martes, 27 de noviembre de 2018

Rodolfo Fierro



Gatillero y brazo derecho de Pancho Villa. Fierro fue conocido entre el grupo del centauro del norte como un hombre frío, sin miedo a matar, tanto, que en una ocasión le quitó la vida a 300 prisioneros, uno por uno y a mano propia.

Decenas, hasta cientos de personas, cuyos nombres se perdieron entre el polvo de la historia cayeron atravesadas por las sanguinarias balas de Fierro.

Sólo era una apuesta, una ocurrencia más de las tantas que tenía Rodolfo Fierro mientras no se encontraba desafiando las balas o los obús es de la artillería enemiga durante una batalla. Sus hombres escuchaban atentos las palabras del jefe, y su insistencia que rayaba en alcohólica necedad, provocaba las carcajadas de los presentes. Nadie tomaba a broma lo que decía el temible revolucionario por más inverosímil que pareciera: si algo habían aprendido de Fierro es que con él todo era posible.

Fierro había lanzado un reto muy simple: apostó que un hombre herido de muerte caería hacia adelante. Uno de los presentes le tomó la apuesta, el general salió de la cantina tambaleándose, desenfundó su pistola y le disparó a un parroquiano que atravesaba en ese momento. Guardó “la siempre fiel”, y regresó con una amplia sonrisa ganadora a cobrar la apuesta: el cristiano había caído hacia adelante.

Los hombres que rodearon a Pancho Villa durante la revolución mexicana contribuyeron a construir el mito del Centauro del Norte, porque a su vez, se convirtieron en personajes míticos formados bajo una situación extrema, llevados al límite, cercados permanentemente por la violencia. La realidad, cruda y cruel, los convirtió en personajes dignos de la literatura, cuando esa realidad había superado por mucho a la ficción.



jueves, 22 de noviembre de 2018

El niño de Tordesillas



Resulta sorprendente constatar que no son pocas las personas que han asegurado haber visto alguna vez un ovni, luces misteriosas que provienen de algún ignoto rincón de la inmensa bóveda celeste, extrañas naves voladoras situadas por encima de las cabezas de la humanidad, una humanidad asustada, testigo de lo excepcional. Y nos preguntamos... ¿Qué serán? ¿Naves espaciales? ¿Otras especies que demuestran que no somos únicos en el mundo? ¿O se trata de cuerpos celestes en un viaje hacia el infinito? ¿O, simplemente, son alucinaciones?.

El caso que voy a relataros a continuación le ocurrió a un niño, que no sólo vio un objeto volador no identificado, sino que además sufrió sus ataques. Este suceso tan extraordinario como increíble fue dado a conocer en 2004 por Íker Jiménez en su programa “Cuarto Milenio”. En su emisión de la noche de un domingo de ese año, este conocido investigador de lo esotérico presentó en público a Martín Rodríguez Rodríguez, el “Niño de Tordesillas”, que, supuestamente, fue atacado por un ovni. El informe del caso aparece redactado en su libro Enigmas sin resolver, publicado por la editorial EDAF, de Madrid, ese mismo año.

El sorprendente acontecimiento ocurrió en la década de los setenta en Tordesillas, un pequeño pueblo de la provincia de Valladolid, y tuvo como escenario un lugar silencioso y apartado del entorno urbano. Martín, el hijo del churrero, de sólo siete años, fue testigo de un inaudito encuentro con lo sobrenatural, tan peligroso que casi le cuesta la vida. Ésta es la historia del niño de Tordesillas.

En 1977, exactamente el 1 de octubre, Martín Rodríguez, terminadas sus clases en el colegio, volvía a casa, ubicada en la calle de Valencia. Nada más llegar, deja su cartera, coge una rebanada de pan con crema de cacao y sale corriendo para jugar con sus amigos. El juego elegido para esta tarde es el bote de la malla, una especie de escondite, en el que sólo hay que preocuparse por buscar un buen escondrijo para que los otros no te encuentren...

Martín, junto con su inseparable amigo Fernando, corren como locos en busca de un escondrijo en el que no se les puedan encontrar. Corren tanto que se alejan de la barriada de San Vicente y acaban casi a las afueras del pueblo, en un viejo corral abandonado situado en la cuneta de la Nacional 122. Mientras caminan rodeando el muro de adobe que circundaba la construcción, Martín coge de manera instintiva una piedra del suelo y la lanza por encima. Inexplicablemente, un estruendo metálico que parecía provenir del otro lado del muro rompe el silencio que dominaba el descampado.

La curiosidad les puede y deciden aprovechar que la valla de la casa está derrumbada para entrar en ella. La luz de la tarde ya se había ido y la penumbra dominaba el lugar, el sitio estaba muy oscuro. Pero no era cuestión de abandonar ahora. Cada vez están más cerca del lugar en el que cayó la piedra.

Cuando cruzan el umbral de la vieja puerta, los pequeños pueden percibir que algo resplandece al fondo, junto a la pared: una misteriosa luz que ilumina esa parte del corral. Miran hacia arriba y su vista tropieza con un enorme objeto que parecía de metal, tremendamente luminoso y posado en sus tres patas, cuyo aspecto es parecido al de una viga, y estaba a sólo unos metros de ellos. De lo que parecía ser una nave emanan luces de muy diferentes colores, montando el conjunto una escena que causa en Fernando un miedo incontenible, mientras que a Martín lo deja fascinado.

La nave medía tres metros de altura por dos de ancho y emitía un sonido ensordecedor. El extraño aparato se componía de dos enormes escotillas, de las cuales irradiaban luces de color rosa y azul. En medio del aparato metálico se apreciaba una puerta cerrada. Martín y Fernando percibieron un denso humo blanco proveniente de un tubo que formaba parte de uno de los lados del aparato. Sus tres enormes patas, cuya estructura parecía un andamiaje en zig zag, eran lo suficientemente fuertes como para soportar todo el peso del aparato.

En ese mismo momento, el sonido emitido por la nave comienza a hacerse cada vez más agudo e intenso, y el crisol de luces que emite va cambiando, adquiriendo otros matices. El ovni se eleva sobre su eje y las potentes patas quedan flotando en el aire, dejando ver unos grandes pinchos que antes estaban bajo tierra. Los movimientos del artefacto parecen torpes.

Martín, un chico inquieto y nervioso, no puede evitar curiosear y averiguar de qué se trata y se aproxima al objeto. Rápidamente, salen de los adentros del aparato un potente haz de luces que va directo hacia el abdomen de Martín. No puede más, siente que le quema, que le abrasa, provocando en su cuerpo sudores, palidez en su cara y tal pérdida de audición que le es imposible oír los gritos de su amigo Fernando, que se sentía impotente ante lo que estaba sucediendo.

El haz luminoso seguía apuntando a Martín, que, con sus pupilas ya dilatas, acaba por desplomarse al suelo como un fardo. En ese preciso instante, el destello luminoso cesa, la emanación acaba y el artilugio inicia un vertiginoso ascenso hacia el estrellado firmamento hasta dejar de verse. En la escena sólo quedan Martín, inconsciente en el suelo, y Fernando, aterrorizado.

Pocos minutos después, acude Fernando en busca de ayuda al barrio. Inmediatamente, algunos vecinos van al corral para rescatar a Martín. Cogen en brazos al pequeño y lo llevan a su casa. Antonio Rodríguez, padre de Martín, se encontraba en esos momentos poniendo unos azulejos en la vivienda cuando se percata de que varias personas traen a sus hijo en brazos y se teme lo peor.

Fernando, aún estremecido por el acontecimiento, narra al padre de Martín lo sucedido. Pero Antonio sospecha que la historia es fruto de la imaginación del niño y supone que lo más probable es que hubiesen hecho alguna travesura que culminó con un final así. No le creyó; sin embargo, en su cabeza cobra forma la sospecha de que aquel estado de inconsciencia en que se hallaba su hijo no podía ser casual.

Entonces, acompañado de un amigo suyo llamado Eloy, Antonio va en busca de indicios que le pongan sobre alguna pista de lo que pudo motivar el estado de su hijo. Examinan el lugar, pero no encuentran nada que dé sentido a lo ocurrido. De repente, ven una señal que empieza a dar credibilidad a lo relatado por Fernando. En el suelo, pueden percibir un trozo de tierra abrasada, con forma de una extraña figura triangular. Ambos recogen muestras de esa tierra y deciden pedirle opinión a un minero amigo de la familia, llamado Olegario García Vega, que se entrega al análisis de la muestra. El resultado es anormal, los restos de tierra olían a azufre. Era indiscutible que algo alarmante les había sucedido a los niños en el antiguo corral.

Martín es tratado por los médicos de Tordesillas desde el primer momento. Consiguen estabilizarlo, pero como no logran encontrar los motivos de su continuo malestar, deciden su traslado e ingreso en el hospital Onésimo Redondo, de Valladolid.

Después del extraño suceso, Martín presenta un cuadro patológico que es motivo de sorpresa entre los facultativos: sufre frecuentes pérdidas de visión, tiene vómitos a menudo y presenta una fuerte debilidad.

Al comprobarse que la gravedad del niño persiste y que no experimenta mejoría alguna, el doctor Martínez Portillo decide someterlo a una primera intervención quirúrgica, que culmina con el diagnóstico del mal estado del pequeño: algunas partes de su cerebro presentaban un desarrollo anómalo, compatible con las disfunciones que venía el niño.

En los dos años siguientes, Martín fue sometido a catorce intervenciones de extrema gravedad, que han dejado, tanto la cabeza como el cuerpo del muchacho, innumerables cicatrices y costuras, todas ellas aparejadas de secuelas irreparables. Cabe mencionar que se le tuvieron que implantar diversas válvulas artificiales para realizar las funciones vitales, que no podía realizar con normalidad. Tras estas intervenciones, Martín era mandado a casa con la ilusión de acabar por siempre con la pesadilla, pero, a los pocos días, regresaba al hospital en un estado más que lamentable.

Poco a poco comenzó a normalizarse la quebrantada salud del muchachuelo. Volvió a su colegio, a sus juegos, su rutina... Nada parecía haber cambiado, pero, realmente, Martín ya no era el mismo. Siempre había sido un estudiante normal, que sacaba adelante las asignaturas como podía, teniendo mayor dificultad en las matemáticas. Eso había cambiado. Increíblemente, Martín Rodríguez adquirió una capacidad de retención memorística y una gran habilidad para las relaciones lógicas muy superior a la que siempre había demostrado. Comenzó a interesarse por el dibujo, la poesía, la escultura y las matemáticas. Sus profesores don José Luis, don Tertuliano y don Anselmo no podían creer lo que ocurría; la transformación que el niño estaba experimentando era del todo inexplicable. Unos veían una explicación en la radiación que pudo haber recibido el día del su encuentro con aquel artilugio misterioso, que hubo de producir en su cerebro el desarrollo de unas facultades que tenía aletargadas, mientras otros explicaban el fenómeno diciendo que, después de haberse estado a punto de morir, sin tener en cuenta la edad, las cosas no se ven como antes y la vida recobra todo el interés.

lunes, 19 de noviembre de 2018

Sombras errantes



Muchas personas, lugareños o viajeros narraban haber visto a “hombres sombra” saltar por los barrancos o aguardar a las personas en las carreteras de vegas de Coria, Incluso los pobladores atemorizados por estas sombras, se organizaron y partieron a cazar a estas sombras errantes, sin éxito.

Un caso es el de Eusebio Iglesias que iba andando por el campo con su mula por la tarde y divisa a un ser alto, incluso el narra que este ser era más alto que el todo negruzco estaba bloqueando su camino cuando se aproximó bastante cerca a este ser, la mula que acompañaba a Eusebio se siente intimidado por este ser y empieza rebuznar atemorizado, ya de cerca se da cuenta que llevaba una especie de túnica y parecía que respiraba, el luego cuenta que escucha una voz que no sabe de dónde provenía decía : “Es Acaso que no me conoces”, no sigue avanzando y se retira.

Luego cuando llega a su pueblo se da cuenta de que no es el único que ha observado este ser.

Luego pasado un tiempo de aquel incidente de Eusebio con este ser algunos testigos cuentan que cerca de un barranco, cuando el sol estaba a punto de ocultarse ven a una persona parada pareciera que iba a saltar, ellos observan que este ser empieza a moverse, pero camina en un barranco inclinado, donde una persona cualquiera no podría, este ser camina sin problemas.

Posteriormente hay un acontecimiento de avistamientos donde son tres los testigos, dos hermanos y un amigo adolescente ellos en la inmensidad de la noche bajaban por la carretera con sus bicicletas que tenían unos focos que alumbraban el camino ellos divisan a un ser negruzco bloqueándolos el camino mirándoles fijamente, de pronto desaparece.

También está registrado en un diario, de que una persona murió por el impacto que le causo al observar a este ser.

Sucesos anteriores a estos avistamientos

Algunos lugareños cuentan haber visto un bulto negro en el suelo que empezó a tomar forma. Posteriormente se empezó a ver las apariciones de estas sombras errantes.

Muchos casos se concentran cerca o en la curva donde hay una cruz, Algo curioso es que anteriormente a los sucesos es que al momento de pavimentarse la carretera de vegas de Coria derrumbaron esta cruz, lo que pudo provocar el desenvolvimiento de los sucesos posteriores.

Luego de consecutivas sucesos de avistamientos de estas sombras, se dejaron de ver. Lo curioso es que antes de los sucesos pararan, varios testigos incluyendo el alcalde de vegas de Coria observaron tres luces formando un triángulo, lo que en el mundo de la ufología se conoce como los ovnis triangulares, sobrevolando vegas de Coria. Lo que podría haber hecho terminar estos avistamientos.

Las Sombras Errantes de Vegas de Coria será un Enigma no solo para España, también para el mundo de apariciones de hombres sombra acechando a los lugareños de un pueblo humilde, Pero Rico en Misterios y Enigmas…

viernes, 16 de noviembre de 2018

La casa de la perdición



Una casa maldita localizada en Berlín, Alemania, se ha ganado el apodo por parte de los ciudadanos de “la casa de la perdición”, es conocida en gran parte de la ciudad por los acontecimientos que se han producido en los últimos 15 años han muerto 10 personas en el interior.

La casa maldita de Berlín situada en un lujoso barrio en el distrito de Gatow de Spandau, hace poco mas de 25 años que fue construida, se conoce que una de las primeras víctimas mortales fue un hombre que era propietario de un burdel que funcionaba en la misma casa, fue decapitado al parecer por accidente. Al poco tiempo la casa fue comprada por un periodista, quien se suicido con su amante en la misma casa maldita. Por si no fuera poco, después de algún tiempo la casa fue adquirida por una familia entera, todos los miembros fueron asesinados al tiempo de estar viviendo en la casa.

Se puede decir que no necesariamente todas las víctimas murieron en la misma casa, en el caso del dueño del burdel, el accidente se produjo en un accidente en moto, en cambio en el caso de los amantes fue un suicidio preparado. Como el caso de Kristian B (69 años cumplidos) es el caso más escalofriante, pues el autor de las muertes fue el propio padre de la familia quien ahogado por las deudas decidió acabar con toda la familia y después se suicidó. Mató a sus dos hijos de 6 y 3 años, además de a su esposa antes de quitarse la vida, asfixiándolos con una bolsa de basura.

El último de los casos de muerte ocurrió a principios del mes de Enero de 2013, no fue una víctima en la misma casa maldita, pero lo que acarreo el accidente de coche en el que murió un científico llamado Lorin W., fue un pequeño golpe contra un coche en el mismo semáforo enfrente de la “casa de la perdición” como se le conoce ahora. Al parecer Lorin W. trato de huir del lugar donde propicio un golpe al vehículo que estaba delante de él, pero al poco de darse a la fuga tuvo un grave accidente a consecuencia de la gran velocidad con la que escapaba, acabo con su vida.

Este último caso llevó a investigar más sobre la casa maldita, de este modo aparecieron todos los casos relativamente cercanos en el tiempo y otro del que pocos tenían constancia. En el año 2000 un par de años antes de que se abriera el burdel, un hombre se asfixio a consecuencia de una intoxicación por inhalación de monóxido de carbono, después de haber cerrado todas las ventanas y haber encendido una parrilla para prepararse la cena, por lo que este sería el primer caso de muerte de las 10 víctimas en 15 años, aunque no se conocía.

lunes, 12 de noviembre de 2018

San Zhi, pueblo fantasma



En la isla de Taiwán, entre las poblaciones de Baishawan y Damshui, se alzaba hace un tiempo un lugar que muchos consideraron como un pueblo fantasma, aunque con la diferencia de que se trataba de una zona residencial de lujo.

La urbanización de San Zhi, construida y abandonada a principios de los años 80, pretendía ser un complejo de viviendas para personas adineradas y contaba con un diseño de corte futurista. Debido a causas aun discutidas, ha terminado siendo considerado como un lugar maldito por los vecinos de Taipei, de naturaleza supersticiosa, y no se atrevían a demolerlo y reutilizar el terreno.

Sobre las causas de por qué no se llegó a habitar existen varias historias, desde un tifón que provocó la quiebra de la empresa constructora de San Zhi hasta fenómenos extraños ocurridos durante su construcción. 

Pero la más arraigada entre los vecinos del lugar es la de la elevadísima cantidad de accidentes ocurridos durante las obras, con lo que el lugar comenzó a ser considerado como maldito en el que nadie quería trabajar. 

Además, se cuenta que muchos obreros escuchaban sonidos extraños e incluso aseguraron haber visto los fantasmas de sus compañeros fallecidos. Como es lógico, la promotora abandonó el proyecto a sabiendas de que les costaría mucho vender las casas, debido a la mala fama que estaba adquiriendo San Zhi.

Por ello durante un tiempo se conservó el lugar, a modo de recordatorio de la gran cantidad de víctimas que se cobró su construcción, además de haberse convertido en un reclamo para los curiosos, al contrario que ocurre con los taiwaneses, que evitaban acercarse hasta sus límites. Tal vez las historias que se cuentan sobre San Zhi sean meras leyendas urbanas, pero resulta innegable que este lugar que pretendía ser una alegre y original zona residencial parezca una ciudad del futuro tras algún tipo de terrible catástrofe.

Un lugar que fue tan evocador como inquietante, aunque por desgracia para los curiosos, San Zhi fue finalmente demolido en 2008.



jueves, 8 de noviembre de 2018

Atolón Palmyra



Como ya conocemos, muchos lugares de nuestro mundo están impregnados de fenómenos paranormales, maldiciones, o de sucesos que desafían todo tipo de explicación racional. Casas, edificios, carreteras, incluso puentes pueden convertirse en lugares embrujados, maldecidos, o mostrar una cierta actividad sobrenatural. ¿Pero toda una isla podría estar embrujada o maldecida? La respuesta a esta pregunta la encontramos en una isla aparentemente idílica ubicada en el Pacífico Norte y conocida por su belleza pintoresca, pero también como ser uno de los lugares más malditos de toda la tierra.

Aunque es conocida comúnmente como Isla Palmyra, la realidad es que se trata de un atolón, un anillo con formaciones de coral que crecen a lo largo del borde de un antiguo volcán hundido. El Atolón Palmyra se encuentra en el norte del Pacífico ecuatorial, situado a unos 1.000 kilómetros al sur de Hawái y aproximadamente entre las islas de Hawái y Samoa Americana. Es un lugar remoto, sin habitantes, completamente virgen y cubierto de vegetación muy densa. Todo el atolón mide sólo dos kilómetros y medio de ancho y un kilómetro y medio de largo. El pequeño atolón tiene una rica diversidad de vida silvestre, y es el hogar de un próspero sistema vibrante, los arrecifes de coral.

Si leemos esto podemos pensar que Palmyra es un lugar ideal para descansar y alejarse de todo. Sin embargo, a pesar de toda su belleza, Palmyra también es un lugar donde habita el mal, con una amplia variedad de eventos sobrenaturales, extraños fenómenos, y sucesos inexplicables.

El descubrimiento de Palmyra

El atolón fue descubierto en 1798 por el capitán Edmond Fanning, quien se dirigía a Asia a bordo de su barco “Betsy”. Los registros históricos cuentan que mientras se dirigía a Asia, el capitán Fanning se despertó varias veces durante una noche debido a una extraña sensación de muerte inminente. Perturbado por estas premoniciones, el capitán Fanning finalmente salió a la cubierta, justo a tiempo para ver un peligroso arrecife, al que logró evitar. El arrecife era el límite norte del Atolón de Palmyra.

Tras el descubrimiento del atolón, Palmyra se ganó rápidamente una reputación de ser un lugar extraño y aterrador. Todos los barcos que pasaban cerca del atolón informaban sobre luces fantasmales que provenía de la isla y que los mares que la rodean estaban infestados de tiburones feroces y misteriosas criaturas marinas. Los arrecifes peligrosos alrededor de Palmyra también eran conocidos por destruir barcos.

Historias aterradoras

Con toda esta fenomenóloga que rodea al Atolón Palmyra no es de extrañar que abunden innumerables historias que aterran incluso a los más escépticos. Uno de esos casos ocurrió en 1870, cuando un barco americano llamado “Ángel” impactó contra uno de los arrecifes de Palmyra. Al parecer un grupo de sobrevivientes logró llegar a la orilla, pero nunca vivieron para contarlo. Cuando otro barco hizo una breve parada en la isla, los cuerpos de la tripulación del “Ángel” aparecieron esparcidos por toda la playa. Todos habían sido violentamente asesinados, sin embargo, las causas exactas y autor de los brutales asesinatos siguen siendo desconocidos.

Aunque uno de los más famosos naufragios de Palmyra es el barco pirata español, “la Esperanza”, que se estrelló contra los arrecifes de la isla, mientras que transportaba grandes cantidades de oro y plata saqueados de los Incas en Perú. Los sobrevivientes del naufragio lograron cargar algunos de los tesoros en balsas y llegar a la isla. Después de permanecer varados en Palmyra durante todo un año, los demacrados sobrevivientes enterraron sus tesoros e hicieron un intento desesperado por escapar con sus balsas. No se supo nada más de ellos. Sólo hubo un único sobreviviente que logró ser rescatado por un barco ballenero en el que murió de neumonía sin divulgar la ubicación del botín. El tesoro escondido de la plata y el oro inca permanece en Palmyra hasta nuestros días.

También hubo sobrevivientes de naufragios que consiguieron llegar a la orilla en Palmira y que escaparon con vida para contar sus aterradoras experiencias. Alguno de ellos afirmaba que los bosques de Palmyra eran el hogar de bestias oscuras que observaban desde los árboles y que los propios árboles parecían susurrar algún tipo de dialecto desconocido. Pero el agua que rodea el atolón no era menos aterrador. Se decía que toda la vida marina era venenosa para comer, y había un asombroso número de tiburones altamente agresivos que merodean las aguas. Muchos de los que sobrevivieron a los restos de sus naves fueron devorados por los tiburones antes de que pudieran llegar a tierra.

Un conocido navegante que pasó varias semanas en Palmyra afirmó lo siguiente:

“Había algo definitivamente fuera de este lugar. Tuve la sensación de que no pertenecía allí. Tuve la sensación inequívoca de que la isla no me quería ahí, si eso tiene sentido. Me sentí de alguna manera amenazado, y a medida que los días pasaban tuve la creciente sensación de que tenía que salir de allí tan pronto como pudiera antes de que algo malo me pasara.”

Las misteriosas desapariciones de Palmyra

Además de naufragios, Palmyra también se hizo famosa por los barcos que desaparecían sin dejar rastro, buques que entraron en las aguas del atolón y que nunca más se supo de ellos. Según los informes, en 1855 un barco ballenero naufrago en los arrecifes traicioneros del atolón, pero nunca se encontró ningún resto de la gran embarcación, como si hubiera sido tragado por la propia isla.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Palmyra fue utilizado por los EE.UU. como una instalación naval y como zona para las incursiones aéreas contra Japón. La Armada también utilizo el atolón como estación de abastecimiento para las patrullas aéreas de largo alcance y submarinos. Durante esos años en Palmyra, el personal de la Armada afirmó ser testigos de los misteriosos poderes del atolón. Muchos de los soldados que se encontraban allí dijeron que eran superados por un sentimiento misterioso e irracional del miedo. Este agudo sentido de temor inexplicable era a veces tan abrumador que algunos militares solicitaban con urgencia salir de la isla. Otros eran sucumbidos con arrebatos violentos repentinos, produciéndose gran cantidad de peleas e incluso asesinatos. Sin embargo, otros soldados acababan teniendo fuertes ataques de pánico que daban como resultado suicidios en extrañas circunstancias.

Además de esta ola de violencia entre los hombres, también tuvieron lugar otros extraños sucesos. En un caso, un avión de patrulla cayó sobre la isla, dejando una estela de humo, ya que cayó del cielo. Un equipo de rescate se abrió camino hacia donde había caído el avión, pero no encontraron nada. De hecho, en una posterior búsqueda por toda la isla tampoco apareció absolutamente ningún rastro del avión desaparecido o de su tripulación. Uno de los oficiales al mando en ese momento dijo que era “como si hubieran desparecido de la faz de la tierra”.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Palmyra permaneció deshabitada, pero los extraños sucesos y experiencias inexplicables no disminuirán. Quizás el incidente más infame que se ha producido en la isla es el misterioso y espeluznante doble asesinato de 1974 de una pareja que visitó la isla. Fue un caso que estuvo rodeado de extraños sucesos y que sigue sin resolverse hasta hoy.

Un misterio que continúa hasta nuestros días

Hay muchas teorías para explicar lo que realmente está pasando en el atolón de Palmyra. Algunos dicen que quien visita la isla es perseguido por las almas de los marineros naufragados en sus arrecifes. Otros piensan que esta es una zona con una conexión a una dimensión paralela, una membrana que nos separa de una realidad completamente desconocida. Luego están los que dicen Palmyra es una entidad viva que posee su propia voluntad oscura.

Hoy en día, no hay vida humana conocida en Palmyra. Los residentes únicamente acompañan a los científicos que recogen datos en el atolón. En su mayor parte, Palmyra sigue siendo aparentemente tranquila, una bella isla paradisíaca escondida del resto del mundo. Sin embargo, las apariencias engañan. Tal vez es mejor que Palmyra permanezca deshabitada, ya que parece ser un lugar peligroso que se encuentra en algún reino más allá de nuestra comprensión y quizás incluso de nuestra realidad. Tal vez por eso un navegante dijo lo siguiente: “Palmyra siempre pertenecerá a sí misma, nunca al hombre”.

martes, 6 de noviembre de 2018

La bruja de la montaña gèlida



Cuentan que en un pueblo lejano los lugareños le temían al monte Grekus, dado que allí habitaba una cruel y vieja hechicera. Las personas mayores aseguraban que aquella mujer no siempre había sido mala, pues inclusive ayudó para la construcción de la ciudad. Sin embargo, fue traicionada por el amor de su vida, lo que la orilló a alejarse.

Una leyenda de terror acerca de ella dice que los niños menores de 12 años no deben deambular solos por la noche, ya que ese momento es aprovechado por la bruja para llevárselos a su escondite donde les arranca los ojos y se come su corazón.

Otro mito de terror asociado con esta maga es el que nos indica que la única forma de librarnos de esos maleficios es enfrentándola cara a cara. Es decir, si estás en las cercanías de la montaña y notas que tanto las hojas como los arbustos se comienzan a mover de manera irregular, no debes retroceder.

Tienes que permanecer con la vista al frente y esperar a que la figura de la bruja de la montaña se refleje en tus pupilas. Enseguida ella emitirá un chillido equivalente al que hacen los murciélagos.

Tal vez pienses que ese sonido te perforará los tímpanos o algo por el estilo. Nada más lejos de la realidad. Lo que sucede con esta leyenda de terror es que son contadas las personas que han aguantado más de 30 segundos viendo ese rostro tan horrible lleno de cicatrices y marcas.

Médicos especializados han aseverado que algunos de los pacientes que han logrado llegar a las clínicas mentales, jamás han recobrado la cordura. Por el contrario, sus noches son acompañadas de terribles pesadillas.

Además, los cuartos de los enfermos invariablemente poseen una temperatura por debajo de los cero grados. Lo que hace pensar que la bruja de la montaña gélida no solamente se apodera de los órganos de sus víctimas, sino que a veces también de su alma.

sábado, 3 de noviembre de 2018

Felicitas Guerrero y su fantasma



Que los fantasmas femeninos vistan casi siempre de blanco no es capricho del más allá. Tal registro está relacionado con la antigua costumbre de vestir o amortajar a las mujeres jóvenes con un símbolo de pureza terrenal. Quizás se buscaba con ello que su espíritu fuera bien recibido o considerado con respeto en el limbo al que partiría.

La aparición del barrio de Barracas

Es así que Felicitas Guerrero viste un vestido de época blanco cuando aparece, según testigos que afirman haberla visto. Algunos afirman que en realidad son jirones de un vestido y otros que es una túnica mortuoria. El fantasma de Felicitas, dicen, suele pasearse por el templo dedicado a Santa Felicitas en el barrio porteño de Barracas, muy a pesar de sus autoridades religiosas, ya que ahuyenta a quienes desean casarse de esa iglesia. Se presume que Felicitas comenzó a aparecer en 1930, y que cada 30 de enero vuelve a pasearse por los pasillos de la iglesia que lleva su nombre. La iglesia de Santa Felicitas, una mártir del siglo II, es la única iglesia que pertenece al gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Es, además, la única de estilo neogótico alemán y afirman que es la única con figuras no religiosas.

La historia trágica y origen de la leyenda

La joven Felicitas se casó con 17 años (otros autores dicen 15 años) de edad en 1862. Fue un matrimonio por conveniencia impuesto por sus padres con Martín Gregorio de Álzaga, un acaudalado hombre de la alta sociedad que contaba entonces con 50 años de edad. Dicen que ella se resistió a la imposición familiar, pero terminó sucumbiendo ante las obligaciones sociales de la época. Su padre le explicó que, de esa manera, se aseguraba un futuro importante y que la felicidad y el amor surgirían con el tiempo. La nueva pareja se mudó a una quinta en la zona de Barracas, que en ese tiempo era un gran descampado salpicado de quintas y establecimientos relacionados con la actividad portuaria. Tuvieron dos hijos, uno murió a los seis años durante la epidemia de fiebre amarilla y el otro nació sin vida.

A los 26 años Felicitas ya era una viuda acaudalada. Dicen que era una linda mujer. Los galanes la asediaban por su belleza y fortuna, pero ella se enamoró de Samuel Pedro Sáenz Valiente Higuimbothom, descendiente de familia patricia. Otro de los pretendientes, Martín Ocampo, también de la alta sociedad de la época, no soportó ser relegado. Dicen que se emborrachó en una confitería cercana y se apersonó luego en la casa de Felicitas. Tras una agria discusión extrajo un revólver y disparó contra ella, al tiempo que (dicen los testigos) exclamó: “¡O te casas conmigo o no te casas con nadie!”. Otros autores afirman que profirió una maldición: “Te mataré una y mil veces”. La bala le perforó el pulmón derecho y Felicitas agonizó durante tres días. Finalmente falleció el 30 de enero de 1872. El asesino se disparó al corazón y murió. La casualidad hizo que ambos cortejos fúnebres se encontraran en la puerta del Cementerio de la Recoleta, donde están depositados sus restos.

El mito urbano

Sus padres hicieron construir un templo para recordarla en la calle Isabel La Católica 520 de Barracas, justo detrás de la casona familiar donde murió. El templo fue abierto al público en enero de 1876, cuatro años después del brutal crimen de Felicitas. Algunos autores afirman que su cuerpo está enterrado en algún lugar de la iglesia, algo que queda desmentido por los registros oficiales. No está claro tampoco el porqué las apariciones del supuesto fantasma de Felicitas comenzaron alrededor de 1930, casi 50 años después de su muerte.

Los vecinos memoriosos cuentan que las campanas suelen agitarse solas y que algunas parejas se habrían arrojado desde su torre. No constan registros de tales fallecimientos. El mito más fuerte y que llena de temor a las personas que acuden a la iglesia es que si alguna persona toca a voluntad o inadvertidamente la estatua que representa a Felicitas junto a su difunto hijo Félix, se llena de desgracias. La trágica historia real y el mito hacen que las parejas no quieran casarse en ese lugar. El cura a cargo de la parroquia niega tales habladurías y sostiene que la gente no se casa allí porque carecen de la autorización eclesiástica para tal cometido.

Hay otro aspecto menos trágico del mito, es el que nos dice que cada 30 de enero, si atas un pañuelo blanco a la reja de la iglesia y este aparece húmedo (por las lágrimas de Felicitas) tu amor llegará y se quedará para siempre. Algunos prefieren algo más sencillo que es tocar directamente las rejas y pedir por ese ser amado que no está a tu lado (vivo). Dicen que con eso bastará para que vuelva rendido a tus pies.

Más allá del mito y las creencias, hay un misterio que puede verificarse apenas uno se acerca a la reja. Decenas de gatos se detienen a mirar a quien se acerque. Sostienen la mirada y parecen en guardia como si estuvieran protegiendo algo que no entendemos. Varias veces se ha tratado de erradicarlos y siempre vuelven, están allí, mirando en silencio a quien se detenga frente a las rejas.