El hombre pez de Liérganes, apodo de Francisco de la Vega Casar, es un ser legendario de la mitología de Cantabria.
La primera reseña en la que aparece el relato del hombre pez es en el volumen VI del Teatro Crítico Universal de Fray Benito Jerónimo Feijoo. Posteriormente José María Herrán escribió un libro titulado El hombre-pez de Liérganes (Santander, 1877). Basado, en esta historia tradicional popular.
He aquí una historia bastante extraña que involucró a un niño común y corriente que siempre mostró muchas habilidades y un gusto marcado por el mar, pero que ni la mente del más grande soñador podría haber imaginado el desenlace de este hecho.
Los hechos reales ocurrieron a mediados del siglo XVIII en un pueblo de Santander, España, y cuyos sucesos se vienen narrando desde hace muchos años atrás y ya se han convertido en parte del folklore de la región.
Este niño llamado Francisco de la Vega Casar y que nació en Liérganes en 1747, se mostraba muy hábil a la hora de nada y pescar, aún cuando nadie lo había adiestrado en aquellas actividades. A los quince años se marcha a Bilbao para aprender carpintería, lo que lo obliga a quedarse por dos años en esos lugares para completar sus estudios.
Una tarde de 1764, Francisco junto a dos amigos deciden irse a dar un baño en el mar, para lo cual, todos se despojan de sus ropas y se zambullen en el agua a disfrutar y a jugar en ella, salvo Francisco quien comenzó a nadar hasta perderse en el horizonte.
No lo volvieron a ver, lo cual hizo suponer que se había ahogado, por lo que decidieron comunicar este hecho a su madre, quien quedó desconsolada ante el funesto hecho.
Luego de unos cinco años, en Cádiz, unos pescadores que realizaban sus labores diarias en el mar, lograron divisar a un ser que salía y se sumergía en el agua, como si fuera un pez, pero que a todas luces dejaba ver su anatomía humana.
Luego de acercarse a él, lo pudieron capturar y lo llevaron al Convento de San Francisco de esa ciudad, en donde todos trataron de comunicarse con el individuo que nunca respondía a ninguna de las preguntas ni emitía palabra alguna.
Hasta que un día, de pronto, pronunció la palabra Liérganes, a donde fue llevado y entregado a su madre y hermanos que lo recibieron rebosantes de alegría. Sin embargo, Francisco ni se inmutó.
Vivió durante nueve años junto a su madre y sus síntomas eran los de una persona con trastorno mental, además que solamente se alimentaba de pan y vino, hasta el día en que se arrojó nuevamente al mar y nunca nadie más supo de él.
Esta historia singular, que ha sido objeto de estudio por numerosos investigadores de toda España y alguno que otro de Europa, ha dado fama internacional al municipio de Liérganes.
Francisco de la Vega Casar, llamado el "Hombre Pez", es el personaje que sin duda más ha contribuido a dar a conocer el nombre del pueblo. La historia cuenta que Francisco de la Vega Casar era un entusiasta del agua y le encantaba bañarse en los ríos y en el mar. Con tan solo dieciséis años su madre le envió a Bilbao para que aprendiese el oficio de carpintero. Un buen día Francisco estaba bañándose en la ría del Nervión y desapareció sin que nadie se diera cuenta.
Al cabo de un tiempo fue encontrado por unos pescadores gaditanos en la Bahía de Cádiz, perdida la razón y el habla. Francisco de la Vega Casar solamente podía pronunciar las siguientes palabras:
"Liérganes, pan, vino y tabaco"
CAPÍTULO I
LA HISTORIA CONOCIDA
El 27 de enero de 1879 apareció una extraña historia en el "Semanario Pintoresco Español". El texto decía lo siguiente:
"En el pueblo de Liérganes (Montañas de Santander) nació este nadador extraordinario llamado Francisco del la Vega Casar, cuya peregrina historia, al no estar autorizada con muchos testimonios fidedignos, sería preciso desterrar al país de las fábulas. He aquí el extracto de las relaciones que hacen de este fenómeno dos testigos oculares, veraces e ilustrados.
Desde sus tiernos años manifestó este hombre mucha inclinación a pescar, a estar en el río, y una grande habilidad para nadar. A los quince años de su edad paró con el objeto de aprender el oficio de carpintero a la villa de Bilbao, en donde permaneció dos años hasta la víspera de San Juan de 1764, en cuyo día se fue con otros compañeros a bañarse a la ría. Dejó su ropa con la de los demás, y nadando en dirección al mar desapareció de su vista; le esperaron pensando que volvería; pero la tardanza les hizo creer que se había ahogado, y en tal concepto se participó este suceso a su madre, que le lloró por muerto.
Cinco años después notaron unos pescadores de Cádiz, que se hallaban en alta mar, una figura al parecer humana, que se mostraba fuera del agua, y se sumergía al acercarse a ella. Deseosos de averiguar que cosa fuese, salieron otro día, y procuraron atraerle con pedazos de pan que le arrojaban a alguna distancia, observaron que los cogía con la manos y los comía. Empeñados con esto en el deseo de pescarle, creyeron conseguirlo juntando muchas redes y usando del mismo cebo, y al fin lo lograron. Lleváronle al convento de San Francisco de aquella ciudad, en donde le hicieron muchas preguntas en diversos idiomas, pero no respondió a ninguna, ni se le oyó pronunciar una palabra. De esta taciturnidad pasaron a colegir estaba poseído por algún espíritu maligno, en cuyo concepto le conjuraron algunos religiosos. Por fin, después de algunos días, pronunció la palabra Liérganes.
Con este indicio se pidieron noticias a este pueblo, y recibidas se determinó un fraile franciscano a apurar por sí la verdad de un acontecimiento tan extraordinario. Salió con el mozo, y llegando al monte llamado de la Dehesa, que dista de Liérganes un cuarto de legua, le hizo seña de que siguiese adelante y guiase. Ejecutólo de suerte que sin extraviarse un paso entró en casa de su madre. Ésta y los hermanos del nadador le conocieron al punto, haciendo con él las naturales demostraciones de cariño; pero él se mantuvo inmóvil sin corresponder a ellas en manera alguna.
Nueve años permaneció en compañía de su madre, siempre con un trastorno intelectual que se acercaba al idiotismo, siendo así que antes de su desaparición manifestaba una regular capacidad. Andaba siempre descalzo. Tabaco, pan, vino eran las únicas palabras que pronunciaba, pero sin propósito. Si se le preguntaba si lo quería, no contestaba. No solicitaba la comida, pero si se la ponían delante o si veía comer y se lo permitían, comía y bebía mucho de una vez, y después no volvía a hacerlo en tres o cuatro días. Si se le mandaba llevar algún papel de un pueblo a otro de los conocía antes de irse, lo ejecutaba con gran puntualidad, y siempre silenciosamente. En una ocasión le enviaron a Santander con un papel para un caballero de este pueblo, y no hallando el barco de Pedreña se arrojó al mar, y pasó a nado una legua que hay de travesía desde este embarcadero a Santander. Mojado como salió entregó el papel. El sujeto a quien iba dirigido le hizo secar para poder leerlo, y aunque le preguntó cómo estaba de aquella suerte, no respondió nada. Por el mismo rumbo volvió puntualmente la contestación. Iba a la iglesia si veía ir a otros, o si se lo mandaban; pero en el templo de nada hacía caso, ni se le notaba atención alguna a la misa y demás funciones eclesiásticas.
Al cabo de los nueve años desapareció, sin que después se supiese cuál fue su paradero. No entraremos en largos comentarios acerca de esta historia.
Las dificultades que naturalmente sugiere su lectura, relativas al modo con que este hombre pudo acostumbrarse a un género de vida tan extraordinario, rompiendo la cadena de sus hábitos, y al de ejecutarse las funciones del sueño etc. Hacen sensible que su estado cercano al idiotismo haya privado de los datos necesarios para resolverlas, deduciendo consecuencias tan curiosas como interesantes. Haremos solo una observación. Este hombre conservaba fielmente la memoria de los lugares, cosa tanto mas notable, cuanto esta reliquia de inteligencia aparece casi aislada. Unida esta circunstancia a las consideraciones que ofrece su larga vida marina, ¿no haría presumir que acaso este hombre no hizo más que obedecer al gran predominio del órgano de las localidades? Cuando este órgano tiene un desarrollo excesivo la afición que tienen algunos a la vida errante y la pasión a los viajes. Los hombres que están dotados en grado eminente de esta facultad, por viajar todo lo sacrifican, fortuna, riesgos, cariño, nada les detiene, nada puede reprimir su inclinación irresistible. Por lo que hace al caso presente, nuestra presunción no pasa de mera conjetura; pero a ser fundada, ¿no podrían los frenólogos reclamar este hecho como uno de los muchos que apoyan su luminosa doctrina?".
Hasta aquí llega la historia que nos cuenta el "Semanario Pintoresco Español" con fecha del 27 de enero de 1879.
CAPÍTULO II
LA HISTORIA VERDADERA
El hombre pez de Liérganes.
Estimado profesor: Uno de los misterios más intrigantes lo constituye sin duda el caso del hombre pez de Liérganes. Según los datos que saqué de Internet, de la página Web de la revista Investigación, en artículo firmado por Francisco Cabrera, la historia es la siguiente:
Liérganes es un pueblo de Santander. Allí vivían Francisco de la Vega y María del Casar, su esposa. De esta unión nacieron cuatro hijos. Uno de ellos protagonizaría uno de los sucesos más curiosos de nuestra ciudad. Cuando María del Casar quedó viuda envió a su hijo Francisco a la por ese entonces villa de Bilbao, para aprender el oficio de carpintero. Francisco, en esa época, tenía quince años. Esto ocurría en el año 1674. Un buen día, a la víspera del día de San Juan se fue junto con sus compañeros a bañarse a la ría de dicha villa. A Francisco le fascinaba la pesca y también la natación. Ese día comenzó a nadar ría abajo hasta que sus compañeros lo perdieron de vista. Como tardaba mucho en volver pensaron que algo malo podía haberle pasado.
Los compañeros notaron su tardanza y comenzaron a alertarse pensando que podría haberse ahogado. Corrieron de inmediato a contarlo al maestro del taller y éste a su vez, a su madre María, que lloró desconsolada. Al no aparecer le dieron por muerto.
Hasta aquí la historia parece normal, pero realmente no es así.
En 1679, un grupo de pescadores gaditanos vieron aparecer por las aguas, sumergiéndose en ellas a su voluntad y con recreo lo que parecía ser la figura de un hombre. Los pescadores en su curiosidad quisieron acercarse, pero el hombre-pez desapareció rápidamente. Este suceso lo contaron al llegar a tierra los pescadores y la curiosidad fue en aumento, tal que un día decidieron ir a buscarlo y capturarlo. Así se hicieron con una red que lo circundase y arrojándole pedazos de pan vieron que el hombre-pez los cogía y se los comía, de esta manera lo arrastraron hasta una barca donde pudieron atraparlo y llevarlo a tierra.
Lo observaron detenidamente y vieron que su constitución era humana, normal. Intentaron hablarle en diversas lenguas pero no respondió a ninguna de ellas. Luego se lo llevaron al convento de San Francisco, en la plaza del mismo nombre, donde lo conjuraron por si tuviese algún "espíritu maligno". Pero eso tampoco bastó para hacerle hablar.
Pasaron pues algunos días, durante los cuales no respondía a nada. Pero de repente su voz dejó esclarecer una palabra: "Liérganes". Los que allí estaban, sorprendidos, no sabían su significado a excepción de un mozo que resaltó que era de dicho lugar de Santander y que se hallaba en Cádiz trabajando.
A partir de este momento se comenzó a investigar sobre su paradero y familia.
Don Domingo de la Cantolla, secretario por entonces de la Suprema Inquisición, se hizo con el caso. Este mismo señor hizo un comunicado al pueblo de Liérganes, por si hubiese ocurrido algo "anormal" por allí. Tan sólo María del Casar recalcó que su hijo desapareció en la ría de Bilbao hace unos cinco años, pero que lo dieron por muerto.
En esos momentos se hallaba en el convento antes citado un religioso de la orden en una misión postulatoria. Fr. Juan Rosende, y enterado de la parte donde caía Liérganes, donde le pillaba de paso, decidió llevarlo consigo en su postulación.
Cuando los dos estaban cerca de Liérganes en un monte llamado La Dehesa, el religioso le dijo al mozo que fuese delante guiando, lo que hizo al dedilllo, como si conociese la zona. Llegando hasta la casa de María del Casar. María al verle entrar reconoció inmediatamente y con gran regocijo a su hijo Francisco, así como sus hermanos que también estaban en la casa. Pero Francisco ni se inmutaba, no mostraba ninguna emoción.
Fr. Juan Rosende dejó al mozo en casa de su madre donde estuvo nueve años de manera que nada le inmutaba, ni tampoco hablaba más que algunas palabras como tabaco, pan, vino, pero sin propósito de usarlos. Si se le preguntaba si quería algo no respondía, sin embargo al ofrecerle algo de comer lo tomaba y comía con exceso por algunos días, después pasaban otros tantos días sin tomar nada.
Una connotación peculiar fue la de que Francisco tenía gran puntualidad. Virtud que aprovecharon. Si alguno le mandaba llevar algún papel de un pueblo a otro, este lo hacía con enorme puntualidad.
En una ocasión, un sujeto del pueblo lo envió a Santander con un papel para otro sujeto, teniendo que pasar obligatoriamente por la ría que tenía más de una legua de ancha (algo más de 5000 metros). Buscó una barca en el sitio de Pedreña, y no hallando allí ninguna, se echó al agua y salió en el muelle de Santander, donde le vieron muchos mojado, junto con el papel.
En la descripción que hicieron de él lo describen como un hombre de estatura de unos seis pies, bien formado, de pelo rojo corto, las uñas gastadas por el salitre y siempre andaba descalzo.
Dicen algunos autores que tenía escamas aún cuando lo llevaron a Liérganes. Algunas de estas escamas sobre el espinazo y como una cinta de ellas desde la nuez hasta el estómago. Pero poco a poco se les fueron cayendo.
Después de estar nueve años, se volvió a perder de vista sin saber nada ya de él.
Esta es la historia que se conoce de este extraño suceso. Le agradecería si le puede preguntar a los Maestros de Luz cuál es la verdad, ya que hasta ahora nadie la sabe. Saludos.
Billy G.
RESPUESTA
Apreciado Billy: Es un asunto que lo teníamos agendado desde hace tiempo. Lo preguntamos en la sesión del 24/10/003. Como las preguntas y las respuestas fueron muy exhaustivas, directamente te trascribo la parte de la sesión donde se habló del tema.
Interlocutor: . Aquí tengo agendado preguntarle sobre lo que se ha dado en denominar "el enigma de los hombres-pez". La pregunta concreta que le hago antes de empezar, es si en nuestras aguas, es decir, océanos, mares, lagos, etc., hay seres acuáticos racionales. Me estoy refiriendo obviamente a extraterrestres que hayan venido a nuestro planeta, porque sé que los seres humanos no somos acuáticos.
Ruanel: La respuesta es que sí, que hay seres extraterrestres acuáticos en el planeta Tierra.
Interlocutor: ¿Y han sido vistos por los humanos?
Ruanel: Así es. Hay fosas marinas que no son muy profundas. Espera un segundo que el decodificar del receptáculo está filtrando lentamente la información que le estoy transmitiendo.
Interlocutor: Está bien, espero.
Ruanel: Son fosas que no pasan de trescientos o cuatrocientos metros de profundidad.
Interlocutor: ¿Próximas a la costa?
Ruanel: Así es. Fíjate que hay fosas en los océanos que llegan hasta los once mil metros, como en Las Marianas.
Interlocutor: ¿Los extraterrestres tienen tecnología como para construir campos energéticos que resistan tal presión del agua?
Ruanel: Por supuesto que la tienen, pero utilizarla significaría un gasto enorme de energía. Entonces van a abismos menos profundos. Si hubieran estado en las fosas profundas, los seres humanos nunca los hubieran avistado.
Interlocutor: ¿Estos seres viven permanentemente en el agua? Me refiero a si son como los peces, que fuera del agua se mueren.
Ruanel: Sí, viven en el agua totalmente. Son seres marinos, no terrestres.
Interlocutor: ¿Serían algo así como acuanautas pero con agallas? Digo así para darme una idea aproximada.
Ruanel: Sí, es algo así.
Interlocutor: ¿Son totalmente extraterrestres o hay alguna mezcla con humanos?
Ruanel: Son totalmente extraterrestres.
Interlocutor: ¿Hay muchos?
Ruanel: Hay una civilización pero dividida en dos lugares. Una de ellas se encuentra cerca de uno de los centros poblados del Mediterráneo.
Interlocutor: ¿De Roma, por ejemplo? Digo el primer lugar que se me ocurrió.
Ruanel: Cerca de Grecia.
Interlocutor: ¿Y el otro?
Ruanel: En Oceanía, en las costas de Australia.
Interlocutor: Entiendo. ¿Es una civilización que tiene edificios o alguna inmensa campana que los cobija?
Ruanel: No, no tienen edificios ni una campana como la de los Comics. Esto de los Comics me lo acaba de transmitir tu Thetán. Pero tienen una campana de emergencia para protegerse cuando son descubiertos por algún tipo de aparato submarino terrestre.
Interlocutor: Supongamos que hayan sido descubiertos por los tripulantes de alguno de esos aparatos. ¿qué hacen?
Ruanel: Los capturan y los mantienen prisioneros en esa campana, en compartimientos especiales con oxígeno. Te aclaro que esa campana no es para esconderse ellos, sino para mantener prisioneros a los seres humanos que los descubren.
Interlocutor: Entiendo. ¿Y qué medios utilizan para capturarlos?
Ruanel: Esa campana tiene una especie de campo gravitatorio atractor y simplemente los absorben hacia ella.
Interlocutor: Veo que la realidad es más sorprendente que la ficción. Por lo que usted me dice, veo que estos seres viven en el agua tal cual como los peces, sin necesidad de ninguna cobertura especial. ¿Es así totalmente?
Ruanel: Es así totalmente. Son como los famosos tritones de la mitología. En cada mundo hay un tipo diferente de estos seres acuáticos. Los que han venido aquí tienen ojos muy grandes, de color blanco, como las ranas, con una pupila completamente aplanada y vertical. Los ojos están cubiertos por una membrana transparente como el de muchos peces.
Interlocutor: ¿Parpadean como nosotros?
Ruanel: No, no parpadean. Tampoco pueden cerrar los ojos y no ver, porque, reitero, sus párpados son transparentes.
Interlocutor: ¿Tienen algún tipo de manos o directamente aletas?
Ruanel: Tienen aletas con manos y con pies.
Interlocutor: ¿Cuántos dedos tienen?
Ruanel: Igual que los humanos, cinco dedos en las manos y cinco dedos en los pies. Las aletas son similares a las de las ranas.
Interlocutor: ¿Los Thetanes de estos seres en qué plano están?
Ruanel: Igual que el de los seres humanos. Hay Thetanes en el plano 2, 3, 4 y 5.
Interlocutor: ¿Esto significa que yo, como espíritu, si el día de mañana decido encarnar en estos cuerpos anfibios puedo hacerlo?
Ruanel: ¡Por supuesto! Incluso puedes contactarte mediúmnicamente con sus Thetanes.
Interlocutor: ¡Qué notable! A veces lamento tener tan poco tiempo para hacer todas las experiencias que se pueden hacer. ¿Pero qué es lo que hace allí, en un cuerpo anfibio, un ser de Luz?
Ruanel: En realidad no son peces sino humanoides. Tienen un decodificador tan importante como el humano. Su boca es como una protuberancia aplanada como si fuera una castañuela. Por eso digo que el corte de cara es similar al de las ranas. Pero estrictamente no se los puede llamar anfibios, porque este término se utiliza para denotar sólo a los animales que pueden vivir indistintamente en el agua y en la superficie, y estos seres no pueden vivir en tierra, salvo por poco tiempo.
Interlocutor: ¿Pero cómo se comunican? Acaso, y perdóneme la chanza, ¿con "glugús?
Ruanel: Se comunican mediante gestos.
Interlocutor: Entiendo. ¿Y cómo hacen para ver? Lo pregunto porque es obvio que en las fosas marinas prácticamente no hay luz.
Ruanel: Tienen una visión tan aguda que pueden ver casi en lo que para los humanos sería una oscuridad absoluta.
Interlocutor: Era casi una cosa lógica. ¿Y qué comen?
Ruanel: Se alimentan de peces pequeños, moluscos.
Interlocutor: A ver si entiendo. ¿Se sientan a una mesa para comer o directamente abren la boca y engullen como hacen los peces?
Ruanel: ¿Cómo se van a sentar en una mesa para comer? Ten en cuenta que todo tiene que estar relacionado con el hábitat y las circunstancias.
Interlocutor: ¿Usted me quiere decir algo así como que si de pronto yo estuviera en el Polo Norte o escalando una montaña, donde el viento es tan grande que arrastra todo, tendría que agarrar la comida como pudiera?
Ruanel: Algo por el estilo.
Interlocutor: Ahora entendí. ¿Y cuál es su actividad física y mental? No puedo imaginarme a peces pensando.
Ruanel: Tienen una filosofía abstracta, digamos que es como que ellos saben que hay algo más allá que el medio marino en que viven.
Interlocutor: ¿Pueden salir a la superficie?
Ruanel: Sí, porque tienen branquias que se adaptan al medio no acuoso. En este sentido no son peces en el verdadero sentido de la palabra.
Interlocutor: ¿Pero entonces con qué animal conocido podríamos compararlos?
Ruanel: Si yo tuviera que definirlos, los asimilaría a los batracios.
Interlocutor: Justamente he visto algunos dibujos de gente que los ha visto y les ha dado esa forma. Supongo que mucho tiempo fuera del agua no pueden estar. ¿Es así?
Ruanel: Todo depende de lo que se entienda por mucho tiempo.
Interlocutor: Bueno, pienso en media hora, una hora.
Ruanel: No, pueden estar más tiempo, quizás seis o siete horas o quizás más.
Interlocutor: Seis horas o más las considero mucho tiempo, teniendo en cuenta que un pez fuera del agua puede tardar en morir en pocos minutos. Trato de imaginarme qué es lo que hacen estos seres marinos en ese hábitat acuoso. ¿Son como los peces en una pecera, que dan vueltas y vueltas sin hacer nada? ¿Construyen edificios, por ejemplo? ¿Escriben algo?
Ruanel: No, no construyen nada ni tampoco escriben.
Interlocutor: ¿Vegetan?
Ruanel: No, se van transmitiendo unos a otros pensamientos abstractos por medio de gestos, de la misma manera que los indígenas −mal llamados "indios"− norteamericanos se iban transmitiendo las leyendas de padres a hijos o a través de los chamanes.
Interlocutor: A ver si logro entender. Supongamos que yo me sumerjo hasta el lugar donde están estos seres, ¿qué veré?
Ruanel: Lo que verás son naves.
Interlocutor: ¿Naves espaciales?
Ruanel: Así es. Ellos tienen la tecnología necesaria para construirlas y con ellas han venido hasta aquí. Lo que ocurre es que están en la Tierra un poco como de paso, pero se han ido quedando.
Interlocutor: No estoy entendiendo del todo la idea.
Ruanel: Voy a cerrar el círculo. Su mundo original es todo marino. Ellos están acostumbrados a una gravedad más fuerte que la terrestre. Entre trescientos y cuatrocientos metros de profundidad, la gravedad es mucho más fuerte que la terrestre, y cuando ellos salen a la superficie es, en proporción, como si tú te elevaras mil metros. A esa altura la presión es poca y entonces respiras con mucha dificultad. De la misma manera, ellos aquí en la superficie pueden respirar nuestro aire pero con dificultad. Se sienten más cómodos respirando con las branquias, de la misma forma que los peces, el oxígeno del agua.
Interlocutor: Entiendo.
Ruanel: En su mundo, que se encuentra a alrededor de mil años luz, tienen muy poco alimento porque hicieron desaprensivamente una gran depredación de su medio ambiente.
Interlocutor: ¡Parece que en todos lados se cuecen habas!
Ruanel: Tú lo has dicho. Entonces han construido naves espaciales con las cuales han ido a distintos mundos a recoger alimentos y han sembrado en su planeta algo parecido al krill terrestre, que son como langostitas marinas, y también huevos de peces para que en uno o dos siglos del tiempo terrestre vuelva a haber una población marina, ya que de lo contrario se morirían de hambre.
Interlocutor: ¿Esa depredación hizo que se acabaran toda la comida?
Ruanel: Prácticamente sí.Y cuando llegaron a la Tierra se encontraron con la sorpresa de mares ricos en peces a tal punto que los pueden alimentar durante miles de años. Lo que ellos hacen son viajes periódicos llevando a su planeta, de distintos mundos, en peceras gigantescas, seres vivos marinos.
Interlocutor: ¿Solamente marinos?
Ruanel: Sí, solamente marinos, porque es el alimento natural de ellos.No solamente llevan peces, sino también anfibios, como ranas, etc.
Interlocutor: ¿Las naves espaciales son como inmensas peceras?
Ruanel: Algo así. Incluso están llevando animales marinos que en su planeta no existen y los están adaptando para tener variedad de comidas.
Interlocutor: Cuando usted habla de que estos seres provienen de un planeta acuoso, ¿a qué se refiere? ¿Es un planeta como el nuestro, que tiene tierra y agua? ¿O solamente agua?
Ruanel: Es poca la tierra que tienen. El planeta es predominantemente acuático.
Interlocutor: ¿Cómo se llama su planeta?
Ruanel: La estrella se llama Omán.
Interlocutor: ¿Y el planeta?
Ruanel: Omán 3.
Interlocutor: Para ir terminando por ahora con este tema tan interesante, ¿cuántos de estos seres acuáticos hay entre nosotros en estos momentos?
Ruanel: Si sumamos los que hay en las costas del Mediterráneo y las costas de Oceanía, en Australia, hay aproximadamente cuatro mil.
Interlocutor: ¿Estos seres han tenido aventuras fuera del agua? Pregunto esto porque hay muchos relatos de encuentros terrestres con ellos.
Ruanel: Muy escasamente, por la diferencia de hábitat.
Interlocutor: ¿Pero han tenido encuentros con terrestres?
Ruanel: Sí, algunas veces han sido avistados.
Interlocutor: Yo me refería más bien a algún tipo de apareamiento.
Ruanel: No, en absoluto. Son seres de conformación completamente distinta.
Interlocutor: Bueno, lo preguntaba para estar seguro.
Ruanel: Además, el pene de estos seres apenas tiene cuatro centímetros erecto y es muy finito, pues no llega al centímetro su grosor.
Interlocutor: Se supone que un pene tan pequeño debe estar adaptado para una vagina también muy pequeña.
Ruanel: Así es. Y las hembras no tienen la vagina en la parte de adelante sino en la parte de atrás, y cuando copulan, el macho eyacula en tres o cuatro movimientos espasmódicos.
Interlocutor: ¿Son mamíferos?
Ruanel: No amamantan como los mamíferos, sino que son ovíparos, es decir, ponen huevos, pero también practican el sexo.
Interlocutor: ¿A la vista humana estos seres serían directamente feos?
Ruanel: A la vista son de piel como las ranas.
Interlocutor: ¿Y usted dice que hay seres entre ellos del 4º y 5º nivel?
Ruanel: Sería ego de parte tuya pensar que otras razas con otras costumbres no podrían estar en planos de Luz. Hay seres, en esta misma Buenos Aires donde tú vives, que vegetan todo el día y no hacen otra cosa que mirar la televisión o leer el diario mientras fuman su pipa. Y muchos ni siquiera leen ni escriben, y no me refiero solamente a los analfabetos.
Interlocutor: Entiendo la ironía. Es obvio que en el hábitat donde están estos seres, me refiero a su medio acuoso, mucho no pueden hacer.Bueno, creo que con todo lo expuesto ya está bastante claro este asunto de los hombres-peces. A ahora querría pasar a un caso específico, que ha dado en denominarse "El hombre pez de Liérgenes".
La historia más o menos conocida es ésta: En la víspera de San Juan de 1673, Francisco de la Vega Casar, vecino de Liérganes (Santander), se fue a bañar con otros muchachos a la ría de Bilbao, población en la que estaba aprendiendo un oficio. Era un excelente nadador. Sin embargo, se echó al agua y no apareció más. Los compañeros consideraron que se había ahogado. En 1679 unos pescadores gaditanos vieron en medio del mar, nadando con gran habilidad, a un hombre, al que rescataron y resultó ser el citado Francisco que, vuelto a su tierra, vivió nueve años de modo extravagante, sin pronunciar palabra y desapareciendo luego sin dejar huella.
Ruanel: Esta persona fue capturada por estos seres marinos dos veces, la primera vez cuando tenía doce años y durante dos días hicieron con él un experimento genético, donde le pusieron ADN de ellos. La segunda vez, que es a la que tú te refieres, duró 64 meses.
Interlocutor: ¿Cuál fue la razón del experimento?
Ruanel: El experimento consistía en averiguar, por un lado, si este muchacho podía adaptarse a la vida marina y, por el otro, si uno de estos seres marinos, que se prestó para el experimento, podía adaptarse a la vida en la superficie. Se intercambiaron el ADN, pero no todo, sino solamente una parte.
Lamentablemente para estos seres, el ADN del humano era demasiado potente y el ser marino desencarnó.
Interlocutor: ¿Cómo fue el experimento?
Ruanel: A este muchacho le extrajeron un poco de ADN mediante una muestra de su tejido, tipo biopsia, y se lo implantaron a un ser marino que se prestó al experimento. Y al revés, al muchacho le implantaron ADN del ser marino.
Interlocutor: ¿Y cuál fue el resultado?
Ruanel: El experimento lo afectó su decodificador mental e incluso le llegó a cambiar parte de la piel, dejándole algo así como escamas.
Interlocutor: ¿Por qué lo capturaron por segunda vez y lo mantuvieron tanto tiempo cautivo?
Ruanel: Porque hicieron con él nuevos experimentos.
Interlocutor: ¿Estos nuevos experimentos fueron los que lo dejaron como una especie de zombi?
Ruanel: Así es. Quedó como si le hubiesen hecho una lobotomía.
Interlocutor: Lo intrigante es que volvió a desaparecer, y esta vez para siempre.
Ruanel: Fue capturado nuevamente para nuevos experimentos.
Interlocutor: ¿Existiría la posibilidad, en alguna otra sesión, que yo me contacte con el Thetán de alguno de estos seres marinos para averiguar más cosas, entre ellas que le sucedió finalmente a esta persona?
Ruanel: Por supuesto que sí, en cuanto tú lo desees.
Bueno, hasta aquí llegaron los diálogos. Como verás, el tema ha quedado debidamente aclarado.
Bienvenido al Club. Un fuerte abrazo.
Estimadísimo Profesor, leí la resolución del enigma del hombre-pez de Liérganes y quedé gratamente asombrado, tanto por conocer que existen razas acuáticas de extraterrestres que viven en nuestros océanos y conocer sus costumbres, como por conocer el doble experimento genético realizado en el caso de Liérganes. Ahora que el Maestro Ruanel nos devela el misterio, la idea de un experimento genético que modificó la apariencia de Francisco de la Vega, convirtiéndolo en un semi-pez, es algo totalmente lógico, y algo nada misterioso una vez conocido.
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