Según cifras de la NASA, un 11% de los estadounidenses cree que el viaje a la Luna fue un fraude. Esta cifra se dispara en el resto del mundo.
Los teóricos de la conspiración nos cuentan una alucinante historia de fotografías retocadas, alunizajes falsos, presuntas rocas lunares que jamás han salido de la Tierra y astronautas programados psicológicamente para mantener la impostura. Para ellos todo es fruto de un desesperado intento de evitar el desastre que hubiese supuesto la derrota estadounidense en la carrera espacial.
El presunto fraude lunar es un elemento muy presente en la cultura popular norteamericana, que aparece incluso en guiones cinematográficos como los de: “Los diamantes son para siempre” (1971) y “Capricornio I” (1978).
“No me hagan ninguna pregunta y yo no les diré ninguna mentira” (Mike Collins, piloto del Apollo XI)
Las pruebas que aportan los defensores de la teoría de la conspiración son muy variadas y en algún caso llegan a ser absurdas. Los argumentos más utilizados son los que presentamos a continuación.
El engaño de las fotografías
Una de las teorías utilizadas para defender el supuesto fraude es que las fotografías oficialmente tomadas por los astronautas en la superficie lunar, de ser todo tal como se nos ha contado, no deberían contener cierto número de interesantes incongruencias. David Percy, fotógrafo británico de la Royal Photographic Society declaraba: “Nuestra investigación sugiere que las imágenes de los alunizajes del proyecto Apollo fueron falsificadas. Muchas de las imágenes están llenas de inconsistencias y anomalías”
En la totalidad de las fotos distribuidas por la NASA de la expedición lunar, se ve un cielo completamente oscuro sin presencia de estrellas.
En la superficie lunar, la ausencia de atmósfera que entorpezca el paso de la luz, las estrellas son totalmente visibles y aparecen con un brillo considerablemente mayor que en la Tierra. Por lo tanto es realmente extraño que no aparezcan estrellas en las fotografías más aun cuando la cámara (Hasselblad) y la sensibilidad de la película utilizada (Ektachrome) permitían retratarlas.
¿Por qué no aparecen? Cuando se produjo el alunizaje, el sol estaba en el horizonte lunar pues se trataba de un amanecer “local”: la superficie resultaba “luminosa”. Además, los astronautas portaban trajes blancos y muy brillantes. En estas condiciones, para poder fotografiar a un astronauta, es necesario un tiempo de exposición rápido con una apertura del objetivo muy pequeña. Es decir, que la cámara está preparada para tomar fotografías de objetos brillantes y las estrellas no dejan de ser, incluso en la Luna, objetos tenues. Con una rápida exposición, no hay tiempo de que queden registrados sobre la película fotográfica. Resultaba imposible fotografiar simultáneamente a un astronauta y a las estrellas del fondo. No tiene nada que ver el hecho de que el cielo esté oscuro en ausencia de atmósfera, es un problema del tiempo de exposición.
Por otra parte, resulta extraño el hecho de que no se tomaran fotografías del firmamento dado que la visibilidad era óptima y más aun cuando los propios tripulantes comentaron el hecho de que se podía disfrutar de la visión de millones de estrellas, por no mencionar Júpiter, Saturno y otros planetas.
Suponiendo que todo fuera un fraude, surge una pregunta: ¿por qué no añadieron un cielo artificial con estrellas? Porque las estrellas no son tan fáciles de falsificar como puede parecer a primera vista. Los astrónomos hubiesen analizado las posiciones relativas y los ángulos entre los astros. Ni con las computadoras más avanzadas de aquella época se podría haber simulado un firmamento que pudiese engañar a los profesionales. Los responsables del fraude adoptaron la solución más sencilla: eliminar por completo la presencia de estrellas.
Fijándonos en las fotos del módulo lunar, no se aprecia un cráter considerable bajo la tobera del motor. El motor del LM desarrollaba unos 5000kg de empuje por lo que debería haber abierto un agujero en el suelo lunar. Los astronautas encendieron el motor con la suficiente potencia como para abandonar la órbita y alunizar pero esto no requería del empuje máximo, sino de unos 1500kg. La tobera del motor tiene un área de unos 1,5m². Eso significa que el empuje empleado generó una presión de sólo 1,5psi. En la Tierra, el aire de la atmósfera concentra el chorro de gases en una columna. La falta de atmósfera en la Luna hace que los gases expulsados se difuminen rápidamente, lo que evita que el empuje se concentre. Esto explica la ausencia de cráter.
El LM al descender levantó una nube de polvo. Por lo tanto, en los alrededores de la zona de alunizaje, todo el polvo debería haber sido “barrido” dejando una superficie limpia de arena. Esto se contradice con el hecho de que los astronautas dejaron huellas en las inmediaciones del módulo lunar. En la Luna no hay atmósfera, por lo tanto no hay aire que pueda ser movido o “empujado” por los gases que expulsa un motor cohete. Es decir, cualquier mota de polvo que se mueva debe ser desplazada directamente por gases provenientes del motor, ya que no hay “aire que barra el polvo”. El empuje del motor sólo consiguió mover una pequeña cantidad de arena que se acumuló en las proximidades del LM. Por eso, al descender, Armstrong hundió su pie sobre la superficie, dejando una huella.
Las fotos presentan sombras de los astronautas demasiado desiguales y en ocasiones divergentes, lo que podría indicar la presencia de otras fuentes de luz además del Sol. Hay detalles de los trajes espaciales y del módulo de alunizaje visibles cuando no deberían serlo debido al acusado contraste entre la oscuridad y la claridad motivado por la falta de atmósfera. Otro de los argumentos es la presencia de extraños reflejos en los visores de los cascos.
Para justificar estos fenómenos Jesús Cancillo, profesor de la Universidad de Alicante, analiza con detalle las fotografías:
La presencia de sombras de longitud diferente puede deberse a que los astronautas sean de distinta altura o, fundamentalmente, a las irregularidades del terreno. La existencia de otras fuentes luminosas (un foco de estudio, por ejemplo), además de la solar daría lugar a que cada objeto iluminado arrojase más de una sombra. No es el caso.
La ausencia de atmósfera en la Luna elimina el fenómeno de la difusión de la luz de manera que, a diferencia de la Tierra, el cielo lunar aparece completamente negro. Sin embargo, esto no significa que los objetos que no son directamente iluminados por el sol permanezcan en completa oscuridad: la reflexión de la luz por cualquier objeto iluminado sigue siendo igualmente efectiva. El suelo lunar, las partes del traje o del módulo lunar iluminadas actúan como reflectores permitiendo que zonas en la sombra aparezcan bastante bien iluminadas.
Las cámaras de los astronautas iban colgadas del pecho, sin embargo las fotografías tomadas están perfectamente encuadradas y enfocadas.
Es obvio que los astronautas tomaron cientos de fotografías, mientras que la NASA sólo distribuyó las mejores de ellas.
En una de las fotos más famosas del programa Apollo, aparece Aldrin en primer plano y reflejado en su visor Armstrong. A simple vista, éste no parece estar haciendo la foto, ¿quién la hizo?
Como hemos dicho, las cámaras iban colgadas del pecho.
Otras de las fotos donde aparecen ambos astronautas, fueron tomadas desde cámaras situadas en el módulo lunar.
En las fotos tomadas aparece la bandera americana dando una sensación de movimiento, lo que parece inexplicable debido a la ausencia de atmósfera.
Esto puede justificarse debido a que la bandera estaba inicialmente doblada y por lo tanto presentaba arrugas al extender la tela.
También existe otra justificación: el astronauta que clavó la bandera se dedicó a hacer girar el poste que la soportaba, lo que permitió que ondease en el vacío.
Fondos idénticos
Hay determinadas fotos donde aparece el LM de fondo con una montaña detrás y en otras fotos aparece la misma montaña prácticamente desde el mismo ángulo, pero no hay rastro del módulo lunar.
La explicación se basa en un fenómeno que ocurre en ausencia de atmósfera. Los objetos a una gran distancia se aprecian con gran nitidez debido a que no hay aire que pueda distorsionar la imagen. No podemos medir distancias ‘a ojo’ sobre la fotografía ni suponer posiciones relativas entre objetos a simple vista. La montaña está a una gran distancia a pesar de que en la foto pueda parecer cercana. Todas estas fotografías presentan el mismo fondo a pesar de haber sido tomadas desde sitios diferentes debido al ‘paralelismo’ que se induce por las grandes distancias.
Ciertos partidarios de la conspiración afirman que en la década de los 60 la NASA no contaba con la tecnología suficiente para hacer llegar al hombre a la luna.
· El Apollo I (enero de 1967) se incendió en una prueba preparatoria de la misión. Esto hace pensar que los inconvenientes técnicos sufridos habrían sido imposibles de solucionar en tan poco tiempo. Esta milagrosa recuperación tecnológica, junto con las incongruencias presentadas dio lugar a especulaciones sobre el fraude.
· Bill Brian escribió en 1982 “Moongate”, en la que sostiene la existencia de ‘alguna clase de encubrimiento’ en el viaje lunar. Aporta una razón completamente diferente para muchas de las inconsistencias encontradas: quizá se viajó a la Luna, pero Brian intenta demostrar que la tecnología oficialmente empleada es demasiado primitiva y, que si realmente se llegó, la NASA ocultó las técnicas empleadas.
“Si se descubriese la verdad sobre la Luna, la NASA tendría que explicar la técnica de propulsión que los llevó hasta allí, además de divulgar sus investigaciones en propulsiones alternativas, unas investigaciones que ponen en riesgo el negocio de las grandes corporaciones petrolíferas y cuyos resultados podrían conducir al derrumbe de la estructura misma de nuestra economía mundial. Sencillamente, la NASA no puede asumir ese riesgo”.
Otro problema técnico es la presencia de los cinturones de Van Allen, que son zonas por encima de la superficie terrestre donde el campo magnético de la Tierra atrapa partículas de viento solar. Ciertos científicos sostienen que la tecnología con la que se contaba no protegería a los tripulantes del Apollo XI al atravesarlos, provocando su muerte.
Ni la NASA ni sus representantes han accedido jamás a debatir públicamente los asuntos defendidos por los partidarios de la conspiración.
El silencio que rodea a la historia del presunto fraude lunar ha dado lugar a gran número de anécdotas. El 21 de septiembre de 2002, el astronauta Edwin 'Buzz' Aldrin resultó absuelto en los tribunales de un cargo de agresión contra un teórico de la conspiración, que le retó de improviso a que jurara ante una biblia que realmente estuvo en la Luna en 1969. Aldrin declaró a las autoridades que actuó en legítima defensa cuando golpeó a Bart Winfield Sibrel, a la salida de un hotel de Beverly Hills. Tras escuchar las versiones de los implicados y visionar la filmación de los hechos el fiscal de Los Ángeles decidió no presentar cargos contra Aldrin.
El cineasta Bart Winfield es uno de los más destacados defensores de la teoría de la conspiración. Ha producido varios reportajes televisivos y un documental en los que expone pruebas y testimonios que apuntan hacia la posibilidad de que las misiones a la Luna fueran un fraude. En la grabación de una nueva película realizó numerosos intentos de contar con el testimonio de Aldrin para su reportaje. Cansado de las continuas negativas del astronauta decidió esperarle acompañado de un cámara a la puerta de un hotel y cuando lo vió salir, le abordó de improviso. Biblia en mano le gritó "jure ante la biblia que realmente estuvo usted en la Luna en 1969". La respuesta de Aldrin fue un sonoro puñetazo ante la cámara.
Este incidente se enmarca en la tradicional postura de silencio que los astronautas del Proyecto Apollo han mantenido sobre este asunto. Neil Armstrong se niega a conceder entrevistas relacionadas con ese tema: "no me hagan ninguna pregunta y no les diré ninguna mentira". Collins también se niega sistemáticamente a ofrecer cualquier tipo de declaración al respecto
En Octubre de 2002 la NASA contrató al ingeniero y divulgador científico James E. Oberg para intentar demostrar la llegada del hombre a la Luna. La iniciativa fue abandonada por la NASA temiendo que con esto no se conseguiría sino darle más publicidad a una polémica que sería mejor olvidar. Oberg y Roger Launius (antiguo director de la oficina de historia de la agencia espacial) han decidido seguir adelante con este proyecto a nivel personal, no con el objetivo de convencer a los defensores de la conspiración, sino para aportar pruebas sólidas que impida que se siga extendiendo la historia del fraude entre las nuevas generaciones.
MOTIVO DEL FRADE
La agencia espacial se dedicó a poner en marcha el elaborado fraude cuando, tras años de fiascos tecnológicos y trabas presupuestarias, la NASA se vio ante la desagradable perspectiva de admitir finalmente que la promesa póstuma del mitificado presidente Kennedy iba a quedar sin cumplir al resultar imposible poner a un hombre en la Luna antes de finalizar la década de los 60.
Todo fue probablemente fruto de un desesperado intento de evitar el ridículo y el revés propagandístico que hubiese supuesto admitir ante la comunidad internacional la derrota estadounidense en la carrera espacial en plena guerra fría.
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