A finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX, el mito del vampiro tomaba fuerza por Nueva Inglaterra. Zonas como Rhode Island (este de Connecticut) están plagados de casos documentados sobre familias que exhumaban los cadáveres de sus familiares por miedo a que estos se hubieran convertido en vampiros y pudieran terminar matando al resto de la familia.
El caso más conocido fue el de la joven Mercy Brown. Esta joven nació en Exeter en 1873 y murió a los 19 años a causa de una Tuberculosis pulmonar.
La familia de George Brown comenzó una serie de trágicas muertes a partir de 1882, con el fallecimiento de la madre. Siete meses después la hermana pequeña Mery Olive, murió bajo la misma sintomatología. Siete años después, cuando el granjero pensaba que la muerte los había abandonado finalmente, su hijo Edwin comenzó a presentar los mismos síntomas.
El padre, desesperado, decidió mandar a su hijo a Colorado para ver si el cambio de clima favorecía la recuperación de su enfermedad. No obstante, esta mejora no se dio y el joven regresó a su hogar más enfermo aun. Justo cuando este volvió a casa, Mercy comenzó a experimentar la extraña enfermedad, muriendo finalmente en 1892.
George Brown no sabía que hacer, comenzó a escuchar los consejos que la gente de su alrededor le daba. Consejos que hacían alusión a historias de vampiros, asegurando que alguien de su familia se había transformado en un ser de las tinieblas y que era precisamente ese ser quien estaba arrebatando la felicidad del granjero poco a poco.
El granjero no terminó de aceptar esta absurda teoría, no obstante accedió a las peticiones de que exhumara los cadáveres, quizá por la propia desesperación frente a la enfermedad de su único hijo vivo.
El médico de la familia acompañó a este hombre a las tumbas de su esposa y sus hijas. Cuando abrieron la de la hija pequeña encontraron sólo huesos, en la de la madre vieron que su cuerpo estaba completamente momificado, no obstante, al abrir la de su hija Mercy (la cual había fallecido solo hacia 9 semanas antes) se encontraron con un cuerpo menos castigado y descompuesto. Una joven con el pelo más largo que cuando la enterraron al igual que las uñas. Estos detalles parecían confirmar las sospechas de esta pobre gente, así que acto seguido arrancaron el corazón de la victima y lo quemaron.
Muchas versiones aseguran que de las cenizas de ese corazón se creó una pócima para que el joven hijo del granjero la bebiera. No obstante, a pesar de ello el joven murió ese mismo año.
Este caso en concreto se hizo muy famoso en todo Estados Unidos. La figura de la joven se comenzó a reconocer como “la última vampiro de Nueva Inglaterra”, y muchas son las historias que aseguran que en su tumba, a día de hoy, pasan cosas extrañas que nadie puede explicar.
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