Tras engañar a su hermano Esaú, cambiándole la primogenitura por un plato de potaje, Jacob huyó para evitar represalias y pasó la noche al raso.
Usó una piedra como almohada y soñó con una escalera que llegaba hasta el cielo por la que subían y bajaban los ángeles. Al despertar comprendió que esa piedra era sagrada y la llamó Betel, la Casa de Dios.
La Piedra bajo el Trono
En 1.972, Adrian Gilbert estaba en Israel completando sus estudios de historiador y conoció a un canadiense que le contó que esa piedra fue trasladada a Inglaterra, donde aún se encuentra en la Abadía de Westminster, bajo la silla de Coronación.
Al regresar a Inglaterra, un año más tarde, quiso corroborar la historia y se sorprendió al ver que bajo la Silla de Coronación había una roca en cuya parte trasera había una placa con el nombre de Betel.
Por los archivos históricos, quiso seguir el rastro de la piedra y descubrió que había sido trasladada allí desde Escocia, en 1.296, por el rey Eduardo I.
Antes había estado en Perth, en el Palacio de Scone, construido sobre las ruinas de una antigua abadía destruida en 1.559. Allí se conserva una réplica de la piedra, a la que los escoceses llaman la Piedra del Destino, y que era usada como trono por los reyes de Escocia.
El Viaje de Jeremías
La primera mención histórica de la piedra es de una crónica de Juan de Fordun, escrita a mediados del siglo XIV, donde narra la coronación de Alejandro III en 1.249 en Scone.
Según Fordun, la piedra había sido llevada allí en el año 500 por el rey Fergus para su coronación. La trajo, prestada, de un rey de Irlanda. Pero ¿cómo había llegado la piedra a Irlanda?
Acudiendo a las fuentes más antiguas, la Biblia, Gilbert centró su atención en la época del saqueo de Jerusalén, en el año 586 aC. El suceso está reflejado en el libro de las Lamentaciones.
El profeta Jeremías, que había avisado previamente de la invasión babilónica, huyó de Israel llevándose a una princesa judía y varios tesoros simbólicos a la ciudad de Tahpanhes, una ciudad costera griega junto al delta del Nilo. Desde ese momento, Jeremías desaparece de todo registro histórico, y nunca es vuelto a mencionar ni en la Biblia ni en ningún otro texto.
Volviendo a las crónicas de Fordun, éste narraba que un noble griego y un mercenario llamado Miletus, vivían en Egipto en la época en que Jeremías llevó sus tesoros a Tahpanhes. Poco después hubo una guerra civil en Egipto y el país se dividió en dos reinos. El nuevo rey no quería ciudades extranjeras en su territorio y echó a los griegos de Tahpanhes. Miletus se fue de allí con varios seguidores llevándose una piedra conocida como la Piedra del Faraón.
Viajó por las tierras del Norte de África hasta llegar a Gibraltar, cruzando el estrecho y llegando hasta la ciudad celta de Brigantia, la actual Coruña.
Allí sufrieron los ataques de tribus enemigas y Miletus murió.
Los Anales de Clonmacnoise cuentan la historia de un personaje conocido como Olam Foda que llegó a Irlanda con una princesa del Este. También llevaba varias reliquias, entre ellas un Arpa, un Baúl y una Piedra.
¿Podría ser esta princesa la misma que partió con Jeremías varios años antes? Y ¿podría ser Olam Foda el mismo profeta Jeremías?
En las crónicas más antiguas de Irlanda se cuenta que a la isla llegaron viajeros dirigidos por Miles Ispaniae, en latín, Soldado Español. Al escribir las crónicas en gaélico lo llamaron Miles Pana, que significaba lo mismo.
Fenicios y Danitas
Volviendo a la fuente bíblica, Gilbert estudió la invasión asiria del año 721 aC, 150 años antes de la invasión babilónica, que se centró en el Norte de Israel, llegando hasta la ciudad de Betel, en la tribu de Dan.
Los danitas tenían acceso al mar y, como los fenicios, eran navegantes que comerciaban con aceite, vino y metales. Su barcos recorrían el Mediterráneo y es posible que llegaran hasta Irlanda, rica precisamente en metales preciosos.
En las antiguas crónicas irlandesas se mencionaban a unos navegantes conocidos como Tuaza de Danan, muy similar al nombre hebreo de la Tribu de Dan. ¿Podrían ser la misma gente?
Si la Tribu de Dan huyó de Israel durante la invasión asiria, debió ser entre los años 720 y 680 aC. Según las crónicas irlandesas, los Tuaza de Danan llegaron a Irlanda entre los años 700 y 685 aC.
Pero según la opinión de la mayoría de los historiadores, los Tuaza de Danan eran invenciones míticas de los cronistas. No eran personajes reales.
Los Análisis de la Piedra
Habían pasado cuatro años desde que Gilbert inició su investigación cuando, en un paseo casual por Londres encontró una librería regentada por una organización llamada Federación Mundial Británico-Israelí. Las raíces de esta organización se remontan al siglo VII dC, cuando el monje Beda el Venerable, afirmó que los britanos eran los herederos espirituales de los judíos como Pueblo Elegido.
De hecho, las ceremonias de coronación de los reyes británicos tienen gran parecido a las ceremonias judías, tal como están descritas en la Biblia.
Examinando los archivos de la Federación, Gilbert descubrió que en 1.924 habían solicitado un análisis geológico de la piedra de la Abadía de Westminster, y el geólogo canadiense Edward Odlum examinó la piedra y luego visitó Betel, en Palestina, para compararla con piedras de la zona. En un barranco cercano a Betel encontró piedras que parecían idénticas a la de Westminster, pero cuando volvió a Inglaterra las autoridades de la abadía no le dieron permiso para confirmar sus similitudes.
Odlum no pudo completar su análisis, y cincuenta años más tarde Gilbert tampoco pudo seguir sus investigaciones.
Abandonó la investigación, pero no la olvidó, esperando que en el futuro pudiera continuarla.
Veinte años más tarde, en 1.996, el gobierno británico permitió que la piedra regresara a Escocia, donde fue expuesta en el castillo de Edimburgo.
Queriendo completar la historia de la piedra, fue examinada por Peter Hill, un experto cantero, pero sus conclusiones fueron distintas a lo que Gilbert esperaba. Según Peter Hill, la piedra tenía muchas similitudes con otras piedras pictas extraídas de canteras escocesas.
Otro estudio, promovido por el Instituto Geológico Británico y encargado al geólogo Emrys Phillips, reveló que la piedra de arenisca contenía fragmentos ígneos, de lo que determinó que había estado en un río cerca de una zona volcánica. También contenía feldespato, que haría la roca demasiado frágil para soportar los azares de un largo viaje. Centrándose en orígenes cercanos, Phillips determinó que su origen más probable era la zona de Perth, más precisamente, de una cantera muy cercana al palacio de Scone.
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