domingo, 16 de diciembre de 2018

La casa encantada de Stans



Hasta el día hoy no se ha podido aclarar la misteriosa historia alrededor de la casa encantada de Stans, una localidad Suiza a unos 30 kilómetros de Lucerna, y la serie de sucesos extraños acontecidos a la familia Joller a mediados del siglo XIX.En 1862 el político liberal y abogado Melchior Joller y su familia se sintieron perseguidos por lo sobrenatural en su propia casa.Melchior Joller era alguien que no creía ni en la superstición, ni en las historias de fantasmas. Y fue sin embargo afligido en su propia casa por fenómenos extraños. Ventanas y puertas se abrieron y cerraron tan menudo que se rompieron, piedras del tamaño de un puño caían con fuerza sobre los niños, muebles y cuadros eran volcados y arrojados. Todo esto sucedió naturalmente con un escenario lleno de ruidos, de modo que el fenómeno no se pudo guardar en secreto durante mucho tiempo. Centenares vinieron para admirar las apariciones inexplicables o simplemente atraídos por la curiosidad. En vano intenta Melchior Joller llegar al fondo de estos sucesos, pero no logra encontrar ninguna explicación para ellos. Incluso una comisión, designada por las autoridades, no pudo aclarar los incidentes. Un papel importante, en el caso de la casa encantada de Stans, juega el diario de Melchior Joller. Aquí escribió sobre su propio desamparo y sobre las acciones y los sucesos en la casa.

El 5 de junio se llegó a un incidente en el que el hijo de Melchior, Oskar, yacía inconsciente en el suelo de su habitación. Cuando recuperó el sentido, dijo que poco después de que hubiera entrado al dormitorio habrían golpeado llamando tres veces a la puerta y que esta se abrió de par en par repentinamente. Una forma blanca e informe figura entró en la estancia, tras lo cual el hijo, de puro espanto y sobrecogido por el terror, habría caído en el desmayo. Si bien Melchior Joller había dado hasta ahora todo como figuraciones de su esposa y de sus siete hijos, experimentó un mes más adelante algo que verdaderamente le hizo estremecer. Tanto que hizo cambiar de raíz su opinión sobre el asunto. Acababa de llegar a casa de unos asuntos judiciales una tarde, cuando su señora lo llamó desde el pié de la escalera que daba al piso superior. En la puerta sonaron de 10 a 12 impactos violentos. Sonaba como si alguien estuviera muy temeroso y golpease la puerta para que lo dejen pasar. Entre medias había cortas pausas antes de que comenzara de nuevo. El golpeteo cambió constantemente su posición. de modo que Melchior Joller tenía la impresión de que se trataba aquí de algo vivo, como quizás una rata. Así que golpeó con fuerza contra la pared en la esperanza de poder espantar lo que allí hubiera. Por el contrario, sus golpes, fueron devueltos como un eco en respuesta. Los impactos que siguieron fueron muy ruidosos, como si alguien pegara con el puño contra la pared. Cuando finalmente sonó un golpe contra la puerta de la casa, así como si alguien quisiera entrar, Melchior abrió la puerta. Pero no había nadie a la vista.

Melchior Joller se hizo a la biblioteca en busca demes y artículos sobre física experimental. Pero no pudo encontrar la clave que explicaba el misterio de todos los fenómenos y apariciones. Estaba convencido que alguien estaba causando todo intencionadamente y se puso a la búsqueda de pruebas. Armado con su estilete se hizo al sótano con la esperanza de encontrar un equipo mecánico que le hubieran instalado secretamente. Tras una cuidadosa investigación tuvo que determinar que se había equivocada. No pudo encontrar lo más mínimo. 10 días más adelante, el 26 de agosto, su hija Melanie y la criada escucharon a través del pasillo sordas y pesadas patadas contra la puerta exterior. Aquí el perno pesado de hierro se descerrajó con lo cual la puerta se abrió lentamente. Entonces fueron presa de tal manera por el miedo, cuando no lograron ver a nadie que pudiera haber abierto la puerta, que en pánico salieron huyendo y saltaron desde una altura de 12 a 13 pies por una de las ventana al cenador del jardín.

Una semana más adelante escribió Melchior Joller en su diario que mientras tanto incluso los periódicos ya divulgaban a cerca de los incidentes en su casa. La situación fue empeorando cada vez más. Los impactos contra las paredes y el piso se volvieron cada vez más violentamente. Era como si alguien con un martillo a dos manos intentara demoler la casa. Los impactos fueron practicados con tal fuerza que incluso la gran mesa de roble situada en la cocina saltaba para arriba elevándose unos centímetros y las cosas que en ella se encontraban caían al suelo. Melchior Joller temía realmente por su casa. La gente de la aldea se acercaba a la casa persignándose atraídos por el ruido y permanecían a una distancia segura observando la casa. Peor que todo el ruido sin embargo eran los contactos que tenía que soportar la familia. Y este fenómeno no solo aquejó a la familia, sino también a los visitantes que se encontraban en la casa. Describieron estos contactos como el roce de las afiladas y frías garras de un perro. El propio Melchior Joller experimentó una noche como algo le rozaba en la cara. En la suposición de que se trataba de su hijo, palpó en busca de la mano. ¡Se asustó! Era fría e inerte. Abrió los ojos sobresaltado y ni su hijo ni nadie más había a la vista. Los fenómenos parecían querer robar a los Joller la cordura. Cosas desaparecían ante sus ojos y aparecían de nuevo en los lugares más imposibles. Melchior Joller ya estaba acabado de los nervios de tal manera que apenas podía seguir con su trabajo de letrado. Ninguno que la familia quería permanecer a solas en la casa en pleno día y aún menos por la noche.

Cuando en septiembre la comisión que había sido designada por las autoridades realizó una investigación en la casa, la familia tuvo que mudarse tres días a un hotel. Una guardia de policías releva a la otra. Pero el temor de los Joller de que no se han realizado investigaciones profundas, demuestra ser verdadero. El asunto fue archivado cuando en estos tres días no se produjeron ningún tipo de apariciones “Poltergeist”. La familia Joller pasó la primera noche tranquila desde hacía mucho tiempo después de su vuelta a la casa. Pero excepto el propio Melchior, solamente tres de sus hijos estaban dispuestos a pasar la noche en el hogar. 22 de septiembre. La familia acababa de salir del salón, cuando oyeron salir de allí un ruido. Melchior Joller volvió junto a la puerta que daba a la estancia y escuchó. Sonaba como si varias personas en calcetines bailaran por la habitación contigua. Abrió la puerta de golpe y todo estaba en el más puro silencio. La pesada mesa estaba volcada y tumba en toda su longitud contra la puerta, así como las sillas y taburetes estaban amontonados frente al sofá.. La familia Joller no quería dar crédito a sus ojos. Solamente estuvieron un corto instante fuera del cuarto.

Los fenómenos continuaron. Melchior Joller fue testigo de como una manzana que se desplazaba sola dando botes. Venía de la parte superior de la casa bajando las escaleras, pasando junto la puerta de entrada desde donde pasó frente a Melchior en varios botes y desapareció en el salón. De allí siguió brincando por el pasillo hasta la cocina. La criada la arrojó entonces por la ventana, tras lo cual volvió volado otra vez aterrizado en la mesa de la cocina. Cuando Joller poco después de eso entró en la cocina, cayó una pera directamente a su lado, desde el techo al suelo, con tal fuerza que la pera quedó completamente reventada.

Herido por los ataques constantes en los periódicos, los rumores y la mofa que venía incluso de sus amigos, Melchior toma finalmente la decisión de no quedarse por más tiempo. En el otoño de 1862 la familia Joller huye de Stans. Primero a Zurich donde Melchior tuvo una experiencia tan inquietante que una mañana irrumpió en el salón con el pelo completamente blanco y gritando “¡por fin lo comprendo!”, tras lo cual la familia huye precipitadamente a Roma donde los fenómenos paranormales por fin cesaron.

En 1865, a la edad de 47 años, Melchior Joller muere allí como un hombre quebrado.

Solamente su familia sepa quizás que es lo que le ocurrió a Melchior Joller esa noche en cuestión y que del susto hizo que su pelo perdiera el color. A día de hoy sus anotaciones originales están protegida por su tataranieta María Pía en los archivos de la familia en Roma. Antes de su muerte publicó su diario en el año 1863, que tituló “Selbsterlebte mystische Erscheinungen (Apariciones místicas vividas)”, pero omite mencionar su “revelación final” de la que decide no escribir.

El secreto alrededor de la casa Joller sigue vivo. Todavía años después este caso sigue causando perplejidad. Algunos científicos e interesados todavía están a la búsqueda de la llave y la solución para los incidentes que ocurrieron en la casa encantada de Stans.

La casa encantada de Stans, que existe aún hoy, sigue activa. En mayo de 2005 se autorizó la entrada para investigar a un equipo de científicos parapsicólogos y de periodistas que pudieron ser testigos de algunos fenómenos.

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