Nació el 21 de mayo de 1960. Fue uno de los asesinos seriales más temidos de Estados Unidos. Se comprobó que entre los años 1978 a 1991 había asesinado a 17 jóvenes. También recurrió a prácticas de canibalismo y necrofilia.
A pesar de que sus padres lo quisieron mucho, en una forma constante tenían problemas como pareja, y sus frecuentes riñas terminaron afectándolo. Su madre era hipocondriaca y no toleraba a su marido. Cuando Dahmer tenía cuatro años le operaron dos hernias y fue tanto su dolor que pensó que le habían cortado el miembro.
Después de ser un niño juguetón y feliz, su carácter cambió y se volvió muy retraído como consecuencia de esa intervención. De acuerdo al padre de Jeftrey, la madre estuvo muy mal durante el embarazo y lo atribuyó a que sentía cierto rechazo hacia el “producto”.
Una vez que Jeffrey creció un poco, fue violado por un vecino del barrio. Tal vez por esto, tiempo después fue un estudiante solitario, no muy aplicado; empezó a manifestar cierta psicopatía; no le gustaba el contacto con la gente.
Varias ocasiones se cambiaron de casa y ello le producía ansiedad. Luego compraron una casa en Bath, Ohio y se quedaron en ese lugar varios años. El padre de Dahmer gustaba ir de pesca, por lo que fue gran ocasión para que su hijo y él hicieran algo que les fascinara. A Jeffrey le encantaba abrir los peces y verlos morir. Después, a los diez años, torturaba y mataba a todo tipo de animales para dejarlos en formol.
A principios de su adolescencia, sus compañeros decían que consumía drogas y tenía problemas mentales. En la escuela secundaria comenzó a trabajar en el periódico escolar y a jugar al tenis como una forma de integrarse a la sociedad, sin embargo, sus compañeros podían notar que su comportamiento era todo menos normal. Cuando tenía dieciséis años solía ir borracho y drogado a clase. Y cuando regresaba a su hogar luego de día de clases solía masturbarse compulsivamente con revistas de contenido homosexual o apreciando las entrañas de los animales que había matado.
Al cumplir 18 años sus padres terminaron por divorciarse. Inmediatamente su padre se volvió a casar. En 1978 Dahmer entró a la universidad, pero debido a que presentó problemas con el alcoholismo abandonó los estudios. Al año siguiente ingresó al ejército y fue destacado en Alemania, pero lo dieron de baja a los dos años por alcohólico. Se fue a vivir a Florida y luego regresó a Ohio para vivir con su padre nuevamente. En septiembre de 1988 quiso independizarse y fue a vivir a un departamento a Milwaukee, este sería el lugar donde daría rienda suelta a sus más bajas pasiones. Un día le pidió a un joven de trece años que posara para él; le ofreció 50 dólares, luego de drogarlo abusó del chico; era homosexual. Los padres del niño lo denunciaron y estuvo en prisión durante diez meses.
Crímenes.
Jeffrey nunca externaba sus pensamientos. Desde los 14 años soñaba con tener sexo con cadáveres, pero esperó a cumplir la mayoría de edad. El mes de junio de 1978 invitó a su departamento a Steven Hicks en donde se alcoholizaron y sostuvieron relaciones sexuales. Cuando el joven quiso irse, lo mató golpeándole la cabeza, luego lo mutiló y lo enterró en un campo no muy lejano a su casa. Luego de cometer este asesinato sintió remordimientos y empezó a asistir a la iglesia y a dejar el alcohol.
Luego de casi diez años de mantener célibe terminó por recaer y en 1986 fue detenido por escándalo en un sitio público (poco antes intentó desenterrar un cadáver).
Un año después, en 1987, conoció a Steven Toumi, el chico apareció muerto y descuartizado en el sótano de la casa de su abuela. Anthony Sears fue la victima del año 1989, lo conoció en un en un bar, le ofreció dinero para tomarle unas fotografías, y también en casa de su abuela lo estranguló, lo asesinó y posteriormente tuvo sexo con su cadáver.
Después de ser acusado de abuso de menores y cumplir una breve condena salió de prisión y mató 12 personas más hasta julio de 1991. En el mes de mayo del 1991 llevó a su apartamento al hermano del joven por el que fue procesado por abuso. Allí lo drogó con la idea de practicarle unas trepanaciones en el cráneo para inyectarle ácido en el cerebro en un intento por crear una especie de “zombie”.
Afortunadamente joven consiguió escapar como pudo y alertó a la policía. Dahmer dijo a la policía que era el joven era su amante y que estaba totalmente borracho. La policía creyó su versión y el chico apareció muerto al día siguiente con un agujero taladrado en la cabeza.
El 22 de julio de 1991, Tracey Edwards, la última de sus víctimas, logró escapar esposado. La policía lo vio y esta vez se dispusieron a investigar.
Cuando entraron en la residente se encontraron con un macabro santuario repleto de fotos de cadáveres, restos humanos, paredes ensangrentadas, cuerpos mutilados, siete cráneos y una cabeza en el congelador.
Jeffrey tenía aversión por los afroamericanos; sin embargo, su caso era muy raro porque tenía sentimientos de culpa para matar a sus víctimas, por lo que primero las drogaba y luego tenía relaciones con ellas; las veía como juguetes sexuales. Después de mutilar los cadáveres desaparecía los restos, aunque guardaba sus cabezas en su departamento. Jeffrey no fue como los asesinos en serie comunes (si es que pudiera catalogarse a estos monstruos de alguna manera); si bien era cruel con los animales, no fue pirómano y tampoco padecía incontinencia. Él dijo qué cuando estudió el esqueleto de los animales no fue por placer sino por curiosidad y lo había hecho al lado de su padre, quien se había doctorado en química.
La mayoría de sus asesinatos iban dirigidos contra jóvenes negros. Antes de matarlos los drogaba. Debido a que empezó a manifestar culpabilidad por lo que hacía, deseaba ser aprehendido.
El 22 de julio de 1991 lo arrestaron en su departamento. Esperaba que lo condenaran con la atenuante de enajenación mental; sin embargo, no fue así y le dieron una condena de 937 años de prisión. El 28 de noviembre de 1994, estando en Columbia Correctional Institute, en Portage, lo mató un esquizofrénico afroamericano.
Luego de su muerte sus padres seguían peleando, esta vez por la posesión de su cerebro. Su madre tenía la intención de donarlo a un hospital de investigación mental, mientras que su padre deseaba enterrarlo lejos de todo el mundo y de su recuerdo. Los familiares de las victimas también hicieron negocio con las “herramientas” de Dahmer, sus utensilios de trabajo terminaron por subastarse en un puja publica.
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