sábado, 2 de enero de 2016

Autoestopista fantasma



Los viajeros fantasma en las carreteras o autopistas, no son sólo cuentos para asustar a los niños, en muchos casos las historias de autoestopistas o caminantes poseen pruebas escalofriantes que demuestran su existencia..

Existen muchos casos espantosos de encuentros con fantasmas en las carreteras, a los que colectivamente se conoce como "autostopistas fantasma".


Uno de los casos más famosos es el del 20 de mayo de 1981, cuatro jóvenes amigos deciden ir a dar una vuelta en coche a Palavas. Son aproximadamente las once de la noche. Hacia las doce y media, inician el retorno a Montpellier en un Renault 5 rojo de dos puertas. Las dos chicas van detrás, los dos chicos delante, la radio suena muy alta.

A la salida de Palavas, en dirección a Montpellier, entre el cruce y la gasolinera, ven a una señora haciendo autostop. Aparenta tener unos cincuenta años, lleva un impermeable blanco hasta la rodilla y un pañuelo, también blanco, en la cabeza.


El conductor, M. M., propone recogerla y para el coche unos metros más allá. El pasajero de delante, M. L., se dirige a ella en estos términos "Vamos hacia Montpellier. ¿Le viene bien?" Por toda respuesta, la señora sólo sonríe y se dirige al vehículo. M. L. se apea, baja el asiento delantero y la dama se coloca entre las dos chicas en el asiento de atrás. El vehículo arranca, atraviesa el puente en dirección a Montpellier y llega a la intersección de la carretera de Villeneuve- les-Maguelonne, en un lugar llamado Pont-Vert, donde la carretera de Montpellier presenta una curva bastante pronunciada.

En ese momento la autostopista grita: "¡Cuidado con la curva!" Su voz suena más alta que la música del coche. El conductor, sorprendido, reduce la velocidad y al igual que el resto de los pasajeros, fija su atención en la carretera. Es entonces cuando los gritos de las dos chicas les obligan a volverse a mirar hacia atrás: la señora recogida en autostop ya no está en el coche.


Después de unos segundos de sorpresa y de duda, M. M. acelera y se dirige a la comisaría de Montpellier, donde relata su aventura una hora después.

Esta historia, extraída de un informe redactado a finales de mayo de 1981 por el inspector jefe de la Comisaría central de Policía de Montpellier, y recogida por los medios de comunicación, se ha difundido ampliamente en Francia.


Forma parte de las leyendas locales y se transmite desde la más tierna infancia, puesto que circula ya -con algunas variantes- entre los escolares de primaria. El "asunto de la Dama de blanco de Palavas" corno lo llamó la prensa, apasiona a los amantes de las historias insólitas. Se trata, en efecto, del testimonio de una experiencia vivida -la policía no ha podido demostrar que se tratara de una broma o de una alucinación por drogas- pero a la vez es un relato con numerosos rasgos legendarios característicos de la leyenda tipo "el autostopista que se desvanece" o "el autostopista fantasma" estudiado por los folkloristas de todos los países desde hace unos cincuenta años.

El análisis de este conjunto, desde las publicaciones universitarias pioneras de Beardsley y Hankey (1942 y 1943) hasta la obra de Jan Harold Brunvand, The Vanishing Hitchhiker (1981), que ha dado a conocer al gran público el concepto de leyenda urbana, ha desempeñado un papel central en la aparición de la noción de leyenda contemporánea. La influencia del modelo legendario está muy clara en las variantes de la historia de Palavas que de alguna forma, la complementan. Así, mucha gente cuenta que la Dama de blanco -la expresión forma ya parte de la reconstrucción legendaria de la narración- sería el fantasma de una mujer muerta en un accidente de coche en el mismo lugar en que desapareció.


A pesar de la aridez y de la objetividad del informe policial, los rasgos legendarios o susceptibles de ser "incorporados" en la leyenda, se perciben claramente: la aparición se manifiesta a medianoche, hora propicia para los fantasmas; los lugares de aparición y desaparición se sitúan cerca de cruces de' carreteras y puentes, lugares tradicionalmente escogidos por las criaturas sobrenaturales para manifestarse (estos lugares simbolizan un "paso" entre el aquí y el más allá); finalmente "la mujer de blanco" corresponde a una figura clásica entre los seres fantásticos del folklore europeo. Dos temas estructuran la narración: la desaparición inexplicable y el anuncio del peligro que representa la curva. Las variantes añaden un tercer motivo: se identifica a la mujer como una aparecida.

La gran variedad de narraciones de auto-stopistas fantasmas hace difícil la elaboración de una tipología satisfactoria. Se puede sugerir la idea de que las historias se construyen alrededor de una constante (un viajero que se hace cargo de un desconocido) y de uno o dos aspectos (la desaparición y/o el espectro) a los cuales se añade a veces, el del anuncio. Una modalidad más que un aspecto de la narración concierne al anonimato del autostopista o, por el contrario, su identificación con una figura cultural (entidad fantástica, santo, divinidad).


El tema de la misteriosa desaparición del autostopista se encuentra muy a menudo en las historias de autostopistas fantasmas, de ahí la expresión vanishing hitchhiker utilizada por los estudiosos del folklore americano. Las historias dan varios detalles que hacen inexplicable esta desaparición: el coche va rápido y sin pararse; las portezuelas permanecen cerradas; el autostopista se pone el cinturón de seguridad; está sentado en el asiento trasero de un coche de dos puertas (como en el caso de Palavas donde, por añadidura, la autostopista se encuentra entre dos pasajeras). Las narraciones insisten sobre la materialización de la aparición: "Podíamos sentir el contacto de su piel y el calor de su cuerpo", declararon las jóvenes de Palavas a unos periodistas de France-Dimanche.

El autostopista deja a menudo tras de sí algo de ropa, un objeto, una huella, un olor, testimonio de su presencia temporal. Se quiere resaltar el hecho de que el autostopista no es una alucinación, e incluso si el aspecto del "aparecido" interviene, no se describe al misterioso pasajero como un fantasma impalpable, impreciso y flotando en el aire.


En cuanto a los mensajes de peligro se trata de un tema que no aparece aislado; se asocia siempre a uno u otro de los otros dos: desaparición y/o aparecido, o a ambos. Su misión consiste en conferir validez al mensaje anunciador mediante un fenómeno extraordinario. El anuncio se presenta bajo tres variantes tipo, ya sea de interés individual, regional o mundial: puesta en guardia del conductor contra un peligro de la carretera, anuncio de una catástrofe o profecía del fin del mundo.

He aquí otro ejemplo recogido por el investigador italiano Paolo Toselli en 1990: En febrero de 1977, dos jóvenes viajaban entre San Colombano y Lambro, con una niebla espesísima muy propia de esta región. En el arcén de la carretera vieron a una viejecita que hacía autostop. Se pararon y la instalaron en el asiento de atrás. Entre un suspiro y una tos, lanzó una terrible profecía: "No piséis Milán la tarde del día 27. Habrá un gran temblor de tierra que destruirá la mitad de la ciudad". Al volverse para ver a la mujer, vieron que ya no estaba allí, que había desaparecido. En el asiento quedó un carné de identidad que resultó ser de una persona muerta diez años antes.

En esta leyenda tan completa se acumulan los tres temas: el de la anunciación, la desaparición y la aparición. La viejecita no es un personaje conocido, pero puede evocar a la Befana, anciana vestida de negro del folklore italiano que se aparece entre la Epifanía y el martes de carnaval, es decir, en febrero, para traer regalos a los niños.


A principios de los años setenta, en las autopistas americanas, un autostopista fantasma, vestido de blanco y aire hippie, anunció la venida de Jesús a la Tierra. Frédérie Durnerchat cita varias historias de autostopistas profetas desde la Segunda Guerra Mundial (anunciando el final del conflicto) hasta nuestros días (anunciando el fin del mundo).

Muy pocas veces el autostopista fantasma supone una señal de desgracia para el automovilista. En 1984, la investigadora inglesa Gillian Bennett señaló el subtema del autostopista que provoca un accidente. Una de mis estudiantes, que se interesa por la "Dama de blanco de Montagnac", ha recogido algunas narraciones en las que la autostopista profiere un grito, no para prevenir al conductor de la existencia de una curva peligrosa, sino más bien para provocar un accidente en el lugar en que ella misma encontró la muerte.

La impresión de frío y la reaparición del fantasma en los mismos sitios son característicos del aparecido.

A menudo, pero no siempre, la muerte es accidental (accidente de coche) y/o prematura (persona joven). De cualquier manera, el tema de las apariciones fantasmales en la carretera, además de ser escalofriante también es algo pertubardor, el hecho de que sean muchos los testigos a lo largo dle mundo que afirman haber visto a alguno de estos viajeros fantasmales.

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