martes, 26 de septiembre de 2017

El hotel embrujado Driskill



Desde niño soy fanático de los Vaqueros de Dallas, por eso cuando tuve la suerte de ganarme un viaje con todos los gastos pagados, el cual incluía la estancia en un hotel de lujo, no lo pensé dos veces y acudí rápidamente a la embajada a tramitar mi visa y mi pasaporte.Pregunté en una agencia de viajes, cuáles eran los vuelos que llegaban a Austin y me dijeron que para esta semana sólo había dos.

Compré mi boleto y esa misma tarde abordé el aeroplano me llevaría a vivir una de las experiencias paranormales más terribles que me han pasado.

Llegué a mi destino ya me estaba esperando un guía de turistas (que por cierto, hablaba un perfecto castellano). El me mencionó que iba acompañarme al hotel Driskill y que por la mañana iniciaremos el tour.

Arribé a la calle en la que se encontraba el lugar de descanso y quedé estupefacto al observar la magnitud de la construcción. Aquel era un edificio gigantesco que en su interior albergaba un enorme salón de baile y hasta dos restaurantes.

Caminé hacia la recepción y el encargado del hotel me saludo:

– Buenas noches. ¿Hay algo que en que lo pueda ayudar?

– Sí, mi nombre es Maximiliano Rodríguez, el ganador del concurso “Conoce Texas”.

– Lo estábamos esperando. Por favor, muéstreme su pasaporte para poder corroborar su identidad y así darle la llave de su cuarto.

Traté de subir a mi habitación por uno de los asesores, pero tenía puesto un letrero de “Fuera de Servicio”.

Se me hizo un poco extraño que apenas a subir por las escaleras, todo el ruido que había en el vestíbulo se desvaneció y sólo se escuchaban mis pisadas en la alfombra. En ese momento sentí como algo helado me recorrió de pies a cabeza y sólo resolví ingresar a mi cuarto y meterme en la cama.

Como a las tres de la mañana, llamaron a mi puerta insistentemente. Era una voz de mujer, aunque por más que traté de verla por la mirilla me fue imposible. Abrí la puerta y me percaté de que era una dama muy pálida vestida de novia que preguntaba en inglés insistentemente por su prometido.

Yo le dije que el cuarto era el equivocado y que por favor buscara en otra habitación. Cerré la puerta y a los pocos minutos oí de nuevo gritos, sólo que esta vez se trataba de risas que procedían de las escaleras.

Me asomé y observe a una niña que estaba jugando con una pelota de playa en el pasillo.

– Ten cuidado, le grité.

En eso la niña se volteó y vi con horror como tenía el cuello roto y le faltaba parte de un pómulo. Mis nervios no aguantaron más, por lo que tomé mi equipaje y salí de ese lugar corriendo. Después me enteré en las noticias que era uno de los hoteles embrujados más famosos del mundo aunque yo no lo sabía.




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