A menudo nos encontramos con historias que nos hacen preguntarnos, ¿qué tipo de “locuras” el ser humano es capaz de realizar?, ya sea por el dinero, el amor, la enfermedad, la desesperación y la enfermedad. Y es muy preocupante cuando más de uno de los factores antes mencionados, inciden sobre un mismo individuo. El siguiente texto muestra una de estas historias.
Carl von Cosel dejó su ciudad natal de Dresde (Alemania) en 1927 rumbo a Key West, Florida, en busca de una nueva vida. El médico tenía entonces 50 años de edad. Una vez ahí, Cosel comenzó a trabajar en el Hospital de la Marina de los Estados Unidos como radiólogo y patólogo.
Dotado de gran inteligencia, tenía un taller en su casa, donde construyó numerosos inventos, como un avión hecho de chatarra y equipo militar sobrante al que cariñosamente llamaba “Condesa Elaine“. Y así, el médico experimentado llevaba su vida, hasta que en abril de 1930 una paciente cambiaría totalmente su historia.
Maria Elena Milagro de Hoyos, una bella joven cubana de 21 años de edad que había sido diagnosticada con tuberculosis y recibía la atención del Dr. Cosel, que en la primera quedó totalmente enamorado de la chica. Obsesionado por esta pasión, Carl intentó recurrir desesperadamente a todo tipo de tratamiento para salvar a la pobre Elena, desde invenciones de pociones hasta descargas eléctricas en la paciente, pero todas sin éxito.
Elena murió poco después, a los 22 años en su casa, y Cosel se mantuvo a su lado hasta el último aliento. Devastado por la muerte de su amada, el médico se ofreció a pagar el funeral y construyó un mausoleo diseñado por él mismo, con un ataúd lleno de sustancias metálicas tales como formaldehído para preservar el buen estado del cadáver, todo para darle un descanso a su digna musa. Hasta ahora, una historia de amor triste ¿no? Pero ahí es donde comienza la rareza …
Cada noche Carl visitaba el sarcófago de Elena y pasaba horas conversando con lo que él imaginaba era la joven, hasta que un día, de acuerdo con el médico, ella le pidió ser retirada de la prisión en que estaba, para que pudieran ser felices juntos. El doctor no lo pensó dos veces y saco el cadáver de su lugar de descanso, llevándolo a la Condesa Elaine (el avión).
A partir de ahí la obsesión de resucitar a Elena hizo a Cosel capaz de las mayores locuras. El médico fijó los huesos del cuerpo con ganchos de alambre y cuerdas de de piano, llenó de trapos mojados con sustancias los órganos ya deshidratadas de su ex paciente, reparó su piel con cera, seda y yeso, sustituyendo sus ojos podridos con ojos de vidrio para así recrear una cara muy espantosa de la joven, que una vez había sido tan hermosa.
Días después Cosel la vestía con vestido de novia, tiara, velo y perfumada sobre su cama celebró una ceremonia de casamiento. Y sí, el matrimonio se consumó con el cadáver de la pobre Elena. Carl pasó nada menos que siete años viviendo con la difunta.
La “alegría” del médico sólo terminó en 1940, cuando sospecharon de los rumores sobre lo que podría estar ocurriendo, Florinda – una hermana Elena – descubrió la relación macabra de su “cuñado” con el cadáver.
La historia generó conmoción general y durante tres días el cuerpo momificado de Elena fue expuesto en la funeraria. Hay informes de algunas personas mayores, niños en el momento, de que pasaron muchas noches sin dormir después de ver a la espantosa muñeca cadáver. Poco después fue enterrada sin identificación en el cementerio de la ciudad para que finalmente descansara tranquilamente, sin correr el riesgo de ser robada de nuevo.
En cuanto al doctor Carl von Cosel, lo que siguió fue un poco curioso. Mientras el médico despertó el odio de la familia de su ex paciente y “esposa”, al mismo tiempo se había ganado muchos fans debido a su “historia de amor”. Dos de ellos consiguieron la libertad bajo fianza y el enamorado pudo vivir en libertad en espera de juicio. Además, Carl “ganó” el derecho a “disfrutar” de los servicios de un grupo de prostitutas cubanas “de forma gratuita”. Como el delito prescribió, el médico ganó la libertad y, sorprendentemente, fue declarado mentalmente sano, sin ningún tipo de enfermedad.
La historia acaba de terminar el 3 de julio de 1952, cuando Carl fue encontrado muerto abrazado a una imagen de cera de su amada Elena.
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