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lunes, 26 de octubre de 2015

El fantasma del hospital de San José



En los diarios es usual encontrar historias de personas que pierden el conocimiento por fantasmas que rondan por las calles de la ciudad, muchas otros relatos nos describen sitios sórdidos donde un estrepitoso ruido funde el pánico de algún vigilante que cae desmayado en el piso de un hospital de noche.

Pero lo sucedido en un hospital chileno tiene trastornado el mundo por el terror infundido en la población de la localidad de San José. El hospital del mismo nombre, ubicado detrás del cementerio local, ha sido uno de los lugares donde mayores efectos sobrenaturales se viven (en particular en un Hospital).

El hospital de San José: Un terror histórico

Quizá construido a finales del siglo XIX, el hospital fue recinto de tuberculosos, coléricos y virulentos. La policía local era la encargada en esa época de llevar los infectados por enfermedades contagiosas al recinto, allá morían por decenas al día, producto de las grandes epidemias vividas en el penúltimo siglo.


La sufrida vida de los residentes tanto médicos, monjas de caridad y menesterosos se debatía entre la muerte instantánea de una enfermedad que no tardaba más de una semana en llevar a la ultratumba personas que estaban totalmente sanas. Cómo la higiene era otra y no se conocía a ciencia cierta de dónde provenía el virus asesino, todos estaban en la posibilidad de morir en cinco segundos, sin remedios que curaran la espantosa enfermedad.

Así que no pasaba nada si morían. Al otro lado de la calle quedaba el cementerio y era más eficiente construir tumbas para cien que para uno. Por ese motivo quedaron sin nombre; las fosas comunes demandaban personas de todas las condiciones sociales, sin dividir mujeres o abuelos, todos eran llevados al mismo hueco tormentoso. Estos muertos quedaron en pena y ya va un siglo largo que siguen asustando a todas las personas que son atendidas en el hospital.

Fantasmas y Espíritus chocarreros

Un vigilante de apellido Benítez, comentaba a la televisora chilena cómo había pasado la noche del 31 de Octubre de 1997: la tétrica historia que narró describe cómo los pasadizos se hicieron más estrechos, las voces de cuartos vacíos salían a gritos heridos… y los pocos enfermos hospitalizados estaban dormidos en otra sección del hospital.

Era el vigilante estaba en el cuarto de cámaras. Percibió antes de medianoche el ruido atrás descrito y salió por los corredores para saber si alguno de los enfermos había salido a fumar un cigarrillo al corredor. Pero no encontró nada, las luces y las puertas se chocaban y apagaban en intervalos intermitentes. El señor Benítez obviamente quiso darle una explicación al suceso por algún viento que entraba o hasta la posibilidad de un terremoto, pero el suelo permanecía intacto e inmóvil.


Era un señor alto el que salió del corredor directamente y a paso firme hacia el vigilante. Alarmado, el hombre quiso usar la radio, la cual falló, y no tuvo mayor idea que gritarle al curioso personaje que no se veía bien por la luminosidad discontinua, que se detuviera. Pero le ganó más el miedo y tuvo que esconderse de nuevo en el cuarto de las cámaras. Allá no vio nada.

Tipo película de miedo las cámaras tenían el mismo efecto de los bombillos del corredor. Tiritaba y no se identificaban objetos extraños, por lo que quiso tomar un nuevo aire de valentía y salir al corredor, solo que ya no pudo abrir la puerta.

El desenlace y lo que ocurrió después con el hospital

Finalmente, al día siguiente pudieron abrir la puerta y el vigilante estaba inconsciente, aunque posiblemente durmiendo: nadie pudo dar una idea exacta de lo ocurrido. Se trata de hablar de posibilidades de algún personaje que caminara por el corredor antes de ir a los juicios sobrenaturales, pero la pista la dio el hallazgo en este lugar de una hoja vieja y amarillenta con el nombre del médico que tuvo que arriesgar su vida en 1900 en pro de curar los enfermos.


La incredulidad entre los pacientes y los doctores, así como entre los miembros de la policía, se deshizo con el hallazgo y vieron la necesidad de respetar estos hechos que ocurrieron. Una reunión con párrocos y capellanes se organizó para recuperar las almas en pena, pero días después se siguieron escuchando ruidos y diferentes historias muestran la influencia de aquello que no vemos.

Todo el siglo transcurrió en este tipo de eventos nocturnos en el susodicho hospital. La pena de los menesterosos fue grave y afectó monjas, médicos y posiblemente millares de pacientes. Con el tiempo tomaron ese lugar de residencia y fueron hostiles con los intrusos del lugar, especialmente con los guardas y algunos encargados del parqueadero. Con los años el sitio se fue haciendo más viejo y ya nadie quiso recuperarlo.

El hospital fue clausurado dos años después y pasó al olvido este memorable lugar donde residían no solo los vivos sino esos espíritus en pena que quedaron penando a causa de no tener una tumba propia.

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