Cuando pensamos en epidemia europeas que se cobran la vida de cientos de personas, seguramente lo primero que se nos ocurra sea algún tipo de peste. Sin embargo, hay otras muchísimo más bizarras, como por ejemplo una que impida a la gente dejar de bailar…
Nos encontramos en Estrasburgo, Francia. Es Julio de 1518. El día transcurre como cualquier otro, hasta que de pronto en una calle una mujer, Frau Troffea, comienza a bailar de manera frenética. No hay ninguna música que provoque su movimiento, que además no cesa en todo el día, ni en los siguientes. Para asombro y terror de las gentes, en una semana, treinta persona se habían unido a Troffea y bailaban compulsivamente. En unos mes, ya eran unos cuatrocientos.
Los nobles, preocupados ante esta situación, pidieron consejo a los médicos, que diagnosticaron esta epidemia como una “dolencia natural” debido a un exceso de “sangre caliente”. La idea que tuvieron para curarles fue incitarles a bailar aún más, poniéndoles música e incluso abriendo salones de bailes. Esto no sirvió de nada, y la gente empezó a sufrir rotura de huesos, invalidez en las piernas, ataques epilépticos y a vomitar sangre. La mayoría murió debido a infartos, derrames y agotamiento.
¿Qué es lo que les paso a esta gente que produjo esta extraña epidemia documentada en los libros de la época?, las autoridades médicas lo han llamado coreomanía (del griego khoreia, baile, y manía, locura). Este caso, catalogado como un contagio colectivo psicótico, no tuvo su único brote en Estrasburgo. En 1237, en Efurt, numerosos niños sufrieron la enfermedad y salieron bailando de la ciudad, recorriendo 25 kilometros. Cuando fueron recogidos por sus padres muchos murieron de agotamiento de regreso a sus casa, y otros sufrieron temblores para toda su vida. el 17 de junio de 1278 en la ciudad de Utrecht, 200 personas se reunieron sobre el puente sobre el rio Mosela, hasta que, debido al frenético movimiento de estas gentes, el puente se derrumbo, y los bailarines se ahogaron.
También entre los siglos XIV y XVIII se reportaron numerosos caso en ciudades de Holanda, Bélgica, Alemania, Francia o Italia. Otro de los casos más conocidos junto al del 1518 es el que tuvo lugar en la ciudad alemana de Aquisgran el 24 de Junio de 1374. La gente se empezó a amontonar en las calles moviéndose hasta que quedaban exhaustos, y una vez recobraban sus fuerza, volvían a bailar. Al contrario de lo ocurrido dos siglos más tarde en Francia, esta vez se culpó de este hecho a el demonio, por lo que se procedió a realizar numerosos exorcismos a los afectados. Fray Pedro de Herental, quien fue testigo ocular de uno de estos episodios, dejó una descripción que dice lo siguiente: “En esa época… una secta extraña, formada por mujeres y hombres de varias partes de Alemania llegó a Aachen (Aquisgrán) y de ahí siguió hasta Hennegau y a Francia.
Su estado era el siguiente. Tanto hombres como mujeres habían sido tan ultrajados por el diablo que bailaban en sus casas, en las iglesias y en las calles, tomados de la mano y saltando en el aire. Mientras bailaban gritaban los nombres de algunos demonios, como Friske y oíros, pero no tenían conciencia de esto ni tampoco prestaban atención al pudor, aunque hubiera otras personas viéndolos. Al final de la danza tenían tales dolores en el pecho que, si sus amigos no los apretaban con trozos de tela enredados en su cintura, gritaban como enloquecidos que se estaban muriendo.
En Lieja, los libraron de sus demonios por medio de exorcismos como los que se usan antes del bautismo. Los que se curaron dijeron que les parecía haber estado bailando en un río de sangre y que por eso saltaban continuamente. Pero la gente de Lieja dijo que habían sido atacados de esa manera porque no estaban verdaderamente bautizados, debido a que la mayoría de los curas tenían concubinas. Por esta razón la gente propuso que el pueblo se levantara contra los curas, los matara y tomara sus propiedades, lo que hubiera ocurrido si Dios no hubiera proporcionado un remedio eficaz a través de los exorcismos. Cuando la gente vio esto su juña disminuyó al grado que los clérigos fueron tratados con todavía mayor reverencia que antes.”
De esta extraña enfermedad proviene la expresión “baile de San Vito” (se creía también que era una maldición lanzada por este santo). Una curiosa enfermedad que aterró a buena parte del viejo continente. Hoy en día resulta impensable que pueda ocurrir una psicosis colectiva que lleve a la gente a bailar sin motivo hasta la muerte, pero quien si tal vez, algún al salir a la calle, veas a alguien moviéndose como un loco, y no puedas evitar sumarte a sus pasos…
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