donde habían entrado en el camión horas antes. La tapa de metal parecía pesada e inamovible, pero descubrieron que podían moverla al encajar una viga de madera en un pequeño espacio donde la tapa no alcanzaba por completo el techo.

Finalmente lograron lo suficiente para que Ed pudiera alcanzar y bajar algo que estaba obstruyendo la tapa: dos enormes baterías industriales. Más tarde, y después de que la segunda batería fuera derribada en la oscuridad de la furgoneta, Ed y los muchachos tiraron el resto de los escombros que bloqueaban el acceso.

Así fue como se despejó una abertura lo suficientemente grande como para que uno de los niños más pequeños pasara. Sin saber qué o quién estaba en la parte, el crío ascendió con muchos nervios. Por suerte, no había nadie a la vista. Con su ayuda desde la parte, consiguieron agrandar la abertura.

Ed comenzó a hacer señales a los pequeños de que se mantuvieran en silencio y que fueran ascendiendo uno a uno, se aseguró de que todos subieran y bajaran de la camioneta enterrada y, después de 16 horas bajo tierra, el grupo comenzó a caminar hacia una luz a lo lejos, moviéndose tan rápido como podían sus cuerpos exhaustos.

¿Dónde demonios estaban? Resulta que los habían escondido en una cantera de piedra en Livermore, una propiedad de un hombre llamado Fred Woods. Dos de los trabajadores de la cantera, quienes no sabían del crimen o del hecho de que había 27 personas enterradas gritando a poca distancia de donde habían trabajado durante el día, levantaron la vista y divisaron al grupo desaliñado que acudía lentamente hacia ellos.

Así se ponía fin al secuestro en grupo más grande de la historia de Estados Unidos. Mientras los rehenes eran tratados por los servicios de emergencia, el FBI actuó rápido para dar caza a los criminales. Preguntaron a Ed y los chicos todo lo que sabían o vieron sobre el secuestro, los perpetradores, los vehículos involucrados o incluso la prisión subterránea.

La pista del dueño de la cantera resultó clave. El hijo, llamado también Fred Woods, había huido e ideado el plan junto a los hermanos Rick y Jim Schoenfeld. Los tres jóvenes tenían entre 20 y 30 años, vivían con sus padres en lujosas casas, y un día decidieron que lo mejor que podían hacer con sus vidas para darle algo de emoción era perpetrar un secuestro y pedir un dinero para el rescate.

14 días después del secuestro, los tres fugitivos fueron detenidos. Los jóvenes fueron condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, pena que se cambió en 1981 a cadena perpetua con la posibilidad de libertad condicional.

En cuanto a los pequeños, muchos de ellos desarrollaron un gran temor a los extraños, incluso en lugares relativamente seguros, como áreas públicas con mucha gente. Varios de los críos admitieron haber tomado medidas extremas ante situaciones tan normales como un golpe en la puerta de la entrada de sus casas, huyendo a un lugar donde sentían que podían esconderse.

Esos niños ahora tienen entre 40 y 50 años, muchos sufren de claustrofobia y dicen que el secuestro ha afectado incluso a sus propios hijos.

martes, 5 de febrero de 2019

El incidente de la casa encantada



En agosto de 2006, justo antes del comienzo de su último año de secundaria, un grupo de chicas conducía por su ciudad natal de Worthington, Ohio. Aquella noche aburrida se volvió mucho más emocionante cuando decidieron visitar lo que los niños del lugar llamaban la “casa encantada”, una vivienda en ruinas con un patio cubierto que estaba situado al otro lado de la calle del cementerio. Las adolescentes pensaron que estaba abandonada. Y estaban, lamentablemente, bastante equivocadas.

No era la primera vez que Allen S. Davis, un recluso de 41 años que vivía en la casa con su anciana madre, había sido molestado por huéspedes no deseados: ya había frustrado un par de robos en 2006. Tenía un rifle como protección, y cuando escuchó a las chicas afuera, decidió disparar algunas balas de advertencia, como había hecho otras veces. Pero esta vez, una bala acabó en la cabeza de Rachel Barezinsky, de 17 años.

Milagrosamente, sobrevivió, y el consiguiente caso dividió a la comunidad. Algunas personas creían que Davis probablemente tenía algún tipo de enfermedad mental, pero aún así tenía derecho a proteger su propiedad. Pero como informó Fox News en 2007:

La policía determinó que las niñas no estaban invadiendo la propiedad porque no habían ido lo suficientemente lejos y no se habían colocado letreros claramente visibles.

Davis dijo en varias entrevistas en la cárcel que no tenía la intención de lastimar a nadie. Finalmente se declaró culpable de dos cargos de agresión criminal para evitar una interminable investigaciónsobre su vida personal.

En 2009, la madre de Davis murió en aquella casa mientras su hijo estaba en prisión cumpliendo una sentencia de 19 años. En 2013, la familia de Barezinsky dijo que la joven estaba al “90 por ciento recuperada” de sus heridas. Ese mismo año, la “casa encantada” ​​fue comprada en una subasta por unos nuevos propietarios que estaban decididos a renovar completamente el lugar. Una búsqueda en Google Earth prueba que hicieron un trabajo increíble, aunque no han podido hacer nada para ocultar esas vistas al cementerio.



sábado, 2 de febrero de 2019

Las cartas del observador



El matrimonio Broaddus y sus tres hijos empezaron a recibir amenazas de un desconocido que decía llevar dos décadas vigilando la mansión.

Podría tratarse del argumento de una película de terror o de una nueva temporada de la serie 'American Horror Story', pero la historia que aquí les contamos es real y está aterrorizando a los habitantes de Westfield, en Nueva Jersey, donde un personaje desconocido amedrenta a los habitantes de una majestuosa casa de seis habitaciones. Un matrimonio con tres hijos recibe desde el pasado junio de 2014 amenazantes cartas firmadas por 'The Watcher', un acosador misterioso que en cada nueva y aterradora misiva les recuerda que les está observando y les agradece haber traído “sangre joven” a la vivienda.

La familia se habían convencido de que se trataba de una persona “mentalmente enferma”, que no resultaría peligroso, pero tras recibir las últimas cartas decidieron vender la casa, y lo intentaron en febrero, cuando su precio era de 1,49 millones de dólares, y volvieron a hacerlo en junio, tras demandar a los anteriores propietarios por omitir la existencia de este acosador misterioso, y ahora vuelven a intentar deshacerse de ella, sin suerte, porque todo el mundo en Westfield, e incluso en otras ciudadesd de Nueva Jersey, sabe que 'The Watcher' siempre estará vigilando la casa, lo lleva advirtiendo en sus cartas: “Soy 'The Watcher' y he estado controlando esta casa durante las últimas dos décadas”, algo que dijo había hecho ya su abuelo en 1920 y más tarde su padre en los años 60. Ahora, asegura, es su turno.

Una persona extraña merodea por la casa y les advierte que tras las paredes hay algo oculto que un día saldrá a la luz, pero, ¿por qué lo hace?.

Si sólo fuera un simple voyeur, un perturbado más, como Derek y Maria Broaddus, sus actuales propietarios, pensaban cuando recibieron la primera misiva, la policía hubiera podido encontrar al molesto “demente” en cuestión de poco tiempo, pero aunque a finales de junio el teniente Andrew Skibitsky confirmó que el caso se estaba investigando, y a pesar de que las pruebas de ADN extraídas de las cartas señalan que su autor es una mujer, todavía no se ha podido identificar a su autor, según publicaba 'NJ'.

¿Quién es 'The Watcher'?

Si bien el acosador aseguraba espiar a la familia a través de las ventanas del domicilio y conocer los nombres de los hijos del matrimonio, a quienes se refería como “sangre joven” que habitaba la casa, de acuerdo a un vecino de los Broaddus, las cartas se envían desde Newark, a 12 millas del lugar, y que su autor utiliza un ordenador para evitar que reconozcan la letra. Este vecino, cuyo nombre parece mantenerse en secreto, había conocido a la familia Woods, los anteriores propietarios de la casa sobre los que pesa una demanda. Ellos, al igual que los Broaddus, habrían podido recibir amenazantes correos. Sin embargo, si una persona extraña merodea por la casa, si jura conocer los nombres de sus habitantes y aporta detalles, pregunta quién duerme en tal o cuál habitación y les advierte que tras las paredes hay algo oculto que un día saldrá a la luz, ¿por qué lo hace, sólo para amedrentarles, para que abandonen el lugar?

¿Necesitáis llenar la casa de sangre joven como pedí a los anteriores propietarios? Una vez conozca sus nombres los llamaré y los atraeré hacia mí

O tal vez 'The Watcher' intenta conseguir algo de publicidad, y al parecer lo está consiguiendo. Al menos cuatro estudios de cine, entre los que se cuenta Universal y New Line Cinemas, están interesados en llevar a la gran pantalla la historia. Según publicó 'The Tracking Board', entre los posibles cineastas se barajan nombres como el de James Wan, director de 'Saw' (2004), o Bryan Bertino, que dirigió y escribió 'Los Extraños' (2008).

“¿Necesitáis llenar la casa de sangre joven como pedí? Se lo pedí a los anteriores propietarios. Una vez conozca sus nombres los llamaré y los atraeré hacia mí”, escribía 'The Watcher' refiriéndose a los hijos de la familia, implicando a su vez a quienes vivieron allí antes, a los Woods. Y todo parece apuntar, por los continuos cambios de manos que ha sufrido la casa, que ni ellos ni los Broaddus han sido los únicos habitantes amenazados.

Cronología de un misterio

El primer propietario de la mansión, construida en 1905, fue J. Herbert Pearsall, que se proponía escribir la historia de Westfield, hoy considerada, curiosamente, una de las ciudades más seguras de Estados Unidos. En 1913 un hombre importante de la ciudad, el mayor William H. Davis, compra junto a su esposa Florence la casa por un dólar y se la vende a su hijo Ernest por la misma suma en 1947, cuando decide retirarse. Y aquí el cambio de propietarios empieza a ser llamativo, como si la casa fuera una patata caliente que pasa de mano en mano, porque unos pocos años más tarde, en 1951, Ernest vende al matrimonio Bird la propiedad por un dólar y se trasladan a Florida; y cuatro años más tarde son los Shaffer quienes compran la casa también por un ridículo dólar.

No parece que haya mayores cambios hasta 1990, fecha en que esta casa de seis habitaciones, tres baños y extensos terrenos, cae en manos de los Woods, que la venderán a su vez a los Broaddus. Lo que está claro es que tarde o temprano la mansión acabará pasando a otras manos, quién sabe si las mismas que escribieron tan inquietantes misivas...