miércoles, 22 de mayo de 2019

Monstruo de Flatwoods



El Monstruo de Flatwoods es una historia que se conoce en la misma localidad de Flatwoods en Virginia occidental, Estados Unidos, ocurrió el 12 de Septiembre de 1952 (5 años después del caso Roswell que fue en 1947). Algunos de los habitantes tuvieron un encuentro con un ser con apariencia de monstruo y que podria tratarse de un extraterrestre de unos 3 metros según las descripciones dadas por los testigos, el ser apareció tras la colisión de un objeto desconocido el cual si que pudieron ser mas numerosos los testimonios, que en un principio todos clasificaron como un OVNI contra un cerro, lugar al que se acercaron varios jóvenes la madre de uno y un guardia Nacional de 17 años con un perro.

El perro fue el primero en ponerse nervioso y ladrar a medida que se acercaban al lugar donde cayó el OVNI para instantes después acercarse primero a lugar donde se estrello, al poco el perro volvió con la cabeza agachada y con mucho miedo ya que estaba como temblando. El grupo llego al lugar donde se estrello el objeto y descubrieron una gran bola brillante de unos 15 metros, junto a la bola brillante al lado izquierdo se observaban varios luces de tamaño mas pequeño. Uno de los jóvenes alumbró con su linterna hacia las pequeñas luces descubriendo una criatura que al ser descubierta comenzó hacer un ruido extraño como de silbido muy agudo, la criatura o posible extraterrestre comenzó a moverse hacia el grupo por lo que todo el grupo presos del pánico a lo desconocido corrió hacia el pueblo.

Uno de los integrantes de este grupo que tuvo contacto con el monstruo u extraterrestre informó nada mas llegar al Sheriff local y al segundo propietario del periódico local de Flatwoods. Poco después el Sheriff y el compañero de este, fueron al lugar donde se estrello el OVNI pero no existía rastro alguno del objeto que les habían contando que estaba en lo alto de un cerro. A la mañana siguiente el Sheriff de nuevo acompañado, volvió al lugar del supuesto aterrizaje del OVNI percatándose de una serie de marcas en el suelo y de un liquido oscuro y viscoso que parece que no podía ser ningún vehículo, por que hacia mas de un año que no había trafico de vehículos por la zona, aunque después se enteraron que un habitante del pueblo de Flatwoods se acercó con su furgoneta al lugar de los hechos esa misma noche en busca de la criatura, por lo que podía ser atribuido al fluido de la furgoneta de todos modos nadie examinó demasiado el liquido.

Después de lo ocurrido varios investigadores de aterrizajes de OVNIS se desplazaron al pueblo de Flatwoods donde recogieron un buen numero de testigos y todos coincidían en que vieron algo parecido a un OVNI y algunos tuvieron un encuentro con una criatura o monstruo. Entre las historias contadas por los habitantes de Flatwoods destacaba la de una madre y su hija de 21 años que tuvieron un encuentro con un monstruo similar al descrito por todos los demás testigos pero ocurrió una semana antes del 12 de Septiembre de 1952, resultaba que la hija estaba incluso ingresada en el hospital por la heridas provocadas por la criatura. 

Las personas que estuvieron en contacto con el OVNI y el extraterrestre enfermaron durante algunos días con nauseas, vómitos y malestar general después se recuperaron. Al cabo de el tiempo al no volver a ocurrir nada extraño durante años la historia fue quedando en el olvido como si de una leyenda se tratará la historia del monstruo de Flatwoods, ocurrió el 12 de septiembre de 1952 es una de las historias mas interesantes y mejor documentadas ya que la presa del momento hizo mucho eco de lo ocurrido, pero paso el tiempo y fue olvidada.



jueves, 16 de mayo de 2019

Pánico en el probador


Durante los años 70 existió en Barcelona una tienda llamada La Sirena. Oficialmente se dedicaba la venta de fajas y sujetadores, pero, a decir popular, detrás de su amplio surtido de lencería femenina y de la amable sonrisa de sus dependientas se escondía un sórdido negocio de trata de blancas. Un negocio de exportación que se abastecía raptando a las clientas más hermosas de la tienda.


 Todo sucedía en los probadores. Mientras la muchacha se cambiaba de ropa, desde una habitación contigua era accionado un botón que hacía girar sobre su eje al espejo, dejando libre la entrada a una sala secreta en la cual era retenida. Aunque este extremo no está claro, ya que algunos afirmaban que las victimas eran transportadas al sótano a través de un montacargas oculto. De cualquier manera, no volvían a salir a la calle por la puerta principal.

A veces la chica iba acompañada por su novio, quien quedaba obligado por las normas decorosas de la época a aguardar fuera de la tienda. El muchacho esperaba entonces, tal vez durante horas, a que su novia saliese, y cuando finalmente entraba en el local las dependientas le decían que ella ya se había marchado hacía tiempo. Resulta fácil imaginar la sensación de confusión e irrealidad que el joven sentiría en ese momento.

Por su parte, las muchachas eran transportadas al puerto, suponemos que camufladas dentro de algún tipo de embalaje, y descargadas en el estómago de algún mugriento carguero que en poco tiempo zarpaba rumbo a Oriente Medio. El destino final de las jóvenes, según se comentaba, consistía en engrosar las filas del harem de algún jeque.


En la Barcelona de los años 70, hombres y mujeres de bien transmitieron esta historia como verídica, contándola con creciente indignación (y puede que con cierta delectación morbosa) hasta que toda Cataluña fue un clamor en contra de las corseteras de La Sirena. Llegó el momento en que la policía intervino, y no halló absolutamente ninguna prueba que la respaldara.


Antonio Ortí, que recoge esta historia en Leyendas urbanas en España, encuentra su origen en una rivalidad comercial. Simplemente, un competidor de la tienda envió a la prensa una nota malintencionada en la cual lanzaba el rumor sobre los secuestros. Su transmisión se avivó por el recelo que despertaban en aquella época las corseteras, mujeres independientes y, por tanto, blanco fácil para el descrédito. Poco antes habían sido las corseteras de Orleáns las acusadas de similares delitos, después la leyenda se extendería, poniendo bajo sospecha a probadores de medio mundo.