Un Gul, conocido también por su denominación en inglés como Ghoul, es una criatura demoniaca de la mitología árabe, que a su vez procede de un aún más antiguo mito griego, que habita en lugares remotos y despoblados y frecuentemente se los asocia con los cementerios debido a su afición por la carne de los fallecidos. Pueden adoptar forma humana o llegar a vivir dentro del cuerpo de una persona. Los gules son considerados como no-muertos y en ocasiones cambian sus hábitos alimenticios para darse un festín con los vivos que se acercan demasiado a sus dominios.
No son excesivamente inteligentes, pero sí lo suficientemente hábiles como para engañar a sus desprevenidas víctimas, o también tenderles alguna que otra trampa. Un buen ejemplo de ello es que son capaces de imitar el ladrido de los perros, haciendo que los viajeros piensen que hay un campamento en las cercanías y vayan directamente hacia su trampa.
Se les atribuye el poder de cambiar su forma por la de un animal, normalmente adoptando la apariencia de animales del desierto, con la hiena como principal elección, y encuentran diversión en hacer que los viajeros que cruzan su territorio pierdan la orientación, lo que normalmente suele acabar en desgracia para el incauto viajero. Aunque no queda muy clara la intención o la utilidad que les pueda sacar, se dice que los gules también son amigos de lo ajeno, con especial preferencia por las monedas y objetos de valor.
La primera referencia a ellos la podemos encontrar en el famoso compendio de cuentos de “Las mil y una noches“, y su aparición en la literatura inglesa llegó de la mano de William Thomas Beckford en el año 1786, en su novela titulada Vathek 3. Dentro de la literatura occidental, los gules han pasado a convertirse en los esclavos predilectos de los vampiros, cumpliendo la voluntad de su señor y realizando el “trabajo sucio”.
Si bien el significado original de la palabra se refiere a estos seres sobrenaturales, popularmente ha tomado otro significado, siendo utilizada para designar a personas de oscura reputación o relacionadas con el mundo de los fallecidos, como puede ser el caso de un enterrador. En otros casos, se utiliza para personas con una excesiva ambición o glotonería.
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