viernes, 7 de octubre de 2016

El Tunche el ánima errante del monte



El Tunche o Tunchi, como también es llamado en algunas partes de la selva peruana, no es más que un espectro errante, un alma en pena. Por lo general, son espíritus de personas que en vida fueron individuos perversos y que encontraron la muerte de forma violenta. Pero también están aquellos espíritus que aunque no fueron malos en vida han sido sorprendidos por la muerte en circunstancias injustas o turbadoras, o se han suicidado, arrepintiéndose de su cobardía una vez muertos, negándose a dejar este mundo y decididos a permanecer vagando entre nosotros, lamentando su desgracia. Muchos Tunches que deambulan por el monte son almas que no entienden lo que les ha ocurrido. No aceptaron su muerte y necesitan asimilar su destino, saldar una cuenta, o purificar su esencia para poder pasar al siguiente plano.


A estas ánimas se le podrían denominar como “Almas blancas”, espectros que aunque asustan, no tienen como objetivo hacer daño alguno, solo deambulan por los cantos de las trochas silbando su dolor. Pero también están las almas negras, o los Tunches perversos que son los causantes de los muchos sustos y hasta muertes de testigos que han sido sorprendidos por sus horripilantes manifestaciones y se han llevado a cabo en lugares desolados y caminos solitarios.


Es a consecuencia de emociones como la ira, dolor, rencor y otros trastornos violentos que la energía espiritual de estos espectros se queda aferrada a este mundo. Los malos espíritus o tunches negros, que no hay que confundir con el “Maligno”, son esos que en vez de encontrar la paz en el proceso de su purgación y pasar del todo al otro plano con ayuda de un auténtico arrepentimiento, simplemente se aferran más a sus temores, iras, pasiones y vicios, terminando atrapados entre dos mundos, el de los vivos y los muertos. Luego con el transcurso del tiempo su propia esencia se vuelve negativa, hostil, territorial, sumamente pesada y peligrosa.


De ahí proviene la naturaleza de este espectro errante que se conduce como una sombra entre el monte y sus ramajes, del que pena constantemente, del que causa miedo con sus apariciones, creando caos y terror por los alrededores de las comunidades selváticas. Su silbido, dicen algunos, no es más que el aterrador grito de dolor y furia que profieren desde su propio plano, y que se filtra y llega hasta nuestros oídos como un chiflido hiriente y estremecedor.


Si alguien imita aquel silbido, su muerte sería inevitable. Así que si algún día decides internarte solo en el monte, siguiendo los recovecos desolados del camino para llegar a tu destino, piénsalo dos veces y toma tus precauciones… Incluso, no estaría de más acompañar tus pasos con alguna plegaria.



jueves, 6 de octubre de 2016

El Cabaret de la muerte Cabaret du Néant



Desde tiempos antiguos el culto a la muerte ha existido entre nosotros adaptándose según las circunstancias, nuestras creencias y a los avances de la sociedad, es así que en un tiempo más moderno porque debería sorprendernos acerca de un lugar donde la muerte y el ocultismo sean el tema de fondo de un grupo oscuro.


En la actualidad hay fiestas y reuniones de gente que disfruta las corrientes oscuras y macabras sin ser seguidores del mal en si sino afianzándose en este mundo paralelo al de la gente común, el otro lado de la moneda, lo curioso del caso es que gente selecta, apreciadores de las sombras, artistas oscuros y personajes de la noche quienes podrían ser ante la vista de cualquier observador una persona como cualquier otra.


En realidad eran seguidores de esta corriente ajena al mundo trivial, pero esta historia no es de este siglo sino del siglo XIX.


Al estar a punto de ingresar al local, un ¡Bienvenido, oh viajero fatigado, al reino de la muerte! ¡Entre! ¡Escoja su ataúd y siéntese a su lado!, era la frase de bienvenida que se daba a los visitantes del Cabaret du Néant.


Así se les dirigía a acomodarse en su sala de intoxicación rodeado de velas, ataúdes o esqueletos los cuales te acompañaran en esta velada rozando los límites de la vida y la muerte.


Estos extraños lugares aparecieron en Paris los cuales estaban en el mismo tiempo de los conocidos Moulin Rouge o el Folies Bergere, sitios donde el jolgorio y la diversión parecía ser el lugar preferido por la gente en general.


Pero a finales del XIX extrañas corrientes circulaban a la par en contraparte a la diversión de la sociedad parisina. 


Las clases más altas en Europa disfrutaban de este acercamiento a la muerte y al ocultismo, poco a poco se fueron creando lugares donde pudieran encontrarse gente con la misma tendencia a la rarologia, sesiones espiritistas apareciendo poco a poco estos cabarets.


En esta publicación mencionamos al Cabaret du Néant, cabaret de la nada o de la muerte, pero existían otros como el cabaret de l´enfer o el Cabaret du Ciel, que también tuvieron su apogeo en esta época.


 Este cabaret de la muerte fue fundado en el año de 1892 por un personaje llamado Dorville, el local se ubicaba en el Boulevar de Clichy número 34 en Paris, el local estaba distribuido en diferentes salas a las cuales oscuros pasillos guiaban a sus visitantes, los nombres de la sala y su decoración estaba relacionado a las actividades y espectáculos que ahí se realizaban. 


Tenemos así a la sala de intoxicación que era el bar del cabaret con una decoración donde las mesas eran ataúdes, las paredes estaban pintados de tonos oscuros con calaveras y macabras estatuas, solo tenues velas iluminaban la estancia dando todo el conjunto un aire cargado y siniestro.


En la sala de desintegración se representaba diversos espectáculos, claro que todos tenían que ver con la muerte. 


Del espectáculo más sonado estaba el “Pepper´s Ghost” en la cual una persona del público se volvía en un esqueleto ante la sorpresa de todos, claro que el truco se hacía con espejos y demás, muy bueno para la época.


En otras salas también se hacían espectáculos parecidos como en la cueva de las ofensas o en la cueva de los espectros donde los espectáculos tenían nombres curiosos pero que encajaban en este ambiente como “el fin del mundo”, “el cabaret ruidoso”, “viaje a Liliput”, “la rata muerta” o “los rayos x”. 


Aunque los artistas oscuros que ahí ejercían tenían cierta fama, a veces hacia la aparición personajes que la gente en verdad creían que eran apariciones o personajes que no eran de este mundo, también la muerte próxima de sus actores hacia más tétrica toda esta historia.


Un interesante lugar como parte de la sociedad existente, en nuestra actualidad también deben existir lugares parecidos pero solo en círculos especiales, en fin ¿alguien desea un café?



miércoles, 5 de octubre de 2016

Los niños de la “Casa Blanca”, el macabro hallazgo en la Escuela Dozier



Casi un siglo de horror sale a la luz en el sur de los Estados Unidos. Una excavación en la Escuela Arthur G. Dozier para Menores Infractores en el estado de la Florida resultó en el hallazgo de 55 cuerpos depositados en fosas no identificadas en varios puntos del terreno.


La institución que fungía como reformatorio para menores daba cobijo a cerca de 1,400 internos en su periodo más activo. La investigación inicial, llevada a cabo por el Departamento de Justicia del Estado de Florida, pretendía determinar si en el cementerio de la institución había cadáveres no identificados.

Los esfuerzos en la recuperación de los restos son conducidos por la Dra. Erin Kimmerle, profesora del Departamento de Antropología Forense en la Universidad del Sur de Florida, e involucran actualmente a más de 50 investigadores de nueve agencias diferentes. El objetivo de este esfuerzo conjunto es identificar niños desaparecidos, determinar su causa de muerte y proporcionarle un entierro digno.


Durante una conferencia de prensa, la Dra. Kimmerle expresó la motivación de todos los involucrados en esta misión: “Pretendemos ofrecer a las familias una solución, una especie de conclusión para que los padres finalmente sepan que pasó con los niños. Con ello podrán conocer las circunstancias en que sus hijos murieron y disponer el descanso que se merecen“.

El cementerio de la escuela, irónicamente registraba solamente 13 tumbas señalizadas con cruces hechas de tubo PVC. No todas estaban debidamente registradas, lo que llevó a las autoridades a pedir auxilio a los expertos. El equipo enviado al lugar, utilizó un radar de penetración y las primeras lecturas mostraron rápidamente que había otros cadáveres enterrados fuera del área de este cementerio. “Descubrimos que teníamos enfrente algo mucho más grande y aterrador. Había fosas improvisadas por todo el terreno”.


Además de las osamentas, el equipo encontró miles de artefactos, que ayudarían en el proceso de establecer la fecha de la muerte de cada niño, y con un poco de suerte, su identidad. Algunos de los artefactos incluían restos de vestimenta, hebillas, botones, trozos de ataúdes, y en algunos casos juguetes, como una bolsa de canicas que aún se encontraba en el bolsillo de uno de los niños.

También llamada Florida School for Boys (Escuela de Florida para Niños) y Florida State Reform School (Escuela del Reformatorio del Estado de Florida), el centro de detención juvenil fue fundado a inicios del siglo XX, y se mantuvo en funcionamiento de 1900 a 2011. Mucho antes de que las excavaciones iniciaran, el lugar ya era famoso por las decenas de acusaciones de agresión física y de naturaleza sexual perpetradas contra los internos allí retenidos. A comienzo de 1903 –una época en que el sistema penal era brutal, por decir lo menos– los inspectores ya recibían denuncias chocantes de malos tratos. Los “internos” eran desprovistos de su nombre e identidad, pasando a ser tratados apenas como números. El castigo físico era algo trivial, y hasta 1930 se impusieron una serie de reglas internas que incluían azotes.


Un niño sentenciado a la Escuela Dozier no podía esperar que lo trataran de forma decente. La comida era poca y de procedencia desconocida, muchas veces llegaba hasta los platos en un estado putrefacto. Los alojamientos no tenían inodoros –hasta que fueron instalados en 1955, hasta entonces los internos utilizaban botes vacíos para hacer sus necesidades–. Durante el verano, el calor y la humedad se volvían insoportables.

Uno de los internos, un joven de nombre Richard Newest, que permaneció en la escuela cuando tenía 12 años escribió un testimonio sobre su estancia y llegó a publicar el artículo en un periódico en el año 1964:


“Apenas llegué a la escuela, ellos me quitaron el nombre y me convertí en sólo un número. Fui el interno R 297 durante ocho largos meses. El primer día me llevaron a un edificio, me ordenaron que vistiera un uniforme gris, me dieron un cobertor, una taza y un plato de aluminio. Me alojé en un dormitorio con otros 40 chicos, nadie estaba separado por edad. Los más jóvenes lloraban de miedo durante el día y en la noche intentaban permanecer en completo silencio. Todo mundo quería ser invisible y no atraer la atención de los veteranos o de un guardia. Todo el mundo sabía lo que podría suceder si alguno de ellos te atrapaba a solas. Comía una vez al día y recibía una ración que no pasaba de una sopa rala de cáscara de papa y un pedazo de pan seco. Comíamos con nuestras manos, rápido para que nadie tomara nuestros alimentos. Aún hoy, después de tantos años, en ocasiones despierto sin aliento, pensando que estoy en la Escuela Dozier”.


A pesar de que los castigos físicos fueron prohibidos en las escuelas en 1968, hasta los años 1980 los inspectores revelaron que los estudiantes de la Escuela Dozier eran disciplinados con nalgadas, cuerdas mojadas y palos. Una investigación iniciada por el Departamento de Justicia, basada en las acusaciones, llevó al cierre de la institución en mayo de 2011. A pesar de las investigaciones, la razón oficial para el cierre del reformatorio fue la falta de fondos para mantenerlo en funcionamiento.

La escuela fue creada con la intención de alojar a niños y adolescentes que cometieran crímenes como robo y asesinato. Una modificación en la legislación estatal, le permitió ingresar a jóvenes que cometían crímenes menores. Esto llevó a un considerable aumento en la población carcelaria y a una mezcla de individuos violentos, desde niños que ya habían pasado por varios reformatorios, hasta los que no tenían historial de violencia.


Los niños que eran internados en la escuela, se referían a sí mismos como “The White House Boys” (Los niños de la Casa Blanca). El apodo se debía al edificio principal de la escuela, pintado con un color blanco inmaculado. Niños con variaciones de edad entre cinco y dieciocho años eran enviados a la escuela. Muchos de estos eran sometidos a agresión, humillaciones, golpizas y violación, prácticas que llevaban a cabo los internos más viejos o los propios funcionarios. Cuando la “Casa Blanca” fue fundada también se hizo famosa por utilizar cadenas con bolas de hierro que eran atadas a los talones de los jóvenes y por confinarlos a celdas subterráneas excavadas en el propio patio. Los internos eran mantenidos en estos lugares por periodos de hasta dos meses en aislamiento.


Como la rutina de maltrato era la regla y no la excepción, muchos internos acabaron muertos debido a lesiones o a enfermedades agravadas por las deplorables condiciones. Los que fallecían eran enterrados de forma clandestina en diferentes puntos de la escuela, en el patio, en los jardines, o en zanjas. Desde la fundación de la institución, los registros definían a la mayoría de los decesos como “causa desconocida”, eso cuando las muertes eran notificadas. Los funcionarios en varias ocasiones ni siquiera informaron a las familias de los internos, mucho menos les proporcionaban certificado de defunción o llevaban a cabo los procedimientos administrativos para determinar la causa de muerte. Existen sospechas de que muchos cadáveres fueron quemados en el incinerador de la escuela, volviendo imposible la identificación de estas víctimas.


Como resultado de la extensa investigación conducida por la Dra. Kimmerle, ya fueron encontrados 98 niños que murieron en el reformatorio entre los años 1914 y 1973. La mayoría de estas víctimas son jóvenes de raza negra, con edades que varían desde los 6 hasta los 18 años. Durante las exhumaciones, el equipo de antropólogos descubrió que por lo menos siete de ellos murieron de forma violenta en la misma época. También existen indicios de que estos habrían sido asesinados en un intento de fuga ocurrido en el año 1960. Cuatro de ellos presentaban heridas de bala y marcas compatibles con las de una agresión brutal. Los siete fueron enterrados en una misma fosa, próxima a la puerta principal.


Otro grupo compuesto por cerca de 25 internos también fue sepultado en una fosa común a mediados de 1914 cuando un incendio destruyó uno de los alojamientos. En aquella ocasión, las puertas atrancadas impidieron el escape de los internos que murieron quemados. Una epidemia de gripe también fue responsable por 13 muertes en los primeros años de la década de 1920.


No parece una exageración, dada la cantidad de cadáveres descubiertos y las incontables historias relatadas por los individuos que habitaron la “Casa Blanca” y sobrevivieron a la experiencia, asumir que la gran mayoría de estas muertes no atendían a causas naturales. De hecho, los antropólogos determinaron que un gran número de osamentas presentaban signos de violencia y otros hasta barbáricos. Más del 25% de los internos identificados murieron en los primeros tres meses de cumplimiento de su condena, lo que demuestra claramente el grado de mortalidad en las instalaciones.


Los investigadores sugieren que muchos de los niños y adolescentes enterrados podrían haber sido asesinados. Solamente un examen detallado de cada cadáver puede establecer la causa de la muerte. Cinco grupos de muestras de ADN fueron enviados para su análisis a la Universidad del Norte de Texas y al Centro de Ciencias con la finalidad de identificar los cuerpos. Los antropólogos también utilizaron software para la reconstrucción facial a fin de incrementar las posibilidades de identificación.


La Universidad del Sur de la Florida comenzó a efectuar las excavaciones en el terreno de la Escuela en agosto de 2013. La Secretaría del Estado intentó impedir el inicio de los trabajos, incluso restándole autoridad a los involucrados en la investigación. El equipo se vio forzado a pasar por varias entidades hasta que el gobernador de la Florida, Rick Scott, finalmente autorizó los trabajos.

Las primeras semanas de trabajo sacaron a la luz la horrible verdad de la Escuela Dozier, cuando los patios comenzaron a ser sistemáticamente excavados luego de las denuncias presentadas por los ex internos que apuntaban a los lugares donde podrían estar enterrados los cuerpos. Desde 2008, cuando las autoridades dieron inicio a las investigaciones, más de 500 personas se presentaron de forma voluntaria para dar su testimonio de la horrible rutina en la “Casa Blanca”.


En 2009, una comisión que acompañó los procedimientos ordenó a las autoridades expedir órdenes de prisión para los funcionarios que trabajaban en la Escuela Dozier entre 1950 y 2010, incluyendo a tres ex-directores. Según los investigadores, los ex-funcionarios confesaron que el régimen de horror impuesto a los internos incluía agresiones e intimidación constante. La ausencia de registros presentó una dificultad adicional para determinar el grado de responsabilidad de cada funcionario. Las acusaciones de que muchos niños sufrieron abusos sexuales también están siendo investigadas, pero dichas afirmaciones son muy difíciles de corroborar mediante el análisis de los restos humanos. Hasta el momento no ha habido condenas para estas denuncias, pero la cantidad de testimonios puede ayudar a condenar a los guardias y funcionarios involucrados en tales crímenes, algunos llevados a cabo hace más de 40 años.


El Departamento de Justicia decretó el cierre de la Escuela Dozier en diciembre de 2011, gracias a la presión de la población y entidades de derechos humanos. El decreto emitido por el gobernador de la Florida destacaba que la Escuela falló en la protección a la dignidad a los internos, en ofrecer rehabilitación y en violar los derechos básicos del proceso legal, además de implementar métodos disciplinarios y de confinamiento inconstitucionales.


Mientras el proceso sigue adelante, la Dra. Kimmerle planea dar inicio a un nuevo frente de excavación con el apoyo de más de 30 investigadores. El área a ser explorada corresponde a un terreno anexo a los alojamientos que fueron inhabilitados a mitad de la década de los 70 y que muchos ex internos apuntan como un área donde sucedieron muchos entierros. Ella espera localizar un cementerio clandestino de esta época esta vez con cadáveres de raza caucásica. Según la Dra. Kimmerle, hasta 1960, había cementerios separados para internos de diferentes grupos étnicos. “No sabemos lo que vamos a encontrar, pero con certeza hay muchos cuerpos esperando a ser descubiertos”.


Los horrores rescatados de las oscuras tierras de la Escuela Dozier cubren casi un siglo de injusticia y de vergüenza en la historia de los Estados Unidos, además del contubernio de las autoridades por cubrir tales actos. Ello demuestra que hasta en la nación más rica y poderosa del planeta, niños y adolescentes son sujetas a condiciones atroces ante el descuido de la sociedad.



martes, 4 de octubre de 2016

La pasajera Fantasma



El municipio de, en Mérida, Yucatán es un lugar lleno de historias y casos paranormales. En esta ocasión, hablaremos sobre un rumor que se viene contando desde hace varios años, en el cual se asegura que el espíritu de una mujer sube a las calesas y después se suscitan una serie de hechos que dan lugar a la leyenda de la pasajera fantasma.


Se cuenta que en la terminal de autobuses ubicada a espaldas del Palacio Municipal, una chica llevando como equipaje una caja y unas flores, solicita los servicios de una calesa, luego pide ser llevada a la colonia Rosario. Durante el tramo no mayor a quince minutos, se muestra muy conversadora; al llegar a la dirección indicada, paga con un billete de doscientos. Debido a que el viaje solo cuesta 20 pesos, en ocasiones los conductores no completan la cantidad a devolver, así que ella les pide conservar el dinero, con la condición de volver al día siguiente para transportarla y traer su cambio.


Al día siguiente cuando van a buscarla, los recibe un hombre, asegurando que ahí no vive muchacha alguna, en la plática, descubren que descripción física de la viajera corresponde exactamente con la de una chica que se colgó de un árbol cercano tres años atrás, debido a que no pudo soportar la trágica muerte de su hermano en un accidente. …Incrédulos a tal afirmación, los prestadores del servicio sacan el billete como prueba de lo ocurrido, pero este no es más que una simple hoja.


En otras ocasiones, después de pagar los servicios de la calesa, con el billete de doscientos, estese convierte en un hueso, pero a final de cuentas, en ambos casos, los cocheros caen enfermos, después de darse cuenta que llevaron una pasajera fantasma en su calesa


Las apariciones del espíritu de esta mujer suicida, son más comunes en 31 de octubre y durante el aniversario de su muerte. Ha sido visto tanto por caleseros como policías, por lo que han llegado a afirmar que la razón de su penar, corresponde al arrepentimiento de lo que ella hizo y que hasta el día de hoy le impide encontrar la paz.