martes, 29 de septiembre de 2015

El hilo rojo



El hilo rojo es una creencia tradicional en Asia Oriental, presente en la mitología china y en la japonesa, entre otras. Cuenta que entre dos o más personas que están destinadas a tener un lazo afectivo existe un «hilo rojo», que viene con ellas desde su nacimiento. El hilo existe independientemente del momento de sus vidas en el que las personas vayan a conocerse y no puede romperse en ningún caso, aunque a veces pueda estar más o menos tenso, pero es siempre una muestra del vínculo que existe entre ellas.


Significado

El texto literal dice: «Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper». Entre la comunidad de padres y madres adoptantes en Japón, esta leyenda supone una metáfora recursiva, ya que supone que la vinculación entre el hijo adoptado y los padres ya está realizada de antemano por este «hilo rojo» y favorece la fortaleza en la larga espera que hay que realizar, en la mayoría de los casos.


En estas comunidades, es normal la utilización contextual de frases como «estamos tirando fuerte del hilo rojo», o «tendiendo puentes con hilos rojos» lo que convierte a la leyenda en una parte más de la jerga de utilización habitual. Una de las leyendas sobre este hilo rojo cuenta que un anciano que vive en la luna, sale cada noche y busca entre las almas aquellas que están predestinadas a unirse en la tierra, y cuando las encuentra las ata con un hilo rojo para que no se pierdan. Pero la leyenda más popular y la que se recita en casi todos los hogares japoneses a los niños y jóvenes es ésta:


Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia. Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo : «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza. Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda. Y en el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente… Al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente.

Antiguamente, durante el Periodo Edo (1603 a 1867), algunas mujeres se amputaban el dedo meñique para demostrarles su amor a sus maridos. Se consideraba un símbolo de completa lealtad, algo similar a lo que hacen y siguen haciendo los “yakuzas” hoy en dia como símbolo de obediencia a su “oyabun” (jefe), (aunque en este último caso también se atribuye esa amputación a su descendencia samurai y a su imposibilidad, así, de manejar la espada).


Entonces, ¿estamos realmente unidos por este invisible hilo rojo? ¿Están ciertas personas predestinadas a conocerse? En cualquier caso, y obedeciendo a esta leyenda japonesa, cuidad vuestro dedo meñique.

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